Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 29 de junio de 2008 Num: 695

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Dos miradas hispanomexicanas
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR entrevista con CARLOS BLANCO AGUINAGA y FEDERICO PATÁN

Trece poetas grupo hispanomexicano

Criptografía cuántica: a prueba de espías
NORMA LETICIA ÁVILA JIMÉNEZ

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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Jorge Moch
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De terapias y terapeutas

Dice la periodista estadunidense Alessandra Stanley que hay clichés que la televisión debe evitar porque están desgastados de tan manidos, pero que al mismo tiempo siguen conquistando al público. La puta con el corazón de oro, por ejemplo, o el psicoterapeuta que vive violentas tempestades internas. Y la fórmula todavía funciona. Hay una serie dramática producida en Israel que se convirtió desde su estreno en fenómeno de masas. Su título en hebreo es B'tipul (En tratamiento, o En terapia). La acromegálica productora estadounidense hbo , que antes tenía por costumbre copiar series inglesas, se ha fijado en la calidad y las consecuencias comerciales de las producciones israelitas (otro estreno reciente es también copia de un programa hecho en Israel, Tell me you love me Dime que me amas–) y lanzó su propia versión, previa y muy políticamente correcta asociación con los productores y guionistas originales de B'tipul , encabezados por el exitoso Hagai Levi. El título en inglés es fiel al original: In treatment. Hay varias cosas interesantes que señalar acerca de esta serie. Primero, que el original sea israelita (mero detalle de almanaque). Segundo, su formato. In treatment retrata, en breves capítulos de media hora, la semana de un psicoterapeuta estadunidense, cincuentón y en profunda, permanente crisis existencial y de pareja, Paul Weston, interpretado por Gabriel Byrne. Los encuadres casi siempre se reducen al interior del consultorio de Weston, y los viernes, día en que es él mismo el paciente, al interior de la oficina de su propia terapeuta y colega, la doctora Gina Toll (la estupenda Dianne Wiest).


Gabriel Byrne

Otro detalle que llama la atención es que el productor ejecutivo de la serie sea Mark Wahlbergh, quien hace una veintena de años adquirió fama por ser el hermanito delincuente de Donnie Wahlbergh, integrante de uno de esos grupitos de bailarines y cantantes que en realidad ni bailan ni cantan, a lo Menudo, que a los gringos les causó furor en los años ochenta: los New kids in the block. Vueltas que da la vida, pues. Wahlbergh, después de usar el ridículo nombre artístico de Marky Mark, cuando quiso emular la carrera de su hermano pero haciendo rap en su propio grupo, Marky Mark & The Funky Bunch, creció como actor y se hizo un merecido lugar en el mundillo peliculesco (su actuación en The Departed Los infiltrados– de Martin Scorsese le valió una nominación al Oscar –tampoco cosa del otro mundo, que ya sabemos de la autoindulgencia hollywoodense– como mejor actor secundario). Lo cierto es que fue una revelación como intérprete, y es memorable su personaje de un actor porno en Boogie Nights. Hoy Wahlbergh es, además de In treatment, productor de otra serie exitosa para HBO, Entourage, que retrata la vida de un grupo de actores desconocidos, argumento basado en sus propias vivencias, que luchan por conseguir un papel en Hollywood.

In treatment ha causado algo de polémica entre el público de las series de hbo (no olvidemos las magníficas The Sopranos, Oz o The Wire, verdaderas hacedoras de una televisión novedosa, valiente y desenfadada en su discurso), público, por cierto, semper fidelis, y ha concitado también críticas no desprovistas de veneno. Desde el presunto crítico que argumenta que la serie no va a levantar porque Gabriel Byrne es una especie de Al Pacino de bajo presupuesto –uno de los más tontos argumentos que he podido conocer de parte de un crítico– hasta aquel que afirma que la serie es aburrida y petulante, pero la va a seguir viendo porque los personajes le causan gran morbo (razón de sobra por la que un productor de televisión mantiene al aire una serie). Pero a los más, como un servidor, esta nueva apuesta nos cautiva a pesar (o precisamente a causa) de su ritmo pausado, de sus diálogos casi siempre en sotovoce, de su ausencia de balazos o persecuciones. Es un buen contraste con la televisión trepidante de siempre.

In treatment se sostiene entonces a base de puro oficio de actor. Es la actuación del elenco la que mantiene una sesgada tensión afectiva y sexual a lo largo de cada capítulo, y la que logra, porque finalmente ése debe ser el propósito de cualquier histrión, meter al telespectador en el coctel emocional de los personajes. Las actuaciones de la australiana Melissa George, Blair Underwood y Michelle Forbes apuntalan con robustez una trama fragmentada, episódica, a manera de catálogo de historias conmovedoras, con sus mezquindades y miserias. De paso, uno a lo mejor se ahorra la propia terapia.