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Ver día anteriorDomingo 26 de julio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El dilema de la fayuca

Desde otras ciudades
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Escena de la clausura del mercado de CherkizovoFoto Tomada de Internet
M

oscú. Cerrar o no cerrar es el inesperado dilema que enfrentan las autoridades rusas en relación con el mercado de Cherkizovo, el equivalente moscovita del mexicano barrio de Tepito, que durante años funcionó como paraíso de la fayuca en la capital rusa, gracias a un bien aceitado –con billetes, se entiende– engranaje de corrupción.

Y así hubiera seguido de no ser por la reciente fiesta de inauguración del hotel de superlujo Mardan Palace, en el balneario de Antalia, en la costa de Turquía, cuya construcción costó mil millones de dólares.

La fiestecita –que contó con la asistencia, muy bien remunerada, según la prensa local, de Paris Hilton, Mónica Bellucci, Sharon Stone, Richard Gere y otros invitados especiales– tuvo uno de sus puntos culminantes cuando el dueño del hotel saltó a la pista a bailar en medio de una lluvia de billetes de cien dólares.

Entre los invitados más agasajados –para tener una idea, el anfitrión fletó un avión para ofrecer como botana 110 kilos de caviar Beluga– se pudo ver al alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, y a su esposa, Yelena Baturina, próspera empresaria y la mujer más rica de Rusia en la lista de millonarios de la revista Forbes.

El primer ministro, Vladimir Putin, montó en cólera al enterarse de que el dueño del Mardan Palace no es otro que Telman Izmailov, magnate de origen azerbayano afincado en Moscú, una de cuyas empresas mantiene bajo su control el mercado de Cherkizovo.

De un día para otro, como si hasta entonces nadie supiera nada, se decretó la clausura temporal de Cherkizovo al encontrarse todo tipo de violaciones de las normas sanitarias y contra incendios –pretextos formales–, así como casi 100 mil trabajadores extranjeros indocumentados y cerca de 6 mil contenedores con fayuca por un valor aproximado de 2 mil millones de dólares. De repente, el alcalde Luzhkov empezó a vociferar más fuerte que otros que él siempre había dicho que era necesario cerrar Cherkizovo.

Izmailov, que ha preferido no volver todavía a Rusia, alega que nada tiene que ver con el contrabando y que sólo arrienda el espacio para los puestos y tiendas. Poco menos de 10 mil pequeños comerciantes se quedaron sin empleo, ya no llegan a Moscú los 5 mil autobuses diarios con compradores de todas las regiones de Rusia, hay muchos afectados extranjeros (chinos y vietnamitas, la mayoría) y, entretanto, las autoridades federales no saben qué hacer: no desean dar marcha atrás y auguran la clausura definitiva de Cherkizovo, pero temen crear un problema más serio porque, aprovechándose de la coyuntura, los propietarios de otros mercados buscan atraer el negocio de la fayuca y se podría desatar una sangrienta guerra de mafias.

Juan Pablo Duch, corresponsal