Crisis en el cuento foxista de la baja en la pobreza 2000-2006
Descenso de la pobreza rural: espejismo muestral
e la clasificación de un pueblo, un rancho o una ciudad como localidad rural o urbana depende que en el método foxista
de medición de la pobreza (que sigue usando indebidamente el Coneval), se use una línea de pobreza (LP) más o menos baja: por ejemplo, en el caso de la pobreza de patrimonio, la LP por persona al día fue en 2008 de 63.50 pesos en localidades urbanas (que el Coneval define como las de 15 mil o más habitantes) y de sólo 42.70 pesos en las rurales (menos de 15 mil habitantes). Todos creemos saber en qué pueblo o ciudad (es decir en qué localidad) vivimos. Sin embargo, el habitante de Cholula, Naucalpan o Tlaquepaque nos miraría perplejo si le decimos que vive en el área urbana o en la zona metropolitana de Puebla, México o Guadalajara. El área urbanizada (calles, viviendas, otras edificaciones) de muchas ciudades se va expandiendo y envolviendo antiguos pueblos, convirtiéndolos (de hecho pero no necesariamente de derecho) en parte de aquéllas, en cuyo caso sus habitantes, de rurales, debieran reclasificarse a urbanos y, en el método foxista, habría que aplicarles ahora la LP más alta. Esto bastaría para que aumentara la pobreza medida.
La única base de información de cobertura universal para estos fines son los censos y conteos de población, cuya definición de localidad es puramente administrativa: Todo lugar ocupado por una o más viviendas habitadas... reconocido por un nombre dado por ley o la costumbre
(Censo 2000). En el censo de 2000 se cuantifican 480 localidades en el Distrito Federal: 31 mayores de 15 mil (urbanas bajo cualquier criterio) cuando en realidad se trata de una sola área urbana de más de 8 millones de habitantes). En el país había, en 2000, 199 mil localidades, de las cuales la inmensa mayoría eran muy pequeñas. Sobre muchas de ellas cabe la duda de si siguen siendo, funcionalmente, localidades independientes o se han fusionado con una mayor y, por tanto, han cambiado su lógica de funcionamiento (por ejemplo se han vuelto áreas puramente residenciales sin actividad económica propia). Sin mayores correcciones, la ENIGH adopta este criterio de localidad y, con base en ello, sin mayores correcciones, el Coneval clasifica la población en urbana y rural (con el límite de 15 mil habitantes) y, en función de ello les aplica la LP alta (urbana) o la baja (rural). En mi experiencia de medición de la pobreza he observado que el cambio importante en los niveles de vida se produce en 2 mil 500 habitantes, y no en 15 mil, por lo cual en lo que sigue adopto este límite urbano-rural.
De lo dicho se desprende que, en el universo así identificado de localidades rurales hay dos categorías: las que funcionan de modo independiente o localidades rurales verdaderas; y las localidades rurales falsas, que forman parte integral de un área urbana. Entre ambas categorías puede haber diferencias dramáticas: las rurales falsas, a las que se llega por una calle o una carretera principal, la densidad poblacional es mayor y tienen altas probabilidades de acceso a servicios como agua entubada, recolección de basura, gas LP y teléfono doméstico. En las verdaderas, tanto la densidad de población como la probabilidad de acceso a estos servicios es más baja. Sólo un trabajo muy minucioso de delimitación, con tecnología satelital y de fotos aéreas, permitiría discernir unas de otras y mantener la distinción actualizada. Nadie lo hace, al parecer.
La ENIGH no distingue entre ambos tipos de localidad y, por tanto, considera ambos como si fueran rurales verdaderas. Por tanto, no puede controlar, al diseñar la muestra, la inclusión de una u otra. Sin embargo, las presiones de no elevar los costos del levantamiento (recuérdese que el Inegi fue sometido durante el gobierno de Fox a muchas restricciones económicas, tantas que estuvo a punto de no levantar el Conteo 2005 y tuvo que eliminar el cuestionario ampliado del mismo y para levantar las ENIGH estuvo obligado a pasar la charola) pueden sesgar el diseño muestral hacia localidades más cercanas, más accesibles, lo que llevaría a aumentar el peso de las localidades rurales falsas en la muestra total. Este sesgo también puede resultar de una intención de minimizar la pobreza rural. La evidencia que enseguida muestro me lleva a sostener que esto fue lo que pasó en las ENIGH 2002, 2004 y 2006, y que dicho sesgo fue corregido parcialmente en la ENIGH2008.
1) El tamaño promedio del hogar rural descendió de 4.61 personas en 2000 a 4.13 en 2006 (casi media persona menos) para repuntar en 2008 a 4.33. 2) El ingreso promedio de los hogares rurales, que había aumentado en 0.8 por ciento de 2002 a 2004 y en 20.2 de 2004 a 2006, cayó 16.3 por ciento entre 2006 y 2008. 3) Algunas condiciones de vida que mejoraron con rapidez entre 2000 y 2006 cambiaron de tendencia y empeoraron entre 2006 y 2008: a) los hogares que tienen lavadora doméstica habían aumentado de 23.9 por ciento en 2000 a 43.9 en 2006 y cayeron a 27.7 por ciento, perdiendo 16 de 20 puntos ganados; b) el porcentaje de las viviendas que cuentan con agua entubada al interior, que se había más que duplicado (de 20.2 por ciento a 42.3) entre 2000 y 2006, cayó a 31.1 por ciento, perdiendo la mitad de lo ganado; c) las que cuentan con excusado con conexión de agua, que también se había más que duplicado (de 17.6 por ciento a 39.9) cayeron a 28.5 por ciento, perdiendo la mitad de lo ganado; d) las que utilizan gas para cocinar, como puede verse en la gráfica, que habían crecido de 46.2 por ciento a 76.9 (ganancia de más de 30 punto porcentuales) entre 2000 y 2006, regresaron casi al nivel de 2000 (48.1 por ciento), perdiendo 28.8 de 30.7 puntos que habían ganado. Es decir, en dos de cuatro casos se perdió casi todo lo ganado, y en los otros dos se perdió la mitad. 5) La llamada pobreza patrimonial (de ingresos) del Coneval (con una delimitación en 15 mil habitantes), había disminuido de 69.2 por ciento a 54.7 entre 2000 y 2006 y repuntó a 60.8 por ciento, perdiendo 6.1 punto porcentuales (no muy lejos de la mitad) de los 14.5 ganados.
Ni las instalaciones de agua entubada en el interior de la vivienda, ni la conexión de agua del excusado fueron arrancadas de las viviendas rurales, ni vendieron las lavadoras, ni las estufas de gas; ni el ingreso subió como la espuma y luego cayó; los procesos de mejoramiento y deterioro son ilusiones estadísticas (un juego de sesgos muestrales) como se aprecia visualmente en la gráfica, resultado del aumento desproporcionado (intencional o no) en la muestra clasificada como rural, de las falsas localidades rurales y su posterior, y probablemente parcial, corrección. Dado que en la evolución de la pobreza nacional tuvo un fuerte peso la baja de la rural (14.5 puntos porcentuales), mientras la urbana lo hacía sólo en 3.9 puntos porcentuales, el develamiento de la ilusión estadística sobre la pobreza rural, pone fin al mito del espectacular descenso de la pobreza durante el reinado de foxilandia.