El fin (provisional) del mundo
Que siempre no
¿Zombis o rebeldes?
El empleo, en debacle
Exportando drogas, violencia y ¡una epidemia!
La llamada de la Casa Blanca
La visión de Slim se quedó corta
Estado fallido
La pobreza, el verdadero virus
El Imparcial*
Tres tristes terminators de la banca de desarrollo
Fusionar para tapar créditos no pagados
América. Paradojas continentales (Segunda y última)
Por errores Necaxa y Tigres pagan alta factura
Tierra, de Elena Noriega
a pregunta ha sido formulada en distintos países, entre los que se cuenta, por supuesto, el nuestro: ¿por qué el virus A/H1N1, que según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha infectado a 898 personas en el mundo, ha resultado letal únicamente en poco más de una veintena de los 506 mexicanos contagiados? La primera respuesta podría ser –dando por cierto que las autoridades nacionales actuaron con la celeridad que se requería– el factor sorpresa
en el surgimiento de la epidemia.
Cada quien su golpe
ue no nos extrañe lo que ocurre afuera, si aquí el primero que se congratula por tener que mandar las muestras de la epidemia a Estados Unidos y Canadá es el presidente Calderón, después de la sostenida agresión a la comunidad científica y tecnológica de México y, por tanto, a todos los mexicanos. Por otro lado, pero en la misma línea, el secretario del Trabajo, al ser cuestionado por la política de Estado que se seguirá para apoyar al sistema productivo en esta desgracia, contesta que cada quien su golpe, igual que con la crisis económica, poniendo aún más en rebaja el precio de la fuerza de trabajo y abaratando el despido. Que nos sirva para reflexionar si votamos o no y por quién.
yer conversé largamente con Miguel D´Escoto, Presidente pro témpore de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Antes lo había escuchado cuando habló en la reunión del ALBA en Cumaná, el 17 de abril.
na vez que se desató la crisis financiera en septiembre de 2008 surgieron distintas interpretaciones sobre su gestación y hasta de su inevitabilidad. Mientras estaba en proceso, la probabilidad de que sobreviniera no se consideraba entre los principales participantes: gobiernos, bancos, hipotecarias, inversionistas y deudores. Quienes apuntaban en esa dirección estaban muy al margen.
éxico vive una profunda crisis general: económica, financiera, política, cultural, de seguridad. Lo extraordinario tiende a convertirse en ordinario. La política económica de Felipe Calderón, continuadora de los cuatro anteriores gobiernos neoliberales, ha conducido al país al caos y la miseria. Como nunca, por encima de partidos, clases y estamentos, esa política es rechazada por la mayoría de la población.
rancia sobresale por sus avances científicos. Su Instituto Pasteur goza de renombre internacional. Merecen entonces atención las palabras del director del Instituto Nacional de Vigilancia Sanitaria de ese país, Françoise Weber, quien dijo: la epidemia de gripe humana circuló en México desde hace semanas y se detectó tardíamente, cuando llegaron los casos más graves y los decesos
.
l sábado 24 de abril, el Ejecutivo pasó por encima de la Constitución al declarar unilateralmente un estado de excepción. Si bien las medidas que Calderón ha tomado para combatir la epidemia están plenamente justificadas, la forma en que éstas han sido implementadas implica un flagrante agravio al estado de derecho. Al negarse a conseguir la autorización del Congreso de la Unión o fijar una fecha límite para sus poderes extraordinarios, el Presidente ratifica una vez más sus propensiones dictatoriales.
o sabemos si la llamada gripe porcina
llegará o no a ser auténtica pandemia. Pero se consolidan ya otras dos pandemias con fuerza letal: la desinformación y el autoritarismo fuera de control.
on las siete de la mañana cuando salgo de casa, ayer, primero de mayo. Sé que las manifestaciones que se anuncian no pueden haber comenzado. Pero en el aire primaveral se respira algo que no es la influenza A. No pienso en ella cuando un vecino me pregunta: “cómo va chez moi (en mi casa)”. No entiendo su intempestiva pregunta: ¿en mi casa? Insiste. Termino por comprender y le digo, como un escupitajo, lo que me sale del fondo: “que yo sepa, por ahora el número de muertos es muy limitado, creo que a causa de la influenza A no pasan de seis confirmados en México, lo cual no deja de ser siempre muy triste, pero no corresponde al término epidemia, sobre todo cuando se sabe que cada año hay, según información de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 500 mil muertos, si no un millón (¿cómo decía mi padre: quién se pone a contarlos en serio?), en el planeta a causa de la gripe normal
. Y a eso se pretende llamar epidemia... No me haga reír”. La señora que se ocupa de los basureros nos escucha y se me queda viendo con sus ojos de Carmen española, sin atreverse a decir en voz alta lo que me dice en un murmullo: creí que había unos mil
. Gracias Calderón
, se escapa sin querer. ¿Quién?
, me pregunta Carmen buscando el enemigo tras las paredes del edificio. No, Carmen, no vive aquí, se trata de un tipo que quiere hacerle mal a México
. Me escapo. Pero, un mesero que comienza su trabajo en el restorán de la esquina, un libanés, me pregunta: ¿Cómo van en México?
No puedo caminar sin que se me recuerde que soy mexicana, y casi culpable de la influenza que los medios repiten mexicana
, a pesar de los comunicados de la embajada para recordar que no se llama porcina ni mexicana, sino A, según la OMS.
on días previos al gran boom del cubrebocas, la nueva máscara mexicana. Un hombre, circunspecto y verosímil, vende calendarios de escritorio, que le incluyen los días transcurridos y por transcurrir
, toda una aportación, considerando los días de futuro suspendido que se avecinan. La aglomeración apacible o apaciguada por el calorón que llena andenes y vagones del Metro, está atrapada en un azul mundo subterráneo donde hasta el que no quiere ver se percata del halo menesteroso de un hombre sin camisa que se abre paso sin decir palabra. Costras de sangre le surcan la espalda. Uno que se ha arrastrado recientemente y todavía no se repone.
a feria de Sevilla desde la pantalla televisiva con los toreros modernos de posturitas aflamencadas que confunden con tener duende y torería, aunadas a un desfile de toros mansos, inservibles, se llevaron el serial por la borda. En la visión de corridas soporíferas sin la animación y el no sé qué
de la feria me llevaron a recordar esas horas de tertulia con mi amigo Paco Cañas en múltiples ferias.