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Error, incitar a Musavi contra la revolución islámica

EU necesita hoy más que nunca a Teherán ante Afganistán

El diplomático puntualiza interpretaciones equivocadas sobre el presidente Mahmud Ahmadinejad: A algunos les puede parecer premoderno y fundamentalista; pierden de vista que hay fuerzas más retrógradas que pueden aprovechar cualquier ruptura para emerger

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El embajador retirado, en un momento de la charla con La Jornada, el 22 de junio pasado, en la librería del Fondo de Cultura Económica de Miguel Ángel de Quevedo, en la ciudad de MéxicoFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 1º de julio de 2009, p. 16

Occidente –léase Estados Unidos y las potencias europeas– cometió un error garrafal al alentar la rebelión contra el gobierno de la revolución islámica e interpretar el liderazgo del opositor Mirhusein Musavi como reformista y modernizador, advierte Luis Ortiz Monasterio, ex embajador de México en Irán.

Observador acucioso de las convulsiones de la última década en Asia Central y Medio Oriente, el diplomático apunta hacia el gran riesgo que se incuba en esa percepción equivocada. Recuerda que fue Estados Unidos, al invadir Irak y propiciar la caída y ejecución de Saddam Hussein, quien abrió la puerta para que penetraran Al Qaeda y el talibán a la región. En Irán pueden despertar a las fuerzas más oscuras y retrógradas. A muchos el gobierno de Mahmud Ahmadinejad les puede parecer premoderno y fundamentalista; pierden de vista que hay fuerzas más retrógradas que pueden aprovechar cualquier ruptura para emerger.

Ahora retirado del servicio exterior y dedicado al estudio, Ortiz Monasterio fue embajador en Teherán de 2004 a 2008, concurrente en Afganistán, Pakistán, Kirguizistán, Uzbekistán y Tayikistán. Al hacer un balance de la reciente crisis poselectoral en la antigua nación persa, considera que ésta reveló que las potencias occidentales aún tienen nostalgia de los tiempos del sha Reza Pahlevi; de un pasado en el que Irán fue, como decían los críticos, un portaviones de Estados Unidos.

Con la presidencia de Barack Obama, Estados Unidos logró elaborar por primera vez un discurso de apertura hacia la revolución islámica. En las últimas semanas se volvió a complicar el escenario entre la Casa Blanca y Teherán. Ortiz Monasterio opina que estas nuevas fricciones podrían ser coyunturales.

Obama necesita hoy más que nunca a Irán para concretar su política hacia Afganistán. Sin Teherán no podrá. Mi impresión es que en Washington y en la OTAN esperan poder hablar con ellos.

–¿Cree que logre el respaldo de Irán, a final de cuentas?

–Ahmadinejad no da la impresión de tener interés en ese acercamiento. Por ahora no puede y seguramente no quiere dar esa imagen de apertura. Pero hay que tomar en cuenta que los discursos de ambos dirigentes son para consumo interno.

–¿Musavi hubiera servido mejor al interés de Washington?

–Fue un error de Obama esperar eso. No es un reformista. Por otra parte, un gobierno reformista tampoco sirve a los planes de Estados Unidos. Lo que requiere es un régimen que tenga dominio sobre las fuerzas reales.

–Trascendieron datos sobre la represión: una veintena de muertos, presos políticos, manifestaciones agredidas, controles para evitar el trabajo de periodistas locales y foráneos. ¿Qué le dicen de la naturaleza del régimen?

–No hay que desdeñar estas informaciones, pero para los estándares de Medio Oriente, estas cifras no son inusuales. Claro que la difusión de estos hechos por medio de las nuevas tecnologías ha creado una situación emocional que impacta mucho. Pero lo cierto es que no salieron las fuerzas más represivas. Entraron en acción los basijis, jóvenes reclutas. No salieron, afortunadamente, los pasdarán, los milicianos de la guardia islámica.

Lo que quieren los seguidores de Musavi

–¿Por qué Musavi recibió apoyo de Occidente?

–Fue un apoyo acrítico y amnésico. Él fue el creador de la vinculación con Hezbollah, por ejemplo. Se nos olvida que la revolución islámica ha permitido a Irán ser un país autónomo en sus finanzas, en su política energética, con seguridad alimentaria, con su propia bolsa de valores. ¿Creemos realmente que, a nombre de una democratización acelerada, van a aceptar retroceder al pasado colonial? Hay que tomar nota de la cautela de China y Rusia: ellos no quieren que, a cambio de que las señoras se quiten el velo, una potencia asiática se convierta en colonia de Occidente una vez más.

–Que las señoras se quiten el velo no parece una demanda menor. ¿Cómo entender un país donde la mujer tiene que ocultar su cuerpo?

–El tema del chador nunca lo vi como una forma de subestimación de las mujeres.

–Otros temas suscitan también críticas. La homofobia expresada por Ahmadinejad, por ejemplo.

–La homosexualidad es vista como una transgresión gravísima en los países islámicos, no sólo en Irán. Me imagino que en esos países los clósets deben ser grandísimos. Pero las declaraciones del presidente sobre la materia han sido mal traducidas y mal interpretadas por la prensa occidental.

–¿Qué hace a Mahmud Ahmadinejad atractivo para el electorado iraní?

–Les hizo un servicio a las elites al haber reconectado el poder político con las masas populares, que estaban olvidadas por los gobiernos de la revolución después de 30 años. Reconstituyó la alianza del régimen y los creyentes. Por otra parte, los musulmanes de la calle en El Cairo (Egipto), en Ammán (Jordania), en Sana (Yemen), en Manama (Bahrein) están molestos porque sus líderes no defienden a los palestinos ante Israel, como esperarían, porque son aliados de Estados Unidos. El único que sí se planta es Ahmadinejad. Por eso, con su imagen humilde, sus trajecitos modestos verde perico y calcetines blancos; con esos ojos de alfiler que tiene, tiene un gran prestigio en las poblaciones del mundo islámico.

–Otra razón de la antipatía de Occidente hacia Ahmadinejad es su posición de negar la existencia del Holocausto.

–Me llama mucho la atención el pésimo manejo que tienen de sus relaciones públicas. Nunca fueron capaces de aclarar el malentendido sobre ese discurso. No me toca a mí interpretarlo, pero sí creo que lo han citado y traducido muy mal. Pero por otra parte, su lenguaje antisionista tiene muy buena recepción en la calle islámica.

–¿Cree que va a perdurar el movimiento opositor, ahora que los Guardianes decretaron el triunfo de Adhmadinejad?

–Creo que un movimiento no puede perdurar con un líder como Musavi. Hay señales de que ya se llegó a un acuerdo. Una de ellas fue el guiño que Jamenei lanzó al ex presidente ayatola Rafsanjani al refrendar su honorabilidad. Él, que sí es modernizante y fue acusado de corrupto durante la campaña, mantiene una rivalidad de larga data, como Jamenei, desde la muerte del ayatola Jomeini. Hay que destacar que ninguno de los dos es ayatola, son hoyatoleslam, un rango menor. Ahí se originó buena parte del conflicto de ahora. Pero esas señales se refieren a los tratos entre políticos. Con las fuerzas sociales no sabemos qué pasará.

–¿Qué esperan los seguidores de Musavi sobre temas centrales, como las políticas nucleares o frente a Israel?

–Su queja contra Ahmadinejad es que con sus excesos de lenguaje ha desprestigiado al país. No han ido más allá. Ellos quieren mejores relaciones con el mundo. No quieren que su pasaporte iraní los haga unos apestados.