Es difícil convivir con personas enfermas mentales, pero me tengo que adaptar, asegura interna
Jueves 2 de diciembre de 2010, p. 45
Al comenzar la noche varias ancianas encorvadas apoyándose en andaderas cruzan un patio hacia el albergue Villa Mujeres, en la delegación Gustavo A. Madero. Se dirigen lentamente a los comedores, donde algunos platos con un poco de cereal y medio plátano ya las esperan sobre mesas colocadas en largas hileras.
En un salón, que anteriormente era para ver televisión, a la entrada de los dormitorios para enfermas mentales, un grupo de mujeres se dispone a dormir en camastros sin colchones ni cobijas. Las paredes son blancas, pero lucen sucias y se percibe un penetrante mal olor, a pesar de que por las ventanas entra una corriente de aire frío.
En uno de estos dormitorios la señora Hernández, oriunda de Necaxa, Puebla, quien tiene 22 años de vivir en el DF y seis en el albergue, comenta que su rodilla está rota, por lo que se encuentra discapacitada.
–¿Como se siente usted aquí en este albergue?
–Yo sí estoy bien de mis facultades, nos atienden bien.
–¿Pasan frío?
–En la mañana dejan las ventanas abiertas; ya cuando vamos a dormir, después de que nos dan los medicamentos, vienen y las cierran.
–¿Qué les hace falta aquí?
–Hace falta mucho personal para atender a las personas ya grandes; además, la comida está pésima.
–¿Por qué?
–Desgraciadamente, como llegan bastantes (mujeres), no alcanza la comida, más ahorita que ya viene la campaña de invierno, llega más gente.
–Las personas que están mal de su facultades mentales, ¿cómo la pasan aquí?
–Bien, ya se acostumbraron, los medicamentos las controlan, pero por lo regular les dan crisis.
–¿Es difícil convivir con personas que padecen enfermedades mentales?
–Sí, pero desgraciadamente me tengo que aguantar, me tengo que adaptar yo.
Cerca del área de talleres, otra anciana se queja de la falta de luz en los sanitarios; en las noches la apagan y tenemos que caminar deteniéndonos para no resbalar
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Alta vulnerabilidad
Enfermas mentales, ancianas y mujeres violentadas por sus maridos o en extrema pobreza conforman la población de Villa Mujeres.
En ese albergue se atiende a 390 personas con dos tipos de perfiles. Existe una población que duerme en el albergue, pero puede salir a la calle: algunas trabajan, otras deambulan y algunas otras estudian
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La población permanente está integrada por mujeres con hijos que salieron de sus casas por violencia familiar o por extrema pobreza; a este grupo se le da capacitación para que pueda desarrollar algún oficio.
La población de ancianas, que es el mayor porcentaje de quienes residen en el albergue Villa Mujeres, enfrenta discapacidad y problemas de salud debido a su edad. Alrededor de 70 están postradas, otras 20 se desplazan en sillas de ruedas y alrededor de 100 son discapacidades mentales
, dijo la coordinadora de Operación, Seguimiento y Evaluación del Instituto de Asistencia e Integración Social (Iasis), María Guadalupe Landeros García.
Carencias
Sobrecupo, poco personal de intendencia y falta de voluntarios para atender a las enfermas mentales son algunos de los problemas de los que adolece Villa Mujeres.
El albergue tiene una sobrepoblación de alrededor de 30 mujeres; se requieren más espacios para recibir a personas con discapacidad física o problemas mentales severos, reconoció Fabiola Aldeco Paz, responsable de ese centro de asistencia.
Indicó que el centro cuenta con apoyo de voluntarios; sin embargo, muchas veces se desesperan con los enfermos mentales o gustan más de atender a las mujeres con hijos que a la población de ancianos
, indicó.
Existe discriminación, ignorancia y cierto miedo a acercarse a ellas por temor a ser lastimados, aunque no son agresivas, ya que la mayoría están controladas médicamente
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Además tienen poco personal de intendencia, por lo que la institución se apoya con personas que realizan servicios pospenitenciarios y se fomenta entre las usuarias mantener limpios los espacios.
De acuerdo con Aldaco Paz la limpieza se hace a diario. Sin embargo, es muy fácil que en dos o tres horas se vuelva a ensuciar y por la tarde ya esté un poco sucio.
Sobre el mal olor que se percibe en los dormitorios, dijo que las personas con enfermedades mentales necesitan más limpieza: tenemos que bañarlas hasta cuatro veces al día; las instalaciones se lavan a diario, desgraciadamente aunque se ventile así es
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Aunque en ese albergue existen varias áreas para jardines, los árboles son pocos y no se ven plantas. Al respecto, Juan Carlos Pérez, administrador del albergue, señaló que en breve se hará una reforestación con 100 árboles frutales.
De acuerdo con la información proporcionada por la responsable del centro, las usuarias de Villa Mujeres provienen de la calle. Nuestro programa de atención social emergente encuentra a algunas deambulando; algunas pueden hablar y otras han pasado mucho tiempo en la vía pública y entonces las traen aquí. Se empieza un proceso de investigación para saber si cuentan con familia, aunque a veces, cuando encontramos a la familia, nos dice que no las quieren recibir
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