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Premios Nacionales 2010

El escritor y periodista fue reconocido por su notable quehacer literario

La literatura es la manifestación más plena del dolor humano, dice Solares

La estrategia del combate al narcotráfico es equivocada y ha creado una metástasis: se ha expandido el problema y el país está en un momento crucial, en un callejón sin salida, alerta

 
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de noviembre de 2010, p. 7

El mensaje que daría en Los Pinos si hubiese sido designado como orador en la entrega de los Premios Nacionales de Ciencias y Artes 2010, responde Ignacio Solares, es que estamos en un momento crucial en el que los intelectuales y los artistas tienen que contribuir para que se escuche lo que ya es clamor generalizado: la estrategia de combate al narcotráfico es equivocada y ha creado la función de una metástasis; ha expandido el problema. Este gobierno le dio forma a esta guerra para intentar legitimarse, pero perdió el control y estamos ya en un callejón sin salida.

Galardonado en el rubro de literatura –premio que comparte con Gonzalo Celorio y Maruxa Vilalta–, el maestro Ignacio Solares ha desarrollado una intensa carrera a caballo entre la literatura y el periodismo, además de su labor de promotor cultural.

Dirigió el suplemento Diorama de la Cultura en su etapa de esplendor, fue titular de la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México y en la actualidad es director de la Revista de la Universidad, reconocida como la mejor en su género en el país.

Nunca estamos solos

En entrevista con La Jornada, Solares dirige sus reflexiones de lo personal, lo íntimo y lo profesional hacia su compromiso social.

–Todo reconocimiento implica un reconocerse, un volver a conocerse. ¿Cuál es su reflexión en torno a este premio?

–Lo primero que tengo claro al recibir este reconocimiento tan significativo es que mi trabajo está absolutamente ligado a todos aquellos con los que he compartido esa aventura del periodismo y la literatura. Desde mis maestros más importantes, como lo son Julio Scherer y Vicente Leñero, que son quienes me dieron la oportunidad de trabajar haciendo periodismo y de hacer un suplemento cultural en su momento tan importante como fue Diorama de la cultura, y todos aquellos amigos que me han recomendado un libro, una película, todo ese entorno en el cual he podido crecer, realizar lo que he realizado.

“Parto de que nunca estamos solos. En esto tengo un pensamiento mágico y como tú sabes soy creyente, entonces me gusta pensar, a lo mejor es una utopía, pero me gusta pensar que no estamos solos: que todos somos todo y todo lo hacemos entre todos, incluso con mis muertos. Esto me ha ayudado mucho para poder transitar, realizar cosas y cuando viene un acontecimiento así piensas en todo aquello que te ha dado la vida, porque es muy fácil hacer el recuento de lo malo pero muy difícil hacerlo de lo bueno.

“Mi padre me empezó a regalar libros; desde muy niño tuve la fortuna de tener mi Salgari, mi Julio Verne, mi Robinson Crusoe, todo gracias a la maravillosa influencia de mi padre. Luego vino la aventura de estudiar letras. Todo es parte de algo que creo yo es un resumen.

Los premios no enriquecen una obra sino simplemente la hacen más visible. Me obliga a reflexionar sobre aquello de donde ha surgido este trabajo. Es entonces un premio absolutamente compartido.

–Pareciera existir una aparente contradicción: no estamos solos. Pero el trabajo periodístico es en equipo o no es. Y el de escritor es un oficio solitario. ¿Comparte este sentido de aparente contradicción?

–He sentido en mi escritura algo de mi admirado Madero, por quien me metí a la historia. Cuando descubrí que era espiritista dije: qué fascinante, una revolución que dictan los espíritus. Él me ha dado la pista. Al escribir, creo yo, haces una especie de sesión espiritista. Espero que no suene pretencioso. En ese sentido soy muy jungiano: Jung decía que lo ideal en literatura es aquello que va del inconsciente al papel pasando lo menos posible por el consciente. Incluso él aportó la escritura automática para conocer problemas sicológicos que de otra manera no se pueden decir. Quiso ir un paso más allá de Freud en el sentido de que el paciente no sólo lo diga sino que lo escriba. Y, también, él decía, tenemos por lo menos 10 yos, el problema de no conocerlos es no saber qué voz es la que está hablando. Entonces, se trata de conocer tus voces para conocerte realmente.

“Me parece que es complementario. Los momentos más plenos de cuanto he escrito han sido profundamente acompañado. Cuando han salido pasajes de corrido he sentido brutalmente la presencia de Cortázar; qué brincos diera yo por poder tener un mínimo del talento de Cortázar, pero lo he leído tanto que a veces sin remedio está presente.

