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El caricaturista acaba de publicar Dulce venganza, que reúne relatos policiacos

Rafael Barajas, El Fisgón narra la inusitada crueldad que se vive en México

La mejor manera de enfrentar esa terrible realidad es mediante el humor negro, asegura

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Rafael Barajas, El Fisgón, monero de este periódico, en su estudio, durante la entrevistaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de marzo de 2010, p. 4

Rafael Barajas, El Fisgón, cartonista, artista plástico, historiador del periodismo y la caricatura y narrador acaba de publicar un nuevo libro: Dulce venganza, una colección de historietas y cuentos policiacos, a partir de la cual reflexiona en entrevista:

“La literatura policiaca y el humor negro son de las pocas maneras que pueden dar cuenta de lo que realmente pasa en el país, que se ha convertido en uno de nota roja. Lo que ocurre en México es tan terrible y trágico que la mejor manera de enfrentarlo es mediante el humor negro.

Pero detrás de esa deshumanización total hay individuos que la pasan mal, que sufren. La crueldad afecta a la gente, la lastima, y todo eso va a tener consecuencias. Muy pocas veces en nuestra historia habíamos vivido un periodo en el que la crueldad estuviera tan desatada como ahora.

La venganza en este libro, explica a la La Jornada, es una forma de emparejar las tablas, el marcador; también una reivindicación ética y moral. La venganza es un recurso humano, en muchos sentidos indeseable pero muy común, y mueve a la gente. Aparte de la venganza criminal hay una social que se ha dado en otras épocas de nuestra historia, y sería raro que no la hubiera ahora.

Cercano desde hace muchos años a la creación de personajes policiacos en la historieta con, por ejemplo, el sargento Mike Goodness y del cabo Chocorrol, El Fisgón comenta en torno a su narrativa:

“En general todo trabajo, tanto en las historietas como en las caricaturas, es narrativo. Cuando entré a trabajar en La Jornada, nos contaban una serie de historias que eran totalmente verdaderas y tenían que ver con abusos de autoridad, sobre todo de los cuerpos represivos metaconstitucionales.

“Eran historias que no podíamos referir porque no teníamos la fuente precisa ni podíamos confirmar los datos. Entonces decidí empezarlas a tratar como si fueran historias de ficción. Y ahí me empezó a apasionar la narrativa policiaca. Me metí después a un taller de cuento, el de Biombo Negro, que tenían Felipe Ehrenberg y Lourdes Hernández.

Ahí desarrollé estos cuentos, que unos originalmente salieron publicados en una revista. Después fueron editados en otro libro por Grijalbo y ahora se reditan en Planeta, aderezados con una serie de cinco historietas, también policiacas y acerca de la venganza.

Precisa que estos cuentos ya fueron publicados y tratan de lo que era México hace 15 o 20 años. Hoy la situación es mucho peor. Estoy empezando a escribir otra serie de cuentos, que no sé cuando voy a acabar, que hablan de lo que es el México de hoy, historias de decapitaciones, narcotráfico, extorsiones. Pero estos relatos son vigentes porque hablan de que venimos de una cultura sumamente cruel, muy sanguinaria.

Cretinismo moral

–Recurre en los cuentos al lenguaje popular, que suele ser despreciado.

–Es un error menospreciar el lenguaje popular, porque tiene una riqueza enorme, una personalidad muy grande y, además, es el que hoy nos permite acercarnos más al lector. Tiene giros muy precisos que nos hablan mucho de lo que es nuestra sociedad.

El Fisgón habla acerca de uno de sus recursos literarios: el de distintos puntos de vista de una misma historia, como en el cuento El Miki Maus, donde un burlador seduce a su víctima y ambos cuentan su propia versión.

“El cambio de punto de vista permite darle un enfoque totalmente distinto a los mismos acontecimientos. De niño me impresionó mucho la película Rashomon, que es la misma historia contada cuatro veces desde distintos puntos de vista. Son historias complementarias, fragmentos distintos de la misma realidad que, cuando los juntas, se complementan y permiten al lector tener una visión integral.”

A partir de esa compleja interrelación de puntos de vista, Barajas reflexiona: “Uno de los problemas que tenemos hoy en México, y esto lo ha promovido mucho el neoliberalismo, es una cultura que impide a la persona ponerse en los zapatos del otro. Por eso es que, por ejemplo, Juan Molinar Horcasitas dice que no entiende por qué se quejan de cómo operaban las guarderías. Según él, todo estaba muy bien y, por el otro lado, se tiene el relato de los padres de las víctimas que dicen que lo que pasó es grave, monstruoso.

“Es una cultura de la negación, en la cual hay sectores que tienen una incapacidad absoluta de empatía. Es lo que podríamos llamar cretinismo moral. No son capaces de entender el drama de los demás, cuáles son las consecuencias de sus acciones. Y actúan a partir de su visión de la realidad, porque es la única que entienden y que pueden conocer.

Es un principio de intolerancia muy feo, que hace muchísimo daño y es de una crueldad increíble. Vivimos en una sociedad muy cruel, y lo que trata de reflejar este libro es justamente eso.