Prometer y recetar
ientras el Fondo de Cultura Económica cumple su tranquilizadora promesa de reimprimir para el segundo semestre del presente año
(columna Aprender a morir del lunes 19 de julio de 2010) el esclarecedor libro La fabricación de nuevas patologías, su autor, el médico peruano Emilio La Rosa Rodríguez, vicepresidente del Comité Internacional de Bioética de la UNESCO, comenta a La Jornada sobre el uso racional o irracional de los medicamentos, siempre provechoso para la industria farmacéutica, poco eficaz para la salud.
El uso racional de medicamentos –comienza el doctor La Rosa– supone que los pacientes deben recibir el fármaco apropiado para sus necesidades clínicas, a dosis que se ajustan a sus requerimientos individuales, durante un periodo de tiempo adecuado y al menor costo. Es evidente que dicho uso racional depende del nivel de formación e información justa y equilibrada, de los conocimientos, de las actitudes y las prácticas médicas que varían entre países, profesionales de la salud y pacientes.
La prescripción irracional es consecuencia de factores como el medicamento como única respuesta terapéutica, la formación profesional deficiente e incompleta, la duración de la consulta, la información y publicidad farmacéutica.
El monopolio del medicamento como única respuesta se observa en la práctica médica ambulatoria. Un porcentaje elevado de pacientes que acuden al consultorio médico presentan problemas sicosomáticos que muy a menudo no necesitan tratamiento medicamentoso, otros consultan por problemas virales autolimitados en el tiempo, y algunos por un síntoma banal que puede ser combatido con otros métodos terapéuticos eficaces (acupuntura, fisioterapia, fitoterapia).
Prescribir a diestra y siniestra ansiolíticos, calmantes o antidepresivos por síntomas anodinos, dar antibióticos como medida preventiva para evitar una infección bacteriana en el caso de un problema viral; llenar la receta con multivitamínicos en niños, jóvenes y adultos que se alimentan correctamente... son prácticas frecuentes muy ancladas en la medicina actual en muchos países. El medicamento se ha convertido en un factor que da consistencia
a la consulta médica, que la valoriza y que funciona como una especie de amuleto que procura seguridad al paciente y al médico, advierte el doctor La Rosa.
(Continuará)