El Museo Nacional de Culturas Populares exhibe piezas procedentes de varios estados
Aunque poco divulgada, su elaboración figura entre lo más vivo de las culturas tradicionales
Sábado 1º de agosto de 2009, p. 4
Una de las actividades más vivas de las culturas tradicionales –indígenas y mestizas–, aunque de las menos divulgadas, es la elaboración de velas de cera que se utilizan en múltiples festividades religiosas.
Una muestra, pequeña pero elocuente, de la belleza y significado de este tipo de velas ceremoniales tiene lugar desde el jueves en la sala María Sabina del Museo Nacional de Culturas Populares de Coyoacán.
Velas elaboradas en comunidades de Tlaxcala, Oaxaca, Morelos, Guanajuato, Puebla, Chiapas y San Luis Potosí, puede ser apreciadas por el público, al tiempo que se entera de los usos y significados que tienen en sus lugares de procedencia.
Por ejemplo, en la comunidad de Ixtenco, Tlaxcala, se elaboran tres variedades de velas ceremoniales: unas, las comunes, para el Día de Muertos; la vela Tres Marías, que es encendida un día del año, el sábado de Gloria, cuando se dice que se abre la gloria
; y la vela para la sacada de misa
.
Las velas de concha de Oaxaca son un conjunto cuya composición, según explica la ficha, corresponde a la de un árbol de la vida, y se utilizan en distintos momentos de la vida social del pueblo a lo largo del año.
En la comunidad de Axochiapan, Morelos, la velas ceremoniales y su proceso de elaboración constituyen el núcleo de la vida social, le proporciona cohesión e identidad.
Los promotores culturales Norma Zamarrón y Mauricio Barrón han trabajado estrechamente con artesanos dedicados a la labranza de la cera
en esa comunidad y han constatado su importancia para la comunidad.
En Axochiapan, las mayordomías encargadas de organizar las fiestas se han agrupado a su vez en hermandades. Una de las más antiguas es la Hermandad del 24 de enero
. Su ciclo ritual anual dura tres meses. Comienza el 28 de noviembre, cuando los hombres se van al cerro a juntar la leña para calentar los cazos donde se derrite la cera.
Al regreso de la faena, los que se fueron a leñar
son recibidos por las mujeres con música, comida y juegos pirotécnicos. Después se dirigen a la casa del mayordomo en turno.
La cera nunca se desperdicia
Según la información recabada por Norma Zamarrón y Mauricio Barrón, el proceso continúa el 24 de diciembre, cuando empieza la labranza de los cirios, en la que participan los 400 integrantes de la Hermandad, que incluye desde niños hasta ancianos.
Los cirios y todos los adornos deben estar listos a más tardar a las cuatro de la tarde del 23 de enero. Posteriormente se llevan en procesión a la iglesia del pueblo, cuyo patrono es San Pablo Apóstol, acompañados de música y danzantes.
El ciclo ritual se cierra cuando los cirios son apagados y llevados a la casa de la mayordomía, junto con estandartes e imágenes religiosas, donde son guardados hasta el inicio del nuevo ciclo.
La cera, natural de abeja, nunca se desperdicia. Cada año se utiliza para elaborar los nuevos cirios, de tal forma que se asegura que hay cera con una antigüedad de 400 años.