Violencia persistente
adrid. Si se reunieran a todas las mujeres que sufren violencia de género en Madrid, tanto física como sicológica, se necesitarían dos grandes estadios de futbol. Este dato, basado en un informe estadístico, refleja la envergadura de este problema en España, en general, y en su capital, en particular, donde se presenta uno de los índices más altos. La crisis económica y financiera y la desesperación de muchas familias por la falta de oportunidades ha provocado un ligero aumento de este fenómeno, sobre todo en los centros urbanos.
Desde que el ancestral machismo ibérico dejo de ser un uso y costumbre
, una ‘tradición” o una singularidad cultural
, para convertirse en una lacra a exterminar en la sociedad, el combate a la violencia de género se ha convertido en prioridad. Sobre todo desde la llegada al poder del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, en 2004, cuando vio la luz la primera ley integral contra las agresiones machistas.
A pesar del empeño de las administraciones públicas y de una buena parte de la sociedad, ya definitivamente distanciada de esa idea primaria de dominación del macho sobre la hembra
, los asesinatos de mujeres a manos de sus maridos, parejas o ex novios siguen siendo muy altos, en 2009 la cifra superó las 120 personas.
El European Journal of Public Health elaboró un estudio basado únicamente en Madrid y con el que buscaba poner énfasis en la problemática en la región, pero en su dimensión integral, es decir el número de mujeres que sufren violencia de forma cotidiana, tanto sicológica como física. Según este estudio, al menos 10 por ciento de las mujeres que tienen o han tenido una relación en los recientes 12 meses en Madrid ha sufrido algún tipo de violencia de género: 8.9 por ciento de las víctimas padece violencia sicológica, 2.4 por ciento, violencia física, y 1.1 por ciento, violencia sexual. Cifras que confirman que los esfuerzos públicos siguen siendo insuficientes, a pesar de que actualmente se ha creado una brigada especial de policías para atender denuncias y casos de violencia machista. El mito del macho ibérico sigue muy enraizado en una parte de la población, que se resiste, todavía, a los cambios propios de la llamada liberación femenina
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Armando G. Tejeda, corresponsal