Sociedad y Justicia
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Las llamadas leyendas del ajedrez aniquilaron a personajes de la política y la cultura

Karpov y Kasparov brindaron en la UNAM experiencia sadomasoquista

Maestro: si me ha de matar mañana, máteme de una vez: Fernando Rivera Calderón

Para Víctor Flores Olea, ambos jugadores tienen el violín perfectamente afinado

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Continuó ayer el Festival de Ajedrez de la UNAM, que se realiza en la explanada del Museo Universitario de Arte ContemporáneoFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de noviembre de 2010, p. 33

Con el dudoso honor de haber sido la primera celebridad en ser derrotada por Garry Kasparov –en su caso, se diría que fulminado, a juzgar por los 11 minutos que duró la partida de ajedrez–, Marcelino Perelló confiesa: Me sentí como aquellos gladiadores que lo único que sabían era que iban a morir..., pero matiza a manera de justificación: no soy un empuja-maderas ¿eh?. Él es un Gran Maestro.

Esta vez, las partidas simultáneas en las que participaron los legendarios ajedrecistas Kasparov y Anatoli Karpov fueron 25, pero el lapso invertido en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM fue el mismo que la víspera: una hora y 30 minutos. Ahora no fueron universitarios con más formación de ajedrecistas, sino políticos en retiro, ex secretarios de Estado, poetas, escritores, músicos, comunicadores, cuya pasión o pasatiempo ha sido, por años, el ajedrez. Sin embargo, todos fueron igualmente liquidados, mas temprano que tarde.

Orso, hijo del escritor, Juan José Arreola, fue quien opuso mayor resistencia de todos los participantes. Tras hora y media de duelo mental con Karpov, reconoce que fue irremediablemente vencido por un precipitado enroque por flanco de rey....

Elocuente al hablar, como su padre, Orso hace una larga descripción de las fatales consecuencias que tuvo semejante decisión. No supo cuánto duró su partida y, apasionado como es de este juego, despliega a partir de ahí su teoría del tiempo en el ajedrez:

No se cual fue el tiempo real. Al estar jugando perdemos el sentido del tiempo, el ajedrecista entra al mundo maravilloso del ajedrez, se sale de la realidad y entra a otro tiempo... Es como la teoría de la relatividad....

Su hijo Alonso Arreola, igualmente apasionado de lo que su célebre abuelo definía como la única ocurrencia humana que queda fuera del ser humano... fue mucho más pragmático para confrontar al Ogro de Bakú, como llama a Kasparov.

Músico de profesión, fue avasallado por la agresividad del Gran Maestro; sin embargo, reivindica el orgullo de haber colocado en jaque al rey de Kasparov. Ni más ni menos, jaque al Gran Maestro. Una honra inigualable, así haya sido mediante una maniobra flagrantemente suicida –estúpida, reconoce él–, como sacrificar la dama antes de precipitar su rendición al siguiente movimiento.

A las 11:40 horas, Karpov movió el primer peón y comenzó esa experiencia que, a decir de los protagonistas, fue una suerte de sadomasoquismo: deleite y sufrimiento, éxtasis y agonía. Todo en medio del silencio de la sala, sólo interrumpido con aplausos que paradójicamente anunciaban la muerte de otro rey o la rendición de otro participante.

Le dije: Maestro, si me ha de matar mañana, máteme de una vez, admite Fernando Rivera Calderón, a quien le duró 12 movimientos esa confusión de emociones que conjuga el ajedrez. Como humorista que es, concibe la experiencia como una broma que valía la pena vivir.

Comunicador de larga trayectoria, Ricardo Rocha fue otro de los convocados a la sala Nezahualcóyotl, con la suerte de enfrentar a Karpov, un poco más paciente con sus adversarios que Kasparov. Rocha mide su experiencia en el aguante de movimientos: 17 o 18 a un Gran Maestro lo tienen satisfecho porque la partida fue como un traslado a otro planeta.

De pronto te hacen unas maniobras que sólo las entiendes tres o cuatro jugadas después...

Quizá el ensayista y diplomático Víctor Flores Olea es quien más románticamente describió los movimientos de los ajedrecistas rusos: Tienen el violín perfectamente afinado. Es la explicación de su derrota.

Al igual que la víspera, la vehemencia en el juego de Kasparov hizo que concluyera mucho tiempo antes que Karpov. Nadie pudo disputarle una partida por más de una hora. Y es que todos coinciden: conforme iban siendo derrotados, las partidas de quienes habían logrado sobrevivir adquirían un ritmo de vértigo con Kasparov.

Adriana Tafoya tiene como pasiones la poesía y el ajedrez, las que, por extraño que parezca, ha reunido en un libro dedicado a este deporte-ciencia-juego. Su publicación le valió su lugar para disputar una partida con Kasparov, oportunidad que no desperdició. Fue quien mas resistió los embates, nada amigables, del ex campeón del mundo, no fue mate, sino una rendición, en una explicación para entendidos que sugiere no haber pasado por la pena de padecer un jaquemate.