México D.F. Lunes 10 de mayo de 2004
Seis menores viajaron a Florencia, Italia, con
la representación de México
Se inicia hoy congreso contra trabajo infantil
Han laborado de limpiaparabrisas, cerillos en
supermercados y cargadores de bultos
SUSANA GONZALEZ G.
Un grupo de seis niños y adolescentes -de los cuales
dos han trabajado como limpiaparabrisas en los cruceros de la ciudad de
México, uno como cerillo o empacador en supermercados y otro más
como cargador en la Central de Abasto- representarán a nuestro país
en el Congreso Mundial contra el Trabajo Infantil que este lunes inicia
en Florencia, Italia.
El
encuentro es organizado por el movimiento mundial Marcha Global contra
el Trabajo Infantil, cuya sede se encuentra en la ciudad de Nueva Delhi,
India, y se prevé que asistan unos 500 menores de 60 países,
informó la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal
(CDHDF).
El objetivo es que los niños trabajadores expongan
sus ideas y propuestas sobre el trabajo infantil, planteen alternativas
contra la explotación de los menores, la pobreza y la violación
a los derechos humanos de las niños y niñas, durante los
cuatro días que durará el foro.
La representación mexicana está integrada
por Jazmín, Abril Karina, Anabel, Isaías, Adolfo y Carlos,
quienes partieron hacia Italia en un vuelo comercial la noche del sábado.
La selección de los menores fue hecha por sus propios compañeros
en reuniones y talleres realizados por el Consejo Promotor de los Derechos
de las Niñas y los Niños, integrado por varios organismos
civiles y gubernamentales, luego de que el Observatorio Ciudadano de Políticas
de Niñez, Adolescencia y Familiar informó sobre el congreso
mundial.
El más pequeño de los delegados es Isaías,
un niño indígena otomí de 13 años de edad que
trabaja como limpiaparabrisas en un crucero de la colonia Roma, y para
quien el trabajo es necesario porque si no, siendo pobre, expresa: "¿de
dónde voy a sacar para comer?" Actualmente Isaías cursa el
sexto año de primaria, y aunque vive con su familia -su madre vende
muñequitas y su padre es campesino en Querétaro-, es apoyado
en sus estudios y alimentación por el Centro Colibrí, donde
acude por las mañanas, mientras en la tarde y noche limpia los cristales
de los automóviles que pasan por la avenida Monterrey.
De 17 años de edad, Jazmín también
trabajó durante muchos años como limpiaparabrisas o vendedora
de chicles en los cruceros, porque la mandaban su madre y padrastro, hasta
que llegó a Casa Hogar y pudo volver a estudiar; actualmente cursa
el segundo semestre del bachillerato. La adolescente pretende hablar sobre
los peligros que corren los niños que trabajan en la vía
pública y las vejaciones de las que llegan a ser objeto.
Otro enviado al congreso mundial es Adolfo, oriundo de
Michoacán, quien trabaja como carretillero en la Central de Abastos
y vive en un albergue del DIF. Adolfo tiene 16 años y ya no estudia,
aunque hasta hace poco cursaba la secundaria abierta.
También de 16 años de edad, pero en cuarto
año de preparatoria, Carlos ha trabajado como empacador de una tienda
de autoservicio en la colonia Buena Vista, pero también ayuda a
su padre, que es dueño de una tienda.
Las otras delegadas al congreso mundial son Anabel y Abril
Karina, de 16 y 17 años de edad, respectivamente, ambas estudiantes
del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM. Anabel lleva tres
años de participar en la Casa del Arbol, de la CDHDF, mientras que
Abril Karina fue niña consejera del consejo promotor
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