Opinión
Ver día anteriorSábado 20 de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Niñez: más hambre, menos futuro

Mayor inseguridad alimentaria

Realidad destroza al discurso oficial

S

i la niñez es el futuro de la nación, como suele promoverse desde el micrófono oficial, nuestro país parece condenado a tener cada día menor esperanza en este terreno, como lo confirma el detallado estudio realizado por el Unicef y el Coneval (La niñez y la adolescencia en el contexto de la crisis económica global: el caso de México) divulgado el pasado jueves, el cual presenta resultados terroríficos, por decir lo menos, obviamente a kilómetros de distancia de la idílica versión calderonista de que la crisis ha sido superada.

Como bien lo apunta el referido estudio, el debate público en torno a la crisis y su magnitud se ha centrado en el monitoreo de los indicadores macroeconómicos, en el impacto de la crisis en el empleo y en sectores específicos, como el bancario o el manufacturero, pero poco se ha dicho acerca de sus efectos sobre los niños, niñas y adolescentes, población que incluso antes de la crisis se encontraba en México en una situación desfavorable con respecto a otros grupos en condición de pobreza y de vulnerabilidad.

El estudio toma como base la encuesta levantada por ambos organismo en el segundo semestre de 2009, y los resultados son demoledores: el porcentaje de hogares mexicanos que experimentaron inseguridad alimentaria severa se duplicó, al pasar de 8 por ciento en 2008 a 17 por ciento en 2009. De manera similar, mientras que en 2008 el 53 por ciento de los hogares con menores de edad contaban con seguridad alimentaria, en 2009 este porcentaje se redujo a 43 por ciento. Entre 2008 y 2009 el cambio más dramático se observó en el porcentaje de hogares que declaró que algún niño había comido menos de lo que debería, el cual se duplicó al pasar de 14 a 26 por ciento, igual a un aumento de 86 por ciento en el periodo.

Mientras que en 7 por ciento de los hogares se reportó que en 2008 un niño o adolescente había padecido hambre, en 2009 este porcentaje fue próximo a 18 por ciento (157 por ciento de aumento). Un comportamiento similar se observó en el porcentaje de hogares donde disminuyó la cantidad de comida para los menores de edad (pasó de 16 a 24 por ciento); donde un menor de edad se acostó con hambre (creció de 7 a 15 por ciento), y donde al menos un menor de edad comió sólo una vez o dejó de comer todo un día (aumentó de 5 a 14 por ciento).

El análisis ofrece un panorama que evidencia una mayor inseguridad alimentaria de la población en 2009 con respecto a 2008. “Estos resultados constituyen un llamado a los tomadores de decisiones para iniciar acciones correctivas para mitigar los efectos de la crisis económica, pues las limitaciones nutricionales en las etapas tempranas de la vida pueden tener consecuencias irreversibles para el desarrollo cognitivo, motriz y emocional de las personas que las padecen… Postergar la respuesta ante los impactos de la crisis y no actuar para revertir a la brevedad posible la vulneración de los derechos de la niñez puede tener elevados costos sociales y comprometer negativamente el desarrollo social y económico del país en el mediano y largo plazo”.

En 2009, en uno de cada dos hogares los entrevistados señalaron haber tenido dificultades para comprar la ropa y el calzado para los menores de edad, mientras que para 2008 esa cifra había sido de 35 por ciento; el porcentaje de hogares en los cuales las personas declararon haber dejado de comprar estos artículos pasó de 20 a 29 por ciento entre 2008 y 2009. Asimismo, mientras que en 19 por ciento los hogares se reportaron dificultades para llevar al doctor a las personas menores de 18 años en 2008, entre enero y julio de 2009 ese porcentaje fue de 29 por ciento; en este último año, en 12 por ciento de los hogares se dijo que habían tenido que dejar de llevar al doctor a los niños o de comprar las medicinas para los niños en 2009. Aunque en todos los grupos socioeconómicos se presentó un comportamiento similar al ya descrito, existen algunas diferencias importantes.

Las mayores dificultades para poder efectuar los gastos cotidianos que declara la población podrían verse reflejadas en la imposibilidad de aseguramiento del derecho a la educación y a la salud de las niñas y de los niños. A pesar de que no se observó un aumento significativo de la inasistencia escolar entre 2008 y 2009, el hecho de que en el último año en uno de cada cinco hogares del estrato socioeconómico bajo se haya mencionado no haber contado con todo el dinero para enviar a los niños y niñas a la escuela, supone un punto de alerta de atención prioritaria para evitar que estos niños pudieran abandonar la escuela de manera definitiva. También merece atención el hecho de que en uno de cada cuatro hogares del nivel socioeconómico bajo se haya señalado que habían tenido que dejar de visitar al doctor o de comprar las medicinas que necesitaban los niños del hogar.

En 2 por ciento de los hogares los entrevistados reportaron que sus integrantes estarían dispuestos a poner a trabajar a los niños, niñas y adolescentes en el hogar para mejorar su situación económica. En 6 por ciento de los hogares se reportó que algún integrante del hogar se había ido a trabajar a Estados Unidos por falta de dinero o recursos, cifra que coincide con 6 por ciento de los hogares en los que se dijo que estarían dispuestos a que algún integrante migrara ante eventuales dificultades económicas. Asimismo, en 8 por ciento de los hogares se dijo que estarían dispuestos a dejar de ir al doctor como respuesta ante situaciones de dificultad económica.

En uno de cada tres hogares se mencionó que estarían dispuestos a comprar comida más barata o una menor cantidad de ella para mejorar la situación económica de su hogar y en dos de cada tres se reportó haber recurrido a esta estrategia en 2009. Esta información es coincidente con el aumento observado en la inseguridad alimentaria. En casi 4 de cada 10 hogares entrevistados en 2009 se señaló que alguno de sus integrantes se había visto obligado a conseguir otro empleo o a vender diversos productos por falta de dinero o de recursos

Más de 50 por ciento de los hogares manifestó haber experimentado una reducción de sus ingresos, lo cual parece haberse traducido, en algunos casos, en una insuficiencia de los recursos económicos disponibles para satisfacer las necesidades de alimentación, salud y educación de la población infantil y adolescente.

Las rebanadas del pastel

Eso sí: todos al bailongo y a ondear la bandera nacional para celebrar los logros centenarios de la Revolución mexicana.