Además, como escribo normalmente oyendo música, me acompaña. Ya tengo como cinco años que solamente oigo cuartetos. No me distraen, como la voz humana. Entonces, creo que más que contradicción lo que sucede es que el terror de la página en blanco sí es muy canijo, es horrible. Si te levantas temprano a escribir y no te patea la musa, qué haces. Eso sí es angustioso. Pero ya que corre, ya que fluye el inconsciente, es la experiencia más plena que he tenido.

Foto
Ignacio Solares durante la entrevistaFoto Cristina Rodríguez

El peligro de la hecatombe

–Si sus voces le dictan, ¿qué le dicen las voces del entorno, sobre todo en un país en situación tal como la de México?

–El problema es que yo creo que el escritor en su mejor acepción, más poética, es quien mejor advierte esos demonios que brotan. Por eso digo que por más firme que aparenta ser el suelo que pisamos y más seguro el sol que nos ilumina, el escritor siempre sabe que estamos rodeados de personas y que en cualquier momento vamos a una hecatombe.

“Esas voces de alarma son muy importantes, porque si con algo tiene que ver la escritura es con la infelicidad. El escritor que es feliz y la sociedad que es feliz no necesitan literatura. Porque la literatura es la manifestación más plena del dolor humano.

“Entonces en un momento como éste es cuando más necesitaríamos el antídoto, que es la cultura, para el veneno, que es la violencia, todo lo que hagamos por la imaginación, por el conocimiento, la reflexión, hace contrapunto, aunque no sea tan visible. Desgraciadamente puede más una metralleta que el pensamiento, pero creo en las utopías, en el cómo las personas cambian cuando leen, cuando están expuestas al arte, a la cultura.

Pepe Gordon, meditador, mantiene la teoría de que en una comunidad con que el uno por ciento medite, bajan notoriamente los niveles de violencia. Creo en esas utopías. Creo en esas esperanzas.

Es también en momentos de crisis cuando surgen más manifestaciones artísticas perdurables. La mejor literatura rusa con el zarismo y no con el realismo socialista, por qué la mejor literatura mexicana del siglo pasado surge con la Revolución. Hay algo que tiene que ver con la eclosión en todos sentidos.

–Su antecesor en este mismo galardón, Carlos Montemayor, ante la certeza de que el poder no le permitiría expresarse en la ceremonia de entrega de los premios nacionales, lo hizo por conducto de La Jornada. ¿Usted qué mensaje diría en esa ceremonia, si le fuese permitido?

–Señalar algo que es terrible: estamos en un callejón sin salida y habría que replantear la estrategia. Lo que este gobierno ha conseguido con esta lucha es una metástasis del problema y así como la única solución a veces con el cáncer es encapsularlo, porque si no lo expandes, yo lo que sí me hubiera atrevido a mencionar en la ceremonia en Palacio Nacional es que estamos en un momento crucial en el que las reflexiones de los intelectuales y los artistas tienen que contribuir para que sean escuchadas las voces, el clamor, de lo que se está diciendo: señores, estamos en la línea equivocada, puesto que estamos viendo que vamos a un callejón sin salida, a la expansión del problema, extendiéndolo. Se perdieron los controles.

“La política es tan corrupta que ya corrompió hasta al narcotráfico. Ahí están los narcos que solamente pasaban a través de México hacia Estados Unidos. Que les manden toda la droga que quieran a Estados Unidos, que se atasquen de droga, ese no es nuestro problema, pero nos metemos contra los zetas que quieren el control, y expandimos el problema.

“Estoy en favor de la legalización de las drogas. Debería costar cinco pesos en la botica de la esquina y que la gente se haga responsable. Es curioso, pero en las causas fundamentales de muerte no está por ejemplo la mariguana, están más el alcohol y el tabaco. Pero por una parte, por qué estamos creando todo este problemón cuando tenemos en la historia muchísimos ejemplos de que todo aquello que prohíbes se te va a revertir.

No nos quedemos con el problema aquí, matándonos entre nosotros. La estrategia de irse contra los más criminales aquí es equivocada: matas a uno y extiendes el problema, perdiste el control. Alguien dijo: necesitamos cabezas visibles para negociar. Hubiera sido bonito decir esto en público, pero por algo no me pidieron hablar en la ceremonia.

–¿Comparte usted entonces la creencia de que ésta es una guerra artificial?

–Exactamente, esta guerra le dio esta forma a este gobierno para intentar legitimarse y decir estamos en guerra, no estamos en momento de discutir si somos legítimos o no. Entendiendo esta parte se puede entender lo demás.