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México D.F. Sábado 3 de julio de 2004
LAVADO DE DINERO, OTRA CARA DE LA DELINCUENCIA
El
Grupo de Acción Financiera contra el Lavado de Dinero (Gafi), dependiente
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE) dio a conocer en su más reciente reporte que México
sigue siendo deficiente en el combate al blanqueo de recursos, la
mayor parte provenientes del narcotráfico. A decir del organismo,
la corrupción de las autoridades y la superioridad tecnológica
y económica de los cárteles de la droga son los principales
obstáculos para enfrentar el ilícito. A pesar de que en 2003
aumentaron las denuncias presentadas por la Secretaría de Hacienda
y Crédito Público y las averiguaciones emprendidas por la
Procuraduría General de la República, ese año se lavaron
en el sistema financiero mexicano 24 mil millones de dólares, cantidad
que triplica el monto de las remesas enviadas por los migrantes desde Estados
Unidos en los primeros cinco meses de 2004. El Gafi señala que uno
de los principales obstáculos para combatir el ilícito es
la corrupción de las autoridades, y advierte que no se ha avanzado
en la agilización de los procedimientos para detectar el lavado,
confiscar bienes y procesar a los delincuentes, que persisten las deficiencias
en el proceso penal y que el Congreso se ha tardado en aprobar iniciativas
para endurecer las leyes. Se trata, en suma, de una forma de delincuencia
contra la cual no se ha actuado con la prontitud necesaria.
Estos rezagos son, a todas luces, preocupantes, dado el
poder corrosivo del lavado de dinero en el orden económico,
social y político de la nación, y su estrecho vínculo
con el crimen organizado. El blanqueo garantiza la continuidad en
la operación de las redes delictivas no sólo vinculadas al
trasiego de drogas, sino también al tráfico de bienes y de
personas, a la pornografía infantil y al secuestro, distintas formas
de delincuencia que agobian a la sociedad. Al mismo tiempo, genera graves
distorsiones en la economía al alterar el valor de la moneda, provocar
quiebras bancarias y afectar la integridad de las instituciones financieras.
Tiene también un grave costo social, por lo que implica destinar
mayores recursos a la seguridad pública y a la atención de
víctimas de la criminalidad. En el ámbito político,
las mafias del lavado han demostrado en diversos países que
son capaces de erosionar la legitimidad de un gobierno. Se trata, pues,
de una amenaza contra la seguridad nacional que ameritaría tomar
medidas urgentes y firmes para contrarrestarla y que, sin embargo, da la
impresión de que en México no se ha actuado así. Baste
señalar que según el reporte del Gafi, el secreto bancario
sigue siendo un obstáculo para investigar transacciones sospechosas
y, dicho sea de paso, ha servido de protección para los defraudadores
de la banca.
El blanqueo de dinero anida donde encuentra el
ambiente propicio de corrupción y laxitud en las leyes, por lo cual
los gobiernos no deben bajar la guardia ni retrasar las acciones para enfrentarlo.
Si bien es un ilícito que no es percibido por la ciudadanía
debido a que se comete por conducto de instituciones financieras o empresas
privadas mediante fraudes, o en oficinas públicas donde operan funcionarios
corruptos, es más grave que la delincuencia común por sus
efectos sobre los bienes de la nación y porque tarde o temprano
repercute en la seguridad pública.
Todas las instancias de gobierno, particularmente el federal,
debieran dar respuesta expedita a las recomendaciones de organismos especializados
para mejorar el combate al lavado de dinero -agilización
de procedimientos, reforzamiento de leyes, perfeccionamiento de procesos
judiciales- aun cuando no se organicen marchas multitudinarias de la sociedad
civil para exigir que así se haga.
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