La memoria y el ensueño son los hilos que entretejen la historia de La otra piel, por la que Marcela Sánchez Mota obtuvo el Premio Juan Rulfo para primera novela 2010.

Cinco fueron los años que requirió la escritura de este volumen, el cual relata el viaje de una joven mexicana a Suiza en busca de sus orígenes, luego de que su padre le confiesa que la mujer que la crió no es su madre biológica.

En ese periplo, la protagonista se encontrará con que su verdadera madre formó parte de una de las comunas anarquistas que proliferaron a principio del siglo XX en Europa, situación que la envolverá en experiencias inexplicables y de gran crudeza.

La obra requirió una amplia investigación histórica de Marcela Sánchez, quien sitúa los hechos en Monte Veritá, ubicado en Ascona, lugar que se convirtió a principios de la centuria pasada en sede de anarquistas, teosofistas, dadaístas, artistas, sicoanalistas, bailarines y demás personajes que buscaban crear un espacio de libertad.

Sin embargo, no se trata de una novela histórica, sino de una historia alucinante, muy onírica, con dobleces en el tiempo, en los cuales la protagonista se adentra en una realidad que a lo mejor no existe y habla con personas que ya no están allí, aclara la autora en entrevista.

Tampoco es una novela sicologista, aunque trate temas de ensoñación, que sí tienen que ver con estados mentales. Mi preocupación literaria tiene que ver con la reflexión sobre la muerte, el cuerpo, los estados mentales y algo que es muy importante en la literatura: la memoria.

De acuerdo con la escritora, quienes integraron ese tipo de comunas naturistas como la de Monte Veritá lo hicieron como una alternativa al socialismo y al capitalismo, pues estaban hartos y buscaban establecer sus propias leyes y normas.

Ese movimiento desapareció porque era una propuesta idealista y romántica. Con ello se dijo en aquel entonces que era el fin de las utopías; aunque creo que ahora, con la globalización, es cuando estamos viviendo el verdadero fin de todas las utopías posibles.

Sánchez Mota se define como lectora furibundaFoto Carlos Cisneros

Sólo era cuestión de tiempo para que la literatura terminara por imponerse en la vida de Marcela Sánchez, quien antes de dedicarse a esa actividad fue bailarina durante 10 años de la compañía Utopía Danza Teatro, de la cual es fundadora.

A la par, estudió la licenciatura en sociología y se desempeñó durante siete años como catedrática en la Universidad Nacional Autónoma de México.

No obstante, las letras han formado siempre parte de su dinámica cotidiana, asegura, sobre todo mediante la lectura, hábito que se remonta a los años de infancia y debe a su padre.

La literatura me ha acompañado todo el tiempo, es parte esencial de mi vida. Soy una lectora furibunda; si tuviera que escoger entre escribir o leer, no dudaría en quedarme con lo último.

Ceremonia en Bellas Artes

El Juan Rulfo para primera novela es uno de los 12 premios literarios convocados por el Instituto Nacional de Bellas Artes, los cuales se entregaron la semana pasada en la sala principal del Palacio de Bellas Artes.

Además de Marcela Sánchez, fueron reconocidos Dante Medina, con el Premio de Novela José Rubén Romero; Jaime Romero Robledo, con el de Narrativa Colima para Obra Publicada; Armando Gutiérrez Méndez, el de Cuento San Luis Potosí, y Teresa Castelló Yturbide, el de Cuento Infantil Juan de la Cabada.

De igual manera, Mario Bojórquez, de Ensayo Literario José Revueltas; Roberto Ransom, de Ensayo Literario Malcolm Lowry; Francesca Gargallo y Galo Moya, el de Bellas Artes Luis Cardoza y Aragón para Crítica de Artes Plásticas.

Asimismo, Eleonora Luna Reyes recibirá el de Obra de Teatro para Niños; Pablo Iván García, el Mexicali de Dramaturgia; Myrna Alicia Pastrana, el de Testimonio Chihuahua-Carlos Montemayor, y Kenia Cano, el Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer para obra publicada.