stimado Marcelo: Mi percepción acerca de tu gestión como jefe de Gobierno hasta la fecha es que has tenido un muy buen desempeño en general. Pienso que te has preocupado por asuntos de índole social como nunca se había hecho, aun cuando algunas estrategias parezcan tener un poco de tinte electorero. En descargo, ciertamente es preferible que se hagan cosas, no importa cómo se interpreten, pues el objetivo es beneficiar a los que menos tienen. Eso se ha logrado, pienso que con creces. Sin duda, también has logrado llevar a cabo un programa de obras para el Distrito Federal; me parece, sin temor a equivocarme, sin precedente. Estoy seguro de que al devenir de los años, estas obras van a beneficiar de forma importante a los habitantes de la ciudad y el balance sobre tu paso por la jefatura de Gobierno será positiva.
Como las obras aún no terminan, quiero externarte una preocupación. Mi sentir es que las obras se desarrollan de forma caótica. Me explico. Varias obras se hacen simultáneamente, sin importar mucho la forma en que afectan la vida cotidiana de los ciudadanos. No hay planeación sensata. Está clarísimo que cualquier obra pequeña o grande genera molestias, imposible que no sea así. El problema, creo yo, es que tu gobierno cree que el ciudadano tiene que respetar las obras, pues éstas se hacen para su beneficio, siendo que se debería de pensar al revés, y esto es que las obras se deben hacer respetando al ciudadano, quien es el que paga la obra a través de impuestos y que paga las consecuencias del conflicto que se genera por las obras. El problema que tiene tu gestión es que el desorden que se genera por tantas obras no se acompaña de esfuerzos serios por mitigar los malestares causados por las obras. No basta y es ridículo sólo poner un letrero que diga Disculpe las molestias
. Quiero reiterar aquí que no estoy abogando porque no se lleven a cabo las obras, pues sin duda son necesarias. Estoy abogando porque se haga un mucho, pero mucho mayor esfuerzo (y serio) por ordenar y vigilar constantemente los efectos nocivos de las obras, con el afán de ayudar a reducir lo más posible su impacto en la vida diaria del ciudadano común y corriente que necesita trasladarse diariamente por cualquier medio a través de una total anarquía en la ciudad.
Es en este punto en particular que quisiera hacer énfasis, y perdón por la crítica, pero es donde tu gobierno ha fallado lamentablemente. La ciudad está totalmente secuestrada por un caos vial absolutamente intolerable. Las obras contribuyen a esto, aunque ciertamente no son el único factor. No importa adónde vayas, a qué hora del día y a veces hasta de la noche, el traslado es lento, difícil, desesperante e irritante. Yo pienso que la pérdida de horas/mujer-hombre en el Distrito Federal debe de alcanzar cifras que te deberían preocupar enormemente, ya no se diga la contaminación que produce. Este asunto tiene, a mi juicio, que ver con dos cosas: 1) no hay autoridad y la que hay es incompetente y frecuentemente corrupta, y 2) los ciudadanos no cooperan en nada, pues todos estamos ocupándonos en llegar
adonde sea que tengamos que llegar. Si sumas una autoridad ausente a las obras, las marchas, los insoportables peseros que no respetan nada de nada y los topes y baches, pues tenemos lo que hoy está cada día empeorando. No hay orden en la ciudad.
No se requiere una dictadura: se requiere una autoridad competente y efectiva que haga cumplir a quien sea con las mínimas reglas de civilidad y urbanidad. A esto se le podría sumar una campaña seria, masiva y constante dirigida al ciudadano para que coopere. Es responsabilidad del jefe de Gobierno que la ciudad funcione mejor. Gobernar también tiene que ver con poner orden donde hay desorden y ahí, mi querido Marcelo, creo que tu gestión ha sido muy deficiente, pues hoy día los que vivimos en el Distrito Federal estamos secuestrados por el caos vial existente, debido a la poca atención que se le da a un problema que afecta a todos: la dificultad para desplazarse. No escribo esto sólo con el objeto de buscar algo para criticar, no; lo hago esperando que atiendas un asunto urgente que no está bien atendido. Ojalá antes de que termines tu gestión, tu administración enfoque su atención sobre este problema y se ejerzan acciones concretas que resuelvan. Gobernar es difícil; gobernar bien es aún más.