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México D.F. Miércoles 8 de octubre de 2003
TERMINATOR: NUEVA AMENAZA EN EL NORTE
De
acuerdo con los resultados dados a conocer anoche, tras el referéndum
revocatorio del mandato del Gray Davis, el hasta ayer gobernador demócrata
de California tendrá que dejar el cargo en manos del actor republicano
Arnold Schwarzenegger, un inmigrante austriaco que se hizo famoso en un
principio por sus músculos, después por sus interpretaciones
de robot destructor e implacable, luego por sus posturas racistas, antimexicanas,
antihispanas, y discriminatorias, y últimamente por sus deplorables
y numerosos episodios de hostigamiento sexual contra mujeres que tuvieron
la desgracia de trabajar con él.
Con base en los conteos, que expresan tendencias irreversibles,
California, que por sí misma representa la segunda economía
del mundo, y que tiene con México una intensa y compleja relación
migratoria, económica, comercial, cultural, turística, laboral
y hasta policiaca, quedará bajo el mando de una mentalidad tan primitiva
como los personajes encarnados por el Terminator Schwarzenegger,
y tan chovinista y fóbica como los argumentos de sus películas.
Las implicaciones de semejante fenómeno político
son, por desgracia, inocultables: el nuevo gobernador californiano será
un factor determinante para que Estados Unidos profundice su regresión
a concepciones paranoicas del mundo y a estrategias que privilegian la
fuerza bruta por sobre los mecanismos civilizados de solución de
diferencias; en el estado fronterizo se reducirán las libertades
civiles y cobrarán nuevos aires la intolerancia y la discriminación
contra los latinos, las mujeres, los negros y los homosexuales; terminará
de disiparse la tenue perspectiva que quedaba de establecer un acuerdo
migratorio bilateral con la nación vecina y se intensificarán,
en cambio, los infiernos que padecen los mexicanos y los latinoamericanos
en general que se internan por tierras de California en busca de trabajo.
Más allá de la tragedia que para los propios
californianos significa haber llevado a la gubernatura de su estado a Schwarzenegger,
y por encima del enorme peligro que éste representa para los hispanos,
las minorías y los grupos sociales en desventaja, es preciso preguntarse
cómo ha sido posible que la voluntad ciudadana en ese estado haya
llegado a semejante muestra de enajenación.
El primer factor que permitiría explicar el triunfo
del actor republicano es el descrédito y el desgaste político
de Gray Davis, quien fue definido por Eric Mann, activista laboral y director
del Centro de Estrategia Laboral Comunitaria en Los Angeles, como "un hombre
robótico y cínico, un candidato que es una perpetua máquina
de recaudación de fondos para elegirse". Otro elemento a considerar
es el impacto en la población de la propaganda oficial estadunidense,
orientada en forma cada vez más clara a exaltar el chovinismo nacionalista
y a presentar al mundo como un escenario de película típica
de Schwarzenegger, donde "los buenos" cuentan siempre con amplios recursos
de fuerza física y militar y con una brutal y primitiva facilidad
para definir y exterminar a sus enemigos. Un tercer componente del triunfo
del actor racista, y el más lamentable desde una perspectiva latinoamericana,
es el estado de división y desarticulación en que las comunidades
hispanas fueron a votar en los comicios de ayer. El hecho de que cerca
de un tercio de los latinos californianos haya votado por la destitución
de Davis -quien habría debido representar, a fin de cuentas, el
menor de los males- y a favor del musculoso republicano parece un acto
político que raya en actitudes autodestructivas.
Finalmente, tener a Schwarzenegger como gobernador de
un estado vecino hace necesario revisar y readecuar las líneas de
la política exterior mexicana, en la cual tendrá que darse
cabida a consideraciones defensivas y a una intensificación de las
medidas de protección para los connacionales que tendrán
que vivir bajo el poder y la hostilidad del Terminator.
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