En un cuarto vive la señora Gregoria con tres de sus hijos, enfermos mentales, a quienes mantiene con los 25 pesos diarios que le pagan en una verdulería y los alimentos que le dan por su trabajo. Desde que murió su esposo, hace 10 años, sale a diario y deja a sus hijos encerrados, pero hace poco se enteró que Patricia, de 23 años, es víctima de abuso sexual por su hermano y dos vecinos.

Aunque quiso presentar la denuncia ante el Ministerio Público de Chalco, zona en la que vive, la respuesta fue: a su hija no le hicieron nada. Mejor vaya a su casa. El DIF municipal también conoce el caso, pero no ha podido hacer nada para ayudarla. Al contrario, aseguró Irma Ramírez, quien conoció a Gregoria y sus hijos y los ha apoyado, han retrasado la posibilidad de al menos poner a salvo a Patricia.

Señaló que funcionarios del DIF-Chalco realizaron una visita a la familia Trejo Meza. Confirmaron las condiciones de pobreza y hacinamiento en que viven, así como la afectación mental de Raúl, de 31 años; Patricia, de 23, y José Pablo, de 19.

Debido a que Irma Ramírez se ha dedicado a apoyar personas con VIH/sida, a quienes ayuda a conseguir atención médica y despensas, los empleados del DIF le comentaron sobre la problemática de Gregoria Meza, en particular sobre el abuso contra Patricia.

Lo que encontré es que Patricia y José Pablo no tenían documentos que dieran cuenta de la afectación mental que padecen.

Lo primero que Irma hizo fue solicitar una consulta en el hospital siquiátrico Granja La Salud, donde el pasado 3 de julio los examinaron. Los especialistas determinaron que Patricia tiene las funciones mentales superiores abolidas, trastorno de personalidad y sufre crisis convulsivas, aunque su pronóstico es bueno para la vida y la función social.

José Pablo tiene retraso mental con deterioro del comportamiento mínimo y también crisis convulsivas. El reporte clínico lo describe como un individuo con actitud de alucinado, no obedece órdenes, aunque el pronóstico también es bueno para la vida y función social, siempre que sea sometido a tratamiento farmacológico. Eso dice el papel, señala Irma, pero Pablo no habla ni controla esfínteres.

Ninguno de los dos toma medicinas. En el caso del mayor, Raúl, padece esquizofrenia y ha sido atendido en el hospital siquiátrico Fray Bernardino Álvarez. La señora sabe que sus hijos necesitan ayuda, pero desde que su esposo murió dejó de llevar a Raúl al servicio médico.

Así es como han vivido. Los tres no salen. Todo el día permanecen en el terreno donde viven, en el que sólo existe un cuarto.

La ausencia de la señora propició que dos hombres abusaran de la joven. Aunque es renuente a reconocerlo, también lo hace Raúl. Patricia lo dice, y asegura que ya está harta de que la molesten.

El área de trabajo social del DIF-Chalco ofreció, sin éxito, ingresar a Patricia y José Pablo a alguna institución. Pretendieron que los recibieran sin diagnóstico ni medicamentos, así que un día se los llevaron y al siguiente los regresaron.

Después Irma gestionó las citas en el siquiátrico La Salud, y con el apoyo del DIF fueron valorados. Ahí surgió otra complicación. Cuando Irma pidió a los médicos el reporte clínico, con los cuales podría gestionar ante otras instancias el apoyo para su atención médica, le respondieron que se requería una solicitud por escrito.

Yo la hubiera hecho, pero la trabajadora social del DIF, que también asistió, se ofreció a realizarla. Transcurrió un mes sin que llamara a Irma, y no fue sino hasta la semana pasada cuando obtuvo los documentos. Lo que sigue, dijo, es que un hospital o institución reciban a la joven. De entrada, el de La Salud quedó descartado, porque sólo atiende a varones. El teléfono para contactar a Irma es 41-18-36-96.