El espectáculo reúne a grandes exponentes de la danza, el circo, el teatro y la música
Es parte del encuentro internacional Bajo la carpa, en el Cenart
Hoy, última presentación
Domingo 30 de enero de 2011, p. 3
Entre lo poético y lo sorprendente, lo onírico y la destreza física, ésa es la difusa franja en la que se desarrolla el espectáculo Noche de gala, con el que este fin de semana concluye sus actividades el séptimo encuentro internacional Bajo la carpa, en el Centro Nacional de las Artes (Cenart).
Inspirado en la película Amarcord, rodada en 1973 por el italiano Federico Fellini, en esta híbrida puesta en escena se amaridan danza, teatro, circo y música para hacer patente que olvidar es una manera de morir.
Más que una historia lineal, el montaje está estructurado a partir de una serie de viñetas que refieren o evocan situaciones o reflexiones en torno de la soledad, la memoria y la nostalgia.
Trece son los artistas en escena, entre actores, bailarines, equilibristas, malabaristas y contorsionistas, además de una cantante y un cuarteto de jaraneros, participantes todos en el encuentro Bajo la carpa de este año, sea en calidad de alumnos o docentes.
En este último rubro destaca la intervención de renombradas figuras en su especialidad, como Cinthia Beranek, aerealista de Cirque du Soleil, así como Anne Miren, una las mejores contorsionistas del mundo.
Concebido para efectuarse al aire libre, en la explanada de la Escuela Superior de Música del Cenart, el montaje está situado en un país indeterminado durante la década de los años 30 del siglo pasado, como corrobora el vestuario y los accesorios utilizados.
En lo que fue la primera de sus tres funciones, la noche del viernes, el público que colmó dicho lugar pasó del azoro a la emoción, del nerviosismo a la ternura, del entusiasmo a la reflexión, merced las sorprendentes y bellas coreografías y acrobacias obsequiadas por ese grupo de plurifacéticos artistas.
En particular, las que más impactaron a la audiencia fueron las de tipo aéreo, ejecutadas lo mismo en el mástil chino que en el trapecio, la cuerda que el aro.
De por sí llamativo y sorprendente por el dominio técnico y el derroche atlético que estas suertes exigen, lo atractivo de este tipo de propuestas son las escenas o momentos de profuso contenido emocional y estético que pueden lograrse.
No sólo es la admiración por el desafío a las leyes de gravedad y los límites anatómicos humanos. No sólo es circo, pues. También se conjura esa dulce sutileza de lo hermoso, ese mensaje en apariencia indescifrable que toca las fibras más sensibles del ser y las estruja. El mensaje poético del arte.
Son varias las postales sobre todo de naturaleza onírica que ese grupo de jóvenes artistas ofrece a lo largo del espectáculo, como la de un delineado cuerpo femenino que emerge de entre la bruma a más de tres metros del piso, sobre un trapecio en el que desarrolla una pícara danza de sensuales movimientos y que de forma repentina desaparece enmedio de la oscuridad.
Más que atinada es la selección musical realizada para el montaje, por momentos con músicos en vivo, en otros con el apoyo de cinta. Puede disfrutarse así de un variopinto repertorio que va del jazz, el blues y el soul hasta el tango, el flamenco y el son jarocho, así como de algunas melodías con aire gitano.
Excepciones
Entre lo negativo, cabe mencionar una serie de deficiencias en el sonido y la iluminación, pero sobre todo el muy grave problema en términos de isóptica que implica la disposición de los asientos en la explanada.
A excepción de las personas ubicadas en las primeras tres filas, para el resto del público fue imposible observar las coreografías, malabares y demás acciones realizadas a ras de piso.
La última función de Noche de gala tendrá lugar este domingo a las 19 horas, en la explanada de la Escuela Superior de Música en el Cenart (Calzada de Tlalpan y Churubusco), con entrada libre.