México D.F. Viernes 25 de junio de 2004
La guerra de guerrillas se intensificará
durante el resto del año, estiman analistas
Sin precedente, los ataques insurgentes contra policías
iraquíes y tropas de EU
PATRICK COCKBURN THE INDEPENDENT
Bagdad, 24 de junio. Los ataques de hoy en las
ciudades y poblados del centro y el norte de Irak alcanzaron un nivel de
coordinación ja-más visto hasta ahora. Lograron asestar golpes
a estaciones de policía e instalaciones del gobierno interino desde
Mosul, en el norte, hasta Fallujah y Ramadi, en el oeste.
Los
ataques mostraron también que el ejército estadunidense mantiene
un asidero incierto en varias partes del país árabe, 14 meses
después de que el presidente George W Bush declaró el fin
de las principales ac-ciones de combate.
La Autoridad Provisional de Coalición (APC), encabezada
por Washington, que ha gobernado en Irak durante más de un año,
advierte hasta a sus propios empleados que sólo utilicen el camino
al aeropuerto en ciertos horarios del día.
La APC y el ejército estadunidense ha-bían
previsto un incremento de la violencia en estas fechas, y sugirieron que
los rebeldes pretendían arruinar la presunta entrega del poder a
un gobierno interino iraquí.
Pero la facilidad con que los insurgentes lograron montar
estos ataques muestra que la guerra de guerrillas con toda probabilidad
se intensificará durante el resto del año.
Muchos de quienes murieron este jueves eran policías
iraquíes de uniforme azul, cu-yo número es de 89 mil, la
mayoría mal ar-mados y peor equipados.
Uno de los muchos aspectos extraordinarios de la ocupación
es que, después de un año de onerosos gastos militares, los
policías iraquíes aún carecen de ametralladoras efectivas,
chalecos antibalas y vehículos blindados. Hasta los granjeros están
a menudo mejor armados que la policía.
Los ataques también subrayan lo que ha sido evidente
desde los primeros días de la insurgencia: Washington no tiene suficientes
soldados aquí.
De por sí ha hecho grandes esfuerzos por sostener
138 mil efectivos en Irak. Cuenta además con otros 23 mil soldados
de una miscelánea de aliados, sobre todo Gran Bretaña, pero
muchos no combaten, como el contingente ucraniano, o han dicho que sólo
participarán en labores humanitarias o de reconstrucción,
como los japoneses.
No son, por cierto, los ataques de rebeldes armados con
rifles AK-47, ametralladoras y granadas impulsadas por cohetes los
que causan las mayores bajas a las tropas de ocupación. El arma
más mortífera usada contra ellos es la bomba plantada al
lado del camino, fabricada por lo regular con varios proyectiles de artillería
pesada, contra las cuales el ejército de Estados Unidos no ha encontrado
respuesta.
Si bien los ataques estuvieron mucho mejor coordinados
que cualquier otro visto en el pasado, la resistencia está aún
fragmentada. Todos los combates se dieron en zonas musulmanas sunitas,
y en lugares don-de ya se habían librado combates.
Fallujah y la zona media del Eufrates si-guen siendo el
corazón de la rebelión, aunque existen también centros
de resistencia en Balad y Baquba.
Fuera del Kurdistán, la ocupación estadunidense
es impopular en todo Irak. La encuesta realizada por la propia APC, en
mayo, mostró que 92 por ciento de los iraquíes árabes
dicen que consideran ocupantes a los estadunidenses, y apenas 2 por ciento
los ven como libertadores.
Poco después del derrocamiento de Saddam Hussein,
los sondeos mostraban que los iraquíes estaban divididos casi en
partes iguales sobre ese tema.
La base del régimen de Hussein eran los árabes
sunitas rurales, alejados de Bagdad y de las principales ciudades. Los
sunitas urbanos habían florecido bajo la monarquía.
No es sorprendente que aquéllos fueran los primeros
en rebelarse, sobre todo cuando Paul Bremer, el virrey estadunidense, disolvió
el ejército y los cuerpos de seguridad en los que muchos de ellos
prestaban sus servicios.
Los rebeldes son nacionalistas y religiosos. Washington
siempre parece subestimar la fuerza del nacionalismo iraquí. En
el oeste de Irak han florecido grupos militantes islámicos. En Fallujah
han estado a la caza de tiendas donde se expende alcohol, advierten a los
barberos que no deben realizar cortes de pelo de estilo occidental y exigen
que las mujeres se pongan velo.
Siempre ha parecido que hay diferencia entre el movimiento
de resistencia más am-plio y la campaña de coches bomba.
Esta última, llevada a cabo sin reparar en las
bajas civiles iraquíes, ha dado la impresión desde hace tiempo
de tener una coordinación central. Ha logrado asestar golpes en
Arbil, en el extremo norte, y contra las instalaciones petroleras del golfo
Pérsico, muy al sur en el país árabe.
Los hombres que se inmolan son con frecuencia extranjeros,
pero son iraquíes las casas de seguridad, la inteligencia, la compra
de vehículos y, en general, el apoyo.
Estados Unidos ha impulsado desde ha-ce tiempo la idea
de que un jordano llamado Abu Musab Zarqawi, ligado a Al Qaeda y presunto
jefe del movimiento Tawhid y Jihad, es el genio organizador detrás
de los ataques suicidas.
Puede que sea cierto, pero la evidencia respecto de su
función es aún un tanto escasa, consistente apenas en una
larga carta que se cree escrita por él, y en declaraciones publicadas
en sitios web islámicos.
Muchos miembros del actual gobierno iraquí dicen
creer que la inteligencia siria e iraní tiene un papel mucho más
importante en la campaña antiestadunidense de lo que comúnmente
se cree.
Sin embargo, la mayor parte de la resistencia iraquí
es intensamente local. El ejército estadunidense ha descubierto,
con gran costo de su parte, que si un poblado o ciudad se ve amenazado
es probable que todos sus pobladores jóvenes se unan a la batalla.
Están unidos por lazos de religión, nacionalidad, tribu,
localidad y familia.
Los iraquíes en general distinguen entre los atacantes
suicidas y la resistencia que ata-ca a los estadunidenses; condenan a los
primeros y apoyan a la segunda.
Los ataques de hoy muestran lo difícil que será
terminar con la guerra de guerrillas mientras la ocupación continúe,
y en tanto no se logre un acuerdo político general.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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