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México D.F. Lunes 10 de mayo de 2004
Carlos Fazio
Seguridad nacional
Existen suficientes indicios que abonan la hipótesis de que la decisión del presidente Vicente Fox de llevar las relaciones diplomáticas con Cuba a su mínima expresión (nivel de encargados de negocios), fue una acción premeditada y combinada, en el tiempo, con el nuevo plan injerencista de la administración Bush, cuyo objetivo es "asfixiar" a la isla para provocar la caída del presidente Fidel Castro y destruir a la revolución cubana.
No es creíble, o sería una grave irresponsabilidad del jefe de Tlatelolco, Luis Ernesto Derbez, que no estuviera enterado de los contenidos previsibles y la fecha de divulgación del informe preparado para el presidente George W. Bush por la llamada Comisión de Ayuda a una Cuba Libre, que preside el secretario de Estado, Colin Powell. Desde octubre de 2003 se hizo público que las recomendaciones para "acelerar la transición en Cuba" -mediante operaciones encubiertas, de desinformación y propaganda, y de apoyo financiero y logístico a mercenarios en la isla- serían anunciadas el primero de mayo de 2004.
Los experimentados asesores de la cancillería y de las secretarías de Gober-nación y la Defensa Nacional (vía la información clasificada de los agentes de inteligencia del Cisen y de la agregaduría militar adscritos en la embajada de México en Washington) sabían -o debe-rían saber- y lo habrán comunicado a sus superiores, que el documento de marras reflejaría el sentir de los halcones militaristas que rodean a Bush y sería un estímulo para los elementos terroristas de la mafia anticastrista de Miami, agrupados ahora en el Consejo por la Libertad en Cuba (CLC), bajo el padrinazgo del gobernador de Florida, Jeb Bush, y el subsecretario de Estado para América Latina, Roger Noriega. Máxime considerando dos factores adicionales y complementarios: ante el empantanamiento de las tropas de ocupación de Estados Unidos en Irak -agudizado ahora por las revelaciones sobre vejaciones y torturas a prisioneros, admitidas por el propio secretario de Defensa, Donald Rumsfeld- era previsible un deterioro en la imagen del presidente Bush y una caída en las encuestas de cara a su relección. Lo que efectivamente está ocurriendo. Por eso, hoy más que nunca, Bush necesita del voto de los cubano-estadunidenses de Florida y de las argucias fraudulentas de su hermano Jeb.
Eso abre la posibilidad de una fuga hacia adelante; es decir, de un golpe quirúrgico contra la isla, acompañado de operaciones de manipulación ideológica y propaganda bélica que siembren en la opinión pública la idea sobre la nueva "amenaza" a la "democracia hemisférica" encarnada por el "satán" de turno (el "dictador" Castro), aderezada con la patraña inventada por el subsecretario de Estado encargado de Inteligencia, Carl Ford, y su colega para el Control de Armas, John Bolton, acerca de la existencia de armas de destrucción masiva en la isla, argumento que comenzó a fabricarse en 2001, incluso antes que se aplicara en Irak con los resultados conocidos: šfue una gran mentira!
Una acción de fuerza contra Cuba, así sea limitada, garantizaría a Bush el voto anticastrista, porque podría explotar la imagen de ser el único mandatario que hizo algo radical, concreto, afín a los intereses de la ultraderecha miamense desde la fracasada invasión en Playa Girón organizada por John F. Kennedy.
Por otra parte, "es falso de toda falsedad" (Santiago Creel dixit) que, como afirmó el canciller Derbez en sus intervenciones ante la prensa y los legisladores, México haya votado, en el caso Irak, en contra de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU. šQue presente la prueba! Está, sí, el registro, de que cuando Bush llamó al Presidente y le dijo "Vicente, quiero tu voto. De esto ya hemos hablado", Fox se escondió en el quirófano. Hay otro dato erróneo de Derbez: México sí voto, en Ginebra, en contra de una resolución que proponía "examinar" (ni siquiera condenar) la situación de los derechos humanos en Irak bajo la ocupación de Estados Unidos y sus aliados. También es falso que la reunión de Fox con los "disidentes" en la misión de México en La Habana, en febrero de 2002, formara parte del "programa oficial" acordado con los cubanos (ver versión estenográfica, Comisión Permanente, 7/5/04). Al respecto, el primer embajador de Fox en Cuba, Ricardo Pascoe, afirma que la reunión "sin previo aviso" con los disidentes, "se hizo a petición expresa de Washington, según me informó (el vicecanciller Gustavo) Iruegas" (En el filo, pág. 274). "(El encuentro) se había fraguado con semanas de anticipación, a mis espaldas" (pág. 332). La bitácora personal de Pascoe desnuda la doble moral "humanitaria" de Fox, que maneja dos medidas: una para Estados Unidos y otra para Cuba.
La cuasi ruptura de relaciones diplomáticas con la isla, ahora, con base en la "doctrina Castañeda" -pasando por la Operación Miami (la apertura de un Centro Cultural de México allí, como virtual "pago" a presuntos financiamientos para la campaña de Fox del exilio anticastrista) y el "comes y te vas" de Mon-terrey-, está al final de una cadena de hechos que marcan un continumm. Según Rafael Ortiz, ex representante del Cisen en la embajada, la "línea" política gubernamental "es reducir la relación con Cuba a su mínima expresión"... sería una ruptura diplomática.
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