Homenaje por sus 75 años, en el barrio de Santo Domingo
Lunes 1º de junio de 2009, p. a11
Hoy falló la tecnología y triunfó la poesía
, le dijo uno de los colonos del Pedregal de Santo Domingo al poeta Hugo Gutiérrez Vega, quien después de celebrar sus 75 años en el Palacio de Bellas Artes, en febrero, ahora acudió generoso, al atardecer de este sábado, a ser festejado también en ese barrio popular del sur de la ciudad, pero hubo un apagón.
El colono resumía así lo acontecido en esa singular jornada lluviosa, sin energía eléctrica, casi a oscuras, a la luz de dos velas y de una lámpara de celular, en la que, sin embargo, la palabra demostró su contundencia.
Fue un recital que, ante el silencio agregado de los micrófonos, terminó por convertirse en una velada íntima entre el poeta y la treintena de vecinos que, pese al mal tiempo y a la ausencia de energía eléctrica, se aventuraron a la sede del Centro de Artes y Oficios Escuelita Emiliano Zapata.
Estoy en un lugar que ha renovado formas solidarias
, dijo Gutiérrez Vega en referencia al amplio proyecto cultural generado por los colonos desde que fundaron el barrio, en 1971, y sobre todo desde que construyeron el edificio de la Escuelita y el Laboratorio de Teatro de Santo Domingo, hace tres lustros.
Ha sido un honor, un placer y revitalizante escucharlo, maestro
, le dijeron al final los habitantes de los Pedregales. Y casi enseguida regresó la luz y se fue la luminosa oscuridad.
Pero el poeta y los colonos ya estaban en comunión, tanto, que el también periodista, diplomático y actor aceptó poner una obra de creación colectiva con los promotores y actores locales, que él escribirá, dirigirá y actuará.
El recital de homenaje a Gutiérrez Vega, director de La Jornada Semanal y presidente del Consejo de Administración de esta casa editorial, comenzó cerca de las 7:30 de la noche, después de un recorrido por las instalaciones, aunque enseguida se fue la luz.
El invitado de honor pidió entonces a los presentes en el foro Amparo Ochoa que se acercaran. Todos arrimaron sus sillas a la mesa del poeta. Alguien llevó cuatro veladoras, aunque ante la protesta de humor negro del escritor retiraron un par de ellas. Otro colono se puso a su lado e iluminó con su cellular el ejemplar del que leía Gutiérrez Vega: Peregrinaciones, poesía 1965-2001.
Así, en cercanía, de la clara y pausada voz del que hablaba manaron anécdotas y poemas que, en su entreveramiento, abrigaron poco a poco a los presentes: que hay que vivir enamorado, que hay que ser agradecidos con quienes nos quieren, que estuvo preso en Mexicali, a 52 grados centígrados, por apoyar el movimiento ferrocarrilero de Demetrio Vallejo.
“¿Detuvimos a 1984? Creo que no”, dijo tras leer su poema dedicado a Orwell: “Los poetas, los ángeles sin alas,/ cómo escribir para decir las cosas/ este fin del año de 1968./ Qué pasará con las palabras,/ cómo levantarlas muchachos/ para detener a 1984”.
El poeta también recordó que estamos mal gobernados
, que ante el problema de violencia y narcotráfico se ha dejado al país en manos del Ejército, que hay un Estado fallido, que se han aliado mafias, empresarios, gobierno y televisoras. Y que, por eso, es el momento
de la movilización para frenar todo eso y “poder detener a 1984”.
Leyó poemas de juventud, de madurez, de poetas que deberían cerrar el pico
, o que no deberían cerrarlo, de la abuela que hablaba con los pájaros creyéndolos ángeles, de retos (¿en qué quedamos, pelona,/ me llevas o no me llevas?
), de Grecia (Todo el mar. Aquí está todo el mar
). Y cerró con un poema muy serio
, su Oda a Borola Tacuche de Burrón.
Un largo aplauso de pie y después, simplemente, el agradecimiento y la querencia recíprocos entre el humanista y poeta Hugo Gutiérrez Vega, y los humanistas y laboriosos colonos del Pedregal de Santo Domingo, encabezados por Fernando Díaz Enciso.
“Qué bueno que seguimos en esta furris vidorria. Hay que hacerla lo menos furris que se pueda. Y la única manera es mediante lo que hacen ustedes: la solidaridad y el compañerismo. Eso se respira apenas llega uno a la Escuelita”, dijo el poeta, y agradeció la invitación.
Esta es su casa, gracias a usted por haber venido, maestro
, dijo uno; otro sintetizó: Esta velada fue un alimento puro para el espíritu
.