Francisco José Cruz

La poesía, reducto de la humanidad

El bardo sevillano presentó Maneras de vivir, coeditado por Trilce y la UV

YANIRETH ISRADE

Conforme pasa el tiempo tengo menos cosas claras y esto me supone un alivio, afirma el poeta Francisco José Cruz, quien se define como alguien ''incapaz de leer la vida a través de sus arquetipos'' y cuya expresión poética se despoja de lo ''rotundo'' para que el lector intervenga y complete, o haga suyo, el poema.

El bardo sevillano (Alcalá del Río, 1962) es una figura crítica y literaria que goza de aprecio en su país, si bien por estos lares la difusión de su obra apenas comienza. Trilce Ediciones se ha propuesto acercar al público mexicano el trabajo del autor, quien fue invitado para presentar su libro Maneras de vivir, ganador del primer Premio Renacimiento de Poesía, publicado en la colección Tristán Lecoq, de Trilce, en coedición con la Universidad Veracruzana.

El acto ocurrió el martes pasado en el Centro Cultural de España, con los comentarios de Antonio Deltoro, Fabio Morábito y el autor.

Charla a tres voces

Maneras de vivir incluye 32 poemas y una conversación entre Cruz y quienes fungieron como presentadores de su obra en México: Deltoro y Morábito.

En esa plática entre colegas del verso, y sin aludir en ningún momento a la condición de invidente del autor (lo cual, por lo demás, tampoco parece necesario), Francisco José Cruz habla del estado de perplejidad, y no nostalgia, que conduce la escritura de sus poemas, en los que son constantes formas como el endecasílabo, los heptasílabos y los alejandrinos.

En cuanto a esa perplejidad, detalla: "trato de dar una presencia a cuanto ya no lo tiene. De ahí, tal vez, la relevancia de lo material a pesar de su desgaste. Dejar de ser algo no siempre significa no ser nada, sino empezar a ser otra cosa. Esa otra cosa puede llamarnos la atención sobre la primera. Perplejidad de quedarnos unos instantes entre lo que fue y lo que podría ser".

Un lugar que no es el propio

Antonio Deltoro, al referirse al volumen, apunta que las cosas sin las tareas para las cuales fueron creadas sobreviven, pero se aburren y padecen, son a un tiempo más reales y más difusas. ''Casi todos los personajes de Maneras de vivir habitan un lugar que no les corresponde, un tiempo que no es el suyo y que quizá por eso hace evidente su esencia".

En realidad, puntualiza Cruz, "más que recordar que el tiempo pasa, busco mostrar lo que deja a su paso o la interrupción brusca de su paso apenas iniciado, como si no fuera el tiempo el que destruye, sino el azar, algo ajeno al tiempo. Se crea así un estado de perplejidad, no de nostalgia"

Editor desde hace diez años de la revista de poesía Palimpsesto, añade que "un poema debe llegar a donde nosotros no llegaríamos sin él. Por eso supone una búsqueda y no la confirmación de nuestra pensamiento anterior a escribirlo".

En esa línea de pensamiento establece que lo imposible tiene su propia certeza: "La poesía no resucita a los muertos pero les da la realidad de su condición que la vida les quita. Esos muertos somos nosotros también, que nos vemos así antes de no poder hacerlo. Ponerse en el lugar de quienes ni siquiera pueden abrocharse un botón, peinarse o simplemente abrir la boca, da conciencia de nuestra vida y de ese modo despertamos a estos actos cotidianos cuya representación casi mecánica nos duerme. Quizá el único lugar donde el ser y el no ser de todo se reconcilien sea un poema".

A la poesía la considera además uno de los pocos reductos humanos donde intimidad y comunicación se nutren mutuamente, a contrapelo de una sociedad "tan impúdica como la nuestra, cuyos medios expresivos más potentes convierten lo privado en público y los público en descaro exhibicionista".