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México D.F. Martes 25 de mayo de 2004
GAM: JEFE DELEGACIONAL INDESEABLE
La
irrupción de Octavio Flores Millán, jefe delegacional con
licencia, en las oficinas de la delegación Gustavo A. Madero (GAM)
constituye una acción política tan bochornosa como las medidas
de acoso del gobierno federal contra el jefe del gobierno capitalino, Andrés
Manuel López Obrador.
Ayer, en forma inopinada, y más de 20 días
antes de que venciera la licencia temporal que él mismo solicitó
para separarse del cargo, Flores Millán decidió reinstalarse
a sí mismo sin más trámite que el envío de
una notificación a López Obrador y el allanamiento de la
sede, ocupada al más puro estilo de los grupos porriles priístas.
Si, como señalaron el secretario de Gobierno capitalino,
Alejandro Encinas, y la bancada perredista en la Asamblea Legislativa del
Distrito Federal (ALDF), no había, en términos estrictamente
legales, impedimento para que Flores reasumiera el cargo, resulta por demás
sospechosa la forma en que éste decidió hacerlo, es decir,
mediante un lamentable atropello al decoro político y a los procedimientos
institucionales.
Por elemental civismo y respeto a la institucionalidad,
el funcionario debió haber esperado la culminación de las
pesquisas, aún en curso, por el fraude de 31 millones de pesos cometido
en su administración por el empresario Carlos Ahumada y varios ex
subordinados del propio Flores, actualmente presos. Una vez que tomó
la decisión de volver al cargo en forma anticipada, el jefe delegacional
pudo, al menos, avisar con tiempo al Gobierno del Distrito Federal (GDF)
y solicitar la reinstalación mediante un proceso regular de entrega-recepción.
Pero los desfiguros de fondo y de forma cometidos por Flores Millán
en su reinstalación, así como la prepotencia y la irresponsabilidad
de que hizo gala, lo colocan en la situación de indeseable a ojos
de sus propios gobernados y del conjunto de las fuerzas políticas
en la ALDF.
En tales circunstancias, es improbable que el funcionario
pueda desempeñar su cometido de manera satisfactoria, y resulta,
por ello, adecuada y procedente la decisión de los diputados locales
perredistas de iniciar el procedimiento legal de remoción del jefe
delegacional. Ante la conducta provocadora de Flores Millán debe
saludarse la actitud serena y ajena a las complicidades partidistas de
esos legisladores.
Desde otra perspectiva, y aunque Flores Millán
expresó a López Obrador su supuesto "compromiso político
e institucional con usted y con el proyecto democrático nacional",
lo cierto es que su irrupción de ayer es tan perniciosa para la
estabilidad política capitalina que parece más bien inscribirse
en la campaña de acoso orquestada desde el Ejecutivo federal, con
apoyo de los acaparadores inmobiliarios y coyotes de todos los niveles,
contra el gobernante capitalino.
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