Lunes 7 de diciembre de 2009, p. a38
Una semana después de la corrida de su consagración en la Plaza México, Arturo Macías continúa en el centro de una polémica acerca de si el juez de aquella tarde, Miguel Ángel Cardona, hizo bien o mal cuando le negó el rabo, tras la muerte del alegre Cuatro Caminos, de Xajay. MundotoroMéxico, un portal de Internet, ha hecho una encuesta al respecto: 61.76 por ciento de los participantes opina que el de Aguascalientes sí merecía el máximo trofeo, mientras 38.24 por ciento considera lo contrario.
Siguen formando amplia mayoría quienes estiman que Cardona debió sacar el pañuelo verde que exigían miles y miles de pañuelos blancos, porque Macías realizó de manera cercana a la perfección la dificilísima suerte de matar recibiendo. En minoría están, por su parte, quienes juzgan que la estocada no quedó en todo lo alto sino ligeramente desprendida
, y que el representante de Marcelo Ebrard en el biombo se condujo con acierto y que con su actitud le devolvió seriedad a la México.
La última vez que alguien cortó un rabo en Las Ventas de Madrid, la plaza más importante del mundo, corría el año de 1976 y el que salió a los medios a exhibir esa negra penca de carne y cartílagos unida a una cascada de pelos fue Sebastián Palomo Linares. La rechifla que se llevó en ese instante, porque la concurrencia no ocultó su indignación ante un premio que le parecía exagerado, y por tanto ridículo, marcó un hito en la historia de la fiesta brava española.
Desde entonces, nunca más ningún torero ha vuelto a cortar un rabo en Las Ventas, y ningún juez se ha atrevido a otorgarlo, pensando en que quien aquella tarde recompensó así a Palomo Linares cayó en el peor descrédito y jamás regresó al albero madrileño a presidir otra corrida. En los 63 años de historia de la México, en cambio, las autoridades han concedido más de 150 rabos –el propio Macías cortó uno a principios de este año, alternando con Enrique Ponce, que obtuvo otro, durante la confirmación de alternativa de Joselito Adame– y nadie se ha incomodado por ello.
A la larga, la gente olvidará a Cardona y guardará en la memoria la emoción que Macías le produjo, citando de largo para cuajar esas dramáticas gaoneras a pies juntos, o templando las embestidas de Cuatro Caminos con la derecha y rematando las series con poderosos recortes y desdenes por la izquierda, antes de aquellas manoletinas invertidas, que causaron estragos en miles y miles de gargantas, devastadas de tanto gritar ¡ooole!, ¡ooole! y ¡oléee!