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México D.F. Miércoles 7 de enero de 2004

José Steinsleger

Maduración de los dátiles

El tendero habla con la seguridad que le confiere una fotografía en la que se le ve hincado, besando el anillo del Papa. Con optimismo neoliberal, un cartelito adherido a la caja reza: "hoy no se fía, mañana sí". Dos hijos físico-culturistas ayudan con la clientela y, al fondo del mostrador, atornillado en un banquito, el abuelo vigilante del patrimonio familiar.

"šFeliz año, vecino!"... Intercambiamos comentarios acerca de las proyecciones del año. Con malicia, me dice lo mismo de siempre: "ƑSigue leyendo La Jornada? šMire que quien vive de esperanzas corre el riesgo de morirse de hambre!" Me devuelvo a casa cavilando en la dialéctica del tendero. Así es que intentaré que las mías en pos de un mundo mejor no se me conviertan en recuerdo o... me quiten los frijoles.

ƑQué nos permite en 2004 avivar la ilusión? ƑLas políticas nazis de Estados Unidos y el antisemitismo pro nazi de Israel, que este año irán por todo? Ante la hipocresía de la inquisición, todos somos herejes. Ahí están los ciudadanos que en los aeropuertos son obligados a quitarse los zapatos, agachar la cabeza y dejar que les toquen el lugar más sagrado del tronco antes de viajar al país de las maravillas.

Año en el que habrá que dudar para examinar, y examinar dudando para ver si aparece la punta del iceberg de alguna verdad. Hace unos meses, en víspera de la invasión de los bárbaros, se me ocurrió cerrar un artículo con la pregunta de un turista europeo que en los años de 1940 andaba por Irak: "ƑPor qué hace tanto calor en este condenado país?" El guía respondió: "para que maduren los dátiles".

Lo que son las cosas. En un artículo de Michael Ruppert, publicado días atrás en Wilderness Publications, se habla de una fotografía llegada a la redacción por correo electrónico con el título: "De un amigo en Arabia Saudí". El remitente sugiere que se observe con atención una fotografía de la agencia de noticias Associated Press, en la que se ve a los soldados yanquis en el escondite de Saddam Hussein.

Con ojos de iraquí para detectar las señales de la naturaleza, el remitente explica: "La fotografía muestra claramente dátiles maduros colgando de la rama de un árbol. Esta maduración sólo ocurre en los meses de verano y en diciembre los dátiles ya han sido cosechados hace tiempo; se han podrido hasta quedar ennegrecidos sobre la rama o han caído de los árboles". Y con insidia de truhán oriental remata: "Al lado de los dátiles hay una cuerda que sujeta una carne desconocida, secándose al sol. De nuevo, éste es un proceso que sólo ocurre durante los meses de verano". O sea que, al revés de lo dicho por Washington y un famoso escritor piojoso puesto al servicio de lo peor, "el señor de los piojos" no habría sido detenido en invierno.

La versión oficial sobre la captura asegura que el escondite de Saddam el malísimo estaba cerrado por un "bloque de hormigón". Los primeros planos de la fotografía muestran que se trata de un material liviano, de modo que Ruppert se pregunta si acaso Saddam Hussein fue encontrado en este sitio y dejado allí hasta el momento escogido para ser presentado en sociedad.

El momento en que a Bush le iba mal en las encuestas, la resistencia patriótica causaba estragos en las filas de los invasores, la justicia alemana exoneraba a Abdelghani Mzoudi de todo conocimiento de los ataques del 11 de septiembre, y la Corte Suprema anunciaba que en julio próximo, tres meses antes de la elección presidencial, daría a conocer su fallo ante las demandas que exigen conocer los archivos del Grupo de Política Energética Nacional (dirigido por el vicepresidente Dick Cheney), donde estarían las claves profundas de los atentados de 2001.

En Estados Unidos, la imagen de Saddam transformado en teporocho ha sido muy fuerte. ƑPor qué no resistió? El bien informado Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, dice que, una vez localizado el escondite, los soldados introdujeron un gas por el sistema de aireación que lo aturdió y le impidió usar su arma. Luego se planificó la puesta en escena de las imágenes conocidas en el mundo.

Es creíble. Al margen de juicios de valor éticos o morales, y a diferencia del general panameño Manuel Antonio Noriega (quien jamás peleó en combate alguno y se entregó dócilmente a las tropas de ocupación), Saddam arriesgó el pellejo durante más de cuatro décadas (su cojera) y participó en infinidad de alzamientos, intrigas políticas, conspiraciones y golpes de Estado.

Los dátiles están madurando. Si la resistencia se consolida en Irak, Palestina y Afganistán, y el jefe del terrorismo mundial ve que su popularidad decae, es muy probable que las fuerzas del bien consigan dar con Osama Bin Laden en alguna cueva perdida del Indukush.

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