l argumento central en contra del voto nulo es que se deja en manos de quienes voten por determinado partido, la decisión sobre cómo y con quiénes se integrará la Cámara de Diputados. Esos otros
, para estas elecciones, son sobre todo el voto duro de los tres partidos principales. De suerte que es bastante retórico decir que con el voto nulo se renuncia a escoger a nuestros representantes. Pienso que para un sector de los ciudadan@s descontentos con la situación actual, el voto nulo es bastante racional, porque no se renuncia a ejercer el derecho a votar y en cambio se envía un mensaje de repudio al conjunto de los partidos.
¿Esto lleva en sí mismo a un cambio? No, desde luego que no. Pero es lo mismo para cualquier opción de voto. Sea con un resultado electoral que lleve a la alternancia, como en 2000 o ahora con el voto nulo; los cambios sustantivos en la correlación de fuerzas vienen de una combinación de movilización social, ejercicio del sufragio y negociaciones políticas.
Las campañas de 2009 se diseñaron reconociendo la segmentación del electorado y el alto abstencionismo, a partir de estrategias minimalistas basadas en el voto duro. El PRI buscando convertirse en la mayor minoría a partir de su fortaleza territorial y el peso de sus gobernadores en la manipulación del voto. El PAN tratando de reducir su caída estrepitosa impidiendo que el PRI obtuviera una mayoría en el Congreso, usando los programas sociales y sobre todo un forma sesgada del combate a la delincuencia que convierte a contrincantes en potenciales delincuentes. El PRD tratando de controlar los daños ocasionados por su propia vocación caníbal. El PRI escogió como su tema central de campaña, su mayor capacidad para gobernar. El PAN, su pretendida eficacia en el combate al narco. El PRD no escogió tema sino semblanza de una cara amable y no rijosa.
La campaña a favor del voto nulo modificó esta dinámica. Desenmascaró el hecho que tres partidos con diferencias reales en lo programático tienen una misma forma de gobernar marginando o torpedeando las formas de participación ciudadana y reduciendo al máximo la rendición de cuentas.
¿Este movimiento por el voto nulo preludia grandes movilizaciones o es sólo un espasmo de hartazgo, un berrinche
?
Los grandes movimientos en México comienzan siempre através de una movilización de opiniones. La secuencia transita del movimiento de opinión a la movilización social gracias a un pliego petitorio unificador y a una forma orgánica de representación colegiada. Pero la chispa que enciende la pradera es casi siempre alguna torpeza de las autoridades gubernamentales. En un caso un acto represivo injustificado, en otro la ausencia de una autoridad responsable, en otro más, una campaña particularmente denigrante.
Hay otro tema crucial específicamente en relación con las izquierdas. El país necesita más que nunca una amplia coalición de izquierdas. Esa no ha sido la vocación actual de la izquierda partidista. Una parte del voto nulo será también una severa advertencia para que se avance en la conformación de una amplia coalición progresista capaz de disputarle a las derechas, los destinos del país en 2012.
Finalmente los inconformes con las reglas actuales de la política no sólo están entre los que anulen su voto. Una parte de los votantes que opten por un partido y sobre todo los que voten de manera diferenciada, así como algunos abstencionistas, podrían conformar una alianza que empuje después del 5 de julio, a la transformación del sistema de partidos. Rendición de cuentas, participación ciudadana y transparencia política serán seguramente el piso común de ese impulso reformista. Por ello el voto nulo como catalizador puede ser un voto que al contarse, cuente.
Me sumo a la posdata de Adolfo Sánchez Rebolledo: ¿De verdad los consejeros del IFE y los magistrados del Tribunal Electoral creen que nadie los observa?
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