México D.F. Jueves 17 de junio de 2004
Más de 5 mil detenidos tras el 11-S;
a ninguno le han encontrado vínculos con Al Qaeda
Derechos civiles en EU, minados por la guerra contra
el terrorismo
Ashcroft enfrenta las críticas a su gestión
con anuncios sobre "detenciones espectaculares"
El somalí acusado de preparar un atentado en
Ohio sólo enfrenta cargos por cuestiones migratorias
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 16 de junio. El anuncio del procurador
general, John Ashcroft, sobre la acusación formal de las autoridades
federales contra un somalí de planear un atentado contra un mall
en Columbus, Ohio, fue reportado fielmente por todos los noticieros nacionales
y locales del país, y CNN lanzó una serie especial sobre
la nueva amenaza contra "objetivos suaves" como centros comerciales, cines
y supermercados, elevando el nivel de ansiedad en esta sociedad.
Pero
cuando La Jornada examinó el auto de acusación federal,
no aparece mención alguna de ningún complot para colocar
una bomba en un mall, y las acusaciones contra el somalí,
Nuradin M. Abdi, se tratan principalmente de violaciones a la ley de inmigración.
El caso contra Abdi, al parecer, seguirá el mismo patrón
de lo que ha ocurrido con casi los más de 5 mil extranjeros que
han sido detenidos en alguna ocasión desde el 11 de septiembre de
2001 sin cargo formal y sólo con la justificación legal de
"detención preventiva".
Según el abogado David Cole, profesor de leyes
en la Universidad de Georgetown y quien ha escrito extensamente sobre estos
temas, ni uno solo de los más de 5 mil detenidos ha sido acusado
formalmente de estar vinculado con Al Qaeda o por complicidad con los atentados
del 11 de septiembre. Sólo tres han sido acusados por crímenes
de terrorismo, pero dos de ellos han sido exonerados. La única persona
culpada de algún crimen relacionado con terrorismo está apelando
su caso, ya que los fiscales federales ocultaron información crítica
que podría haber puesto en duda su culpabilidad.
De hecho, igual como los cargos contra Abdi, la vasta
mayoría de las acusaciones presentadas por el procurador general
Ashcroft desde el 11 de septiembre de 2001 simplemente han fracasado como
casos ante los tribunales. Más de 80 mil extranjeros de países
árabes o musulmanes han sido obligados a registrarse -con huellas
digitales y fotos- ante las autoridades federales y otros 8 mil han sido
sometidos a entrevistas con la FBI. Pero, según Cole, este ambicioso
programa ha "fracasado en encontrar un solo terrorista".
Aun cuando el gobierno estadunidense ha procedido contra
sus propios ciudadanos, los casos suelen ser mal construidos. Por ejemplo,
el caso de José Padilla, quien Ashcroft dijo fue arrestado en 2002
después de descubrirse que planeaba matar a miles en este país
con una bomba radiactiva.
Padilla ha permanecido incomunicado desde su arresto hace
más de dos años, pero recientemente altos funcionarios del
Departamento de Justicia encargados del caso informaron a Newsweek
que la acusación de que Padilla estaba participando en un complot
para armar una bomba radiactiva "ha resultado ser equivocada y muy probablemente
nunca podrá ser utilizada ante un tribunal".
La lista de errores del Departamento de Justicia se alarga
cada día. Está el caso de Brandon Mayfield, el musulmán
estadunidense en Oregon detenido sin cargos este año porque la FBI
determinó que tenía huellas digitales que comprobaban ciento
por ciento que había participado en los atentados en Madrid. Dos
semanas más tarde, la FBI debió admitir que se había
equivocado y se liberó a Mayfield.
O está el caso del hombre árabe arrestado
poco después del 11 de septiembre de 2001 acusado de haber estado
en la zona de las Torres Gemelas utilizando un radio de comunicación
aérea. Aunque el hombre confesó bajo tortura que sí
era su radio, la policía se enteró más tarde que era
absolutamente inocente y que el radio pertenecía a un piloto estadunidense
alojado en el mismo hotel que el árabe.
Como señala el columnista Paul Krugman en el New
York Times esta semana, las espectaculares acusaciones y las detenciones
podrían tener otro propósito: ocultar o distraer atención
del fracaso absoluto de Ashcroft en avanzar de alguna manera significativa
en el combate contra el terrorismo en este país. "En algún
lugar el terrorista del ántrax se está riendo", escribe Krugman.
El columnista del Times también sospecha
de los tiempos para los anuncios espectaculares hechos por Ashcroft. La
conferencia de prensa en la que se acusó a Abdi de estar casi listo
para realizar un atentado contra un mall en Ohio, se llevó
a cabo un día después de que se filtraron copias de
un documento secreto del Departamento de Justicia justificando la tortura
al público. Otros anuncios parecidos de Ashcroft también
han coincidido con noticias poco amables al procurador general.
Hoy, un grupo de cinco senadores encabezados por Edward
Kennedy, apoyados por organizaciones de defensa de libertades civiles y
de inmigrantes, presentó un proyecto de ley que, afirman, modificaría
algunas de las leyes aprobadas poco después de los atentados del
11 de septiembre que otorgaron amplios poderes al procurador general y
a otros altos funcionarios. El proyecto de Ley de Restauración de
Libertades Civiles no se deshace de la Ley Patriota dentro de la cual se
establece los extensos nuevos poderes para las autoridades de seguridad
pública, pero si limitaría el derecho del gobierno de realizar
audiencias secretas de deportación de inmigrantes y obligaría
a las autoridades a informar a detenidos de los cargos en su contra en
un plazo de 48 horas.
La iniciativa también busca impedir el uso de violaciones
mínimas de las leyes de inmigración -como la falta de informar
sobre un cambio de dirección- para mantener a personas en la cárcel.
Sin embargo, es poco probable que este proyecto sea aprobado este año.
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