o parece haber duda de que la gran revuelta del mundo árabe es mayoritariamente una rebelión ciudadana, resultado de una acumulación de factores entre los que es preciso anotar las feroces y prolongadas dictaduras, y el reclamo consecuente, que de manera fulgurante emergió como un rayo, por la ampliación de las libertades y los derechos de millones y millones de seres humanos a participar en su propio futuro. Contaron también, por supuesto, la pobreza ancestral, en medio de mares de riqueza petrolera, apropiada por un puñado de déspotas ladinos, y las tecnologías de la comunicación que mostraron el rostro de los ricos de occidente y de oriente y sus modos de vida. El tiempo gestó la decisión de salir por su cuenta de la opresión infamante.
De otra parte, también hizo lo suyo en la coyuntura la información y el papel sobresaliente en este proceso de la cadena de televisión Al Jazeera. En ésta y en la televisión comercial, ahí donde era posible ser vista, millones de árabes descubrieron los otros mundos
y ahí se vieron a sí mismos en la opresión y en la miseria.
Y al final contaron las tecnologías que comunicaron a las masas en inmensas redes sociales: Twitter, Facebook, los blogueros y muchas más, que las pusieron en movimiento.
Pero la semanas avanzan y los rumbos, seguramente diversos hacia donde se encaminan estas sociedades sigue en la penumbra. Especialmente en Libia, donde no hay precisamente una rebelión de ciudadanos, sino una revuelta de tribus que quizá aspiren a la ciudadanía, pero que por lo pronto se hayan atrapadas entre su propio atraso, el lunático Muammar Kadafi (que paga a Mariah Carey un millón de dólares por cuatro canciones: esas idiotas extravagancias que han sido una constante desde 1969 en que está encaramado en una payasada de trono en Trípoli), y la amenaza de Estados Unidos y aliados europeos que lo acompañan, mientras el extremo oriente voltea la cabeza para otro lado para no enterarse
de la sangre que será derramada en Libia.
Los otrora dictadores aliados del mundo civilizado
son ahora descalificados. Serán bienvenidos en algún momento del futuro las en alguna medida nuevas democracias liberales que habrán ganado algún terreno en el campo de los derechos humanos, y pasarán a formar parte de la periferia del centro desarrollado en recomposición, de un modo distinto.
Pero la economía mundial hablará
y estampará su oscura impronta en un mundo en transformación. Los grifos petroleros libios se cierran, y Arabia Saudita no puede suplir el anterior abastecimiento libio. El día de ayer el barril de crudo de Brent del mar del Norte, había superado los 118 dólares.
Mariano Marzo, catedrático de Recursos Energéticos en la Facultad de Geología de la Universidad de Barcelona lleva años tras los problemas que comporta la alta factura energética española. El país no está para soportar un petróleo a 100 dólares de forma prolongada. La coyuntura es un plus, lo que sobrepasa los 100 dólares, pero ya estaba ahí; hay una poderosa corriente de fondo anterior a las revueltas [árabes]
, escribe.
En tanto, el pasado 3 de marzo Jean Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, advirtió sobre un probable aumento en los tipos de interés, para abril, que busca frenar las poderosas presiones inflacionarias surgidas del aumento acelerado de los precios del crudo, y de los correspondientes de las materias primas y los alimentos, cuya tendencia resulta de la creciente demanda de los países emergentes, y de la ruda especulación que varios países desarrollados realiza mediante grandes acopios de estos bienes y la consecuente especulación con los futuros
de estos mismos precios.
Aumentar los tipos de interés en condiciones de fuertes tendencias de corto plazo al estancamiento, se traducirían en un derrumbe de las tasas de crecimiento del producto en la economía mundial, mientras los bancos verían probablemente cómo sus ganancias aumentan.
En diciembre y principios de enero el mundo veía con horror que las tendencias apuntaban hacia la deflación en las economías más poderosas; pero solamente en tres meses, no sólo el Banco Central Europeo sino también la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón, emiten declaraciones sobre la posibilidad ineludible
de reaccionar a las presiones inflacionarias (petróleo, materias primas y alimentos), con incrementos en el precio del dinero, lo cual es radicalmente contradictorio con la atonía europea, y la debilidad del crecimiento en Estados Unidos y en Japón.
La penumbra prevalece. Nadie garantiza que las sociedades que derrumbaron a sus tiranos, podrán dar pasos efectivos –al menos en el corto plazo–, en el camino de la conformación de democracias liberales con derechos humanos a salvo; nadie sabe si en algún país los avances políticos pueden desandar el camino por la recuperación de fuerzas retrógradas; nadie puede decir qué ocurrirá si finalmente Estados Unidos invade Libia; y la nube más oscura: nadie puede decirnos si el alto riesgo de una recaída en una recesión profunda se traduce en hechos, adónde irán a parar los del G7, los BRIC (económicamente emergentes), y los ahora políticamente emergentes.