México D.F. Viernes 25 de junio de 2004
Alquimia rinde homenaje al ''maestro
de la luz'' en su número más reciente
Urgen expertos a publicar un catálogo razonado
de la obra de Alvarez Bravo
Piden reunir en un libro todos los textos relativos
al quehacer fotográfico del artista
La revista especializada ofrece imágenes de su
autoría poco conocidas
MERRY MAC MASTERS
Reunir en un libro la fortuna crítica, así
como publicar un catálogo razonado de la obra fotográfica
de Manuel Alvarez Bravo (1902-2002) es un imperativo, coincidieron los
presentadores del número 19 de la revista Alquimia, concebido
como un homenaje al ''maestro de la luz".
José
Antonio Rodríguez, editor de Alquimia, órgano de difusión
del Sistema Nacional de Fototecas, manifestó que muchos textos quedaron
fuera de la presente edición por falta de espacio, no obstante que
esta vez la revista aumentó sus páginas. La mayoría
de imágenes, poco conocidas, provienen de la colección Familia
Alvarez Bravo y Urbajtel.
Como señala el escritor Guillermo Sheridan, para
quien don Manuel, ''este cartógrafo de lo fortuito, este laborioso
teniente del calculado azar", es uno de los ''muy pocos clásicos
que ha producido México", el número enfoca sobre todo ''nuestros
intensos años 30, tan abandonados".
Mientras era predecible que se encontraran los ''exactos
artículos" de Xavier Villaurrutia y Luis Cardoza y Aragón,
toda una sorpresa constituye, por ejemplo, el de Máximo Bretón
-seudónimo de Febronio Ortega-, quien en 1930 propuso a don Manuel
como el ''primer fotógrafo mexicano que en cada impresión
ante el papel sensible, se plantea un problema".
Otro periodista de la época, Alfredo Nisse, comenta
''la modesta Exposición Permanente de Pintura Moderna Mexicana
que el simpático artista fotógrafo Manuel Alvarez Bravo acaba
de abrir al público en su domicilio de Tacubaya".
Persoaje de la izquierda real
Alquimia también recoge unas cuantas notas
escritas por ''un don Manuel incómodo, si bien nunca irascible,
ante la machacona descalificación de la fotografía como una
especie de artesanado utilitario en esa época en que aun la máquina
pasaba por objeto deleznable".
La buena cantidad de textos y de imágenes ''apresuran
la urgencia de crear un libro cabal que reúna bien anotados y reproducidos,
la totalidad de los escritos alrededor del trabajo de don Manuel", indicó
Sheridan.
Después de una breve estancia en Ejército
Mexicano, Enrique Bordes Mangel fue a dar a la Academia de San Carlos,
donde conoció al fotógrafo venezolano Ricardo Razeti, quien
lo convenció para que fuera ayudante general en el estudio fotográfico
que éste compartía con Manuel y Lola Alvarez Bravo, en la
calle de Ayuntamiento. Allí estuvo todo 1941. A decir de Bordes
Mangel, el homenajeado se fue a hacer fotos fijas al cine. Aunque siempre
quiso hacer cine de movimiento, pero nunca lo logró por la oposición
de los sindicatos.
Bordes Mangel, también una leyenda de la fotografía,
afirmó que don Manuel era una gente de la izquierda, no acomodada,
sino real. Contó una anecdóta relacionada con la primera
manifestación del 68. Bordes Mangel iba por Reforma cuando de repente
oyó una voz: ''Enrique, Enrique, dígales a los muchachos
que me dejen subir al camión". En el intercambio de impresiones
Alvarez Bravo confesó: ''Nunca pensé que volveríamos
a ver en México una manifestación así".
En sus comentarios sobre ese número de Alquimia,
el fotógrafo Pablo Ortiz Monasterio se refirió a las ''viejas
fotos nuevas de Manuel Alvarez Bravo".
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