La colaboradora de The Independent se presentó en Guadalajara
Lunes 7 de diciembre de 2009, p. a12
Guadalajara, Jal. Escocesa de nacimiento, pero africana de fondo, Aminatta Forna (Glasgow, 1964) presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara su novela El jardín de las mujeres, mosaico compuesto por los recuerdos de cuatro mujeres acerca de un polígamo, con el cual ella pretende acercarse al árbol genealógico del que proviene. Historias que, reconoce en entrevista, están relacionadas un poco con su vida, pero que sobre todo buscan penetrar de fondo en una cultura trastocada por la colonización y la guerra.
Hija de padre sierraleonés y madre escocesa, la periodista de la BBC de Londres por 10 años y colaboradora de periódicos como The Independent comenzó a brincar de los medios a la literatura con el libro The Devil that Danced on Water, aún sin traducción al español, el cual recibió elogios de la crítica y la dejó como finalista del premio Samuel Johnson en 2003. Esta primera obra es una memoria de su infancia y la historia de su padre, un medio disidente y líder político asesinado por denunciar la corrupción del gobierno de su país.
“En El jardín... quería escribir sobre mujeres, sobre su esencia, porque el libro sobre mi padre era muy masculino en cierto sentido. Me interesa mucho destacar cómo la vida de las mujeres africanas está muy determinada por las familias en las que nacieron: cuando la madre es la primera esposa el hijo tiene muchos privilegios; pero si se es hija de la tercera o cuarta mujer, éstos disminuyen, salvo si esa mujer es la favorita del padre. La familia refleja siempre a la sociedad de que se trate”, infiere.
–¿Qué tanto sirvió o perjudicó su experiencia de periodista para hacer una novela?
–Estoy muy contenta de haber sido periodista antes, porque estoy acostumbrada a escribir sobre lo que vivo y lo que veo. Cuando estaba escribiendo la memoria sobre mi papá era esencial saberme periodista: tenía que entrevistar a personas que estuvieron involucradas en su asesinato y debía olvidar mi parentesco, porque en ese momento era periodista. Fui capaz de hacerlo, porque era profesional; lo curioso es que los entrevistados también olvidaron que yo era la hija. Fue una cosa sicológica que no entiendo: en un momento olvidamos ese vínculo con la muerte de mi padre. Es decir, lo que veo es lo que me empuja a escribir, por eso no han sido otros escritores los que me han inspirado, sino la propia vida. El periodismo me ha dado la base para hacer mucha investigación para escribir. Me sentía frustrada como periodista, porque siempre tenía que contar historias que podía escribir de manera muy bella, y no podía. Fue una especie de liberación.
–¿Fue más fácil hacer una novela desde el punto de vista de las mujeres?
–He escrito más sobre hombres que sobre mujeres. No sólo el libro de memorias de mi padre, sino también la novela que publicaré en abril del próximo año. En esta ocasión quería cambiar la manera tradicional en que se habla de África, porque normalmente era un hombre europeo quien imponía su visión. Quería cambiar la perspectiva totalmente.
–¿Cómo se gestó la historia?
–Cuando escribía sobre mi padre, mi tía mayor, de 80 años de edad, estaba contando la historia de su familia desde 1890 hasta la fecha, historias maravillosas de mi bisabuelo, militar, y de su bisabuela, que era princesa. La tía no hablaba inglés y yo no hablaba el idioma nativo; me impactó por la belleza de lo que contaba. Murió un año después y, si no hubiera preguntado a mi tía todas esas historias, habrían muerto con ella.”