París, 17 de febrero. Alberto Giacometti y Pablo Picasso no sólo son dos de los artistas más cotizados en el mundo del arte, sino también de los más copiados. Y así quedó de manifiesto con el escándalo de las falsificaciones que hace unos meses fue destapado en Portugal y Alemania. Cuanto más elevado sea el precio de las obras del artista, más solicitadas son las copias y mayor es el daño.

Ante esa situación, que las grandes instituciones de arte en Francia califican de dramática, se ha hecho un llamamiento para cazar a los falsificadores.

Desde que existe el arte, éste se falsifica, pero la lucha contra las falsificaciones bien se podría decir que está en sus inicios. La sospecha de una falsificación es un tema delicado. A ningún museo, a ninguna galería y a ningún coleccionista le gustaría reconocer que tiene una falsificación, dijo Véronique Wiesinger, presidenta de la Fondation Alberto et Annette Giacometti, en París, que combate sin tregua desde 2003 las falsificaciones del artista suizo.

Junto con las fundaciones Picasso, Dalí, Maillol y Rodin, la fundación Giacometti ha creado un grupo de trabajo que cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura francés.

El objetivo es crear una base legal para que las falsificaciones de arte reciban el mismo trato que los artículos falsos de marroquinería de Luois Vuitton o Hermés, cuya posesión constituye un delito.