Jartum, 27 de agosto. El final de la guerra que estalló en Darfur hace seis años, con saldo de 300 mil muertos, fue declarado por el comandante del cuerpo de paz (cascos azules) de la Organización de Naciones Unidas (ONU), general nigeriano Martin Luther Agwai, pese a que dos millones 700 mil desplazados no pueden volver a sus hogares por temor a bandas delictivas en la convulsionada región sudanesa.

Hoy no diría que hay una guerra en Darfur. Militarmente ya no hay mucho. Lo que se tienen son problemas de seguridad, bandidaje, asuntos muy específicos, gente que trata de resolver problemas de agua y tierras a nivel local... Pero una guerra como tal, creo que ya terminó, dijo Agwai, quien concluye su misión esta semana en el país de África oriental.

En el momento de mayor crisis, en 2005, las milicias árabes Janjaweed –presuntamente afines a los grupos en el poder en Sudán– lanzaron varios ataques relámpago contra los habitantes de pequeñas localidades habitadas por gente de religión animista, a la cual incendiaron sus viviendas, vejaron y mataron.

La mayoría de los 300 mil fallecimientos ocurrieron hace cuatro años, cuando también hubo bombardeos aéreos sobre los pueblos de etnias negras, perpetrados por aviones que emprendían misiones supuestamente humanitarias. No obstante que el gobierno sudanés ha rechazado responsabilidad en los ataques, el conflicto llevó a la Corte Penal Internacional a emitir una orden de aprehensión en contra del presidente Omar Bashir, el primer mandatario del mundo acusado de crímenes de guerra.

Una analista de los conflictos africanos, Gill Lusk –citada por la BBC de Londres– advirtió que las declaraciones del comandante regional de Naciones Unidas podrían dar la impresión de que la problemática en Darfur quedó resuelta y aunque advirtió que ha habido un declive en los enfrentamientos, lo preocupante es que el gobierno abre o cierra la llave de los enfrentamientos y está claro que puede reabrirla en el momento que quiera.