El personal médico y de enfermeras labora hasta 22 horas continuas
Sábado 2 de mayo de 2009, p. 35
Karla, de 26 años, y María del Carmen, de 52, son las pacientes de más reciente ingreso en el hospital Enrique Cabrera, del Gobierno del Distrito Federal con el cuadro clínico que produce el virus de la influenza humana A1H1N1, y que ya están bajo tratamiento y en observación.
Aun cuando no se ha confirmado que se trata de ese virus, la voz débil y atemorizada de Karla es fiel reflejo del ambiente que impera en el nosocomio, desde el área de ingreso en urgencias, donde se hace la primera valoración de los pacientes, un promedio de 150 que diario están acudiendo a solicitar consulta, 99 por ciento de ellos por algún problema con las vías respiratorias.
De éstos, sin embargo, solamente dos o tres serán hospitalizados, afirma el director de la institución, Fernando González Romero.
A Karla lo que más le preocupa ahora es que su hijo de ocho años haya resultado infectado con el virus, los médicos prometen que harán una visita domiciliaria para conocer el estado de salud del menor y el resto de sus familiares.
–¿Cuándo comenzó a sentirse mal? –le pregunta Armando Ahued Ortega, titular de la Secretaría de Salud local (SS-DF).
–Ayer.
–Se atendió rápido. ¿Y cómo se siente?
–Ya mejor.
–Usted va a salir muy bien señora. Tenga confianza –y lleva la diestra, desprovista de guante quirúrgico, al hombro de la paciente.
María del Carmen se observa más repuesta, aunque pasó dos días, martes y miércoles, con fiebre alta antes de internarse.
En una ciudad trastornada por la emergencia sanitaria, el personal médico, de enfermería y de otras áreas auxiliares en los hospitales de la ciudad está también completamente alterado, con guardias extras y sin días de descanso.
Desde que estudie esta licenciatura (enfermería) estaba convencida que mi interés por querer ayudar a las personas tendría sus sacrificios, sobre todo el tiempo familiar, el descanso
, comenta Isabel Juárez Gómez, quien es jefa de enfermeras en el hospital Enrique Cabrera, donde a partir de esta contingencia ha llegado a tener jornadas de 22 horas continuas.
El ya de por sí complicado horario laboral en un centro hospitalario no resulta tanto un problema en casa, dice, ya que su marido es médico, y sabe como es esto y en momentos como el actual, la fortalece el recuerdo de uno de sus cuatro hijos, el día en que le acompañó durante una jornada de trabajo y al final del día le dijo lo orgulloso que se sentía de ella, del trabajo que realizaba.
Otro caso es el de Alejandro Martínez, jefe de piso del nosocomio, por fortuna soltero
, por lo que las constantes ausencias de casa no son un problema y porque sus familiares están hechos a la idea de que su vida está en el hospital y más ahora con este problema
.
Como médicos, tenemos la vocación de vivir por nuestros pacientes
y asegura que así es no sólo para él, sino para los 30 médicos y cinco enfermeras que atienden a los enfermos mañana, tarde y noche.