n consorcio comercial que integra 12 marcas de finísimas plumas-fuente (lo digo porque son casi unas joyas) a través de galerías invitó a 12 artistas a participar en una exposición-subasta que tuvo lugar el 9 de febrero pasado. Las marcas de las plumas son todas envidiables: Montblanc, Caran d’Ache, Lamy y Montegrappa, etcétera.
Montblanc conmemoró por este medio los 30 años de la muerte de John Lennon, pero hasta donde entiendo, la elegante casa comercializadora de las plumas en México hace honor a Michelangelo Buonarroti (1475-1564), quien entre otras cosas escribió sus sonetos con pluma de ganso.
A cada artista invitado se le proporcionó una pluma estipulando lo siguiente: debía efectuar una obra con ella, aunque no estaba prohibido integrar otros medios. El conjunto de obras fue subastado por intermedio de la casa Sotheby’s en el hotel St. Regis mediante una acción denominada Summa Artis, es decir, se utilizó la misma denominación que reúne los muy útiles volúmenes sobre historia del arte que coordinó don José Pijoán. De este modo 12 marcas de pluma, 12 galerías y 12 artistas coincidieron en un operativo en beneficio de la Cruz Roja.
Ignoro si los artistas pudieron quedarse con la pluma que les fue asignada, pero lo que sí se es que obtuvieron 12 por ciento de la cantidad en la que fueron subastadas sus piezas, de modo que sus respectivos donativos consistieron en 88 por ciento. Con excepción de Pedro Varela, auspiciado por la Galería Enrique Guerrero, quien es brasileño, y Víctor Hugo Núñez, quien nació en Chile y vive en México hace décadas, todos los artistas son mexicanos. Llama la atención que no se haya convocado a ninguna mujer, cuantimás que por tradición secular, las mujeres hemos sido en mayor medida que los hombres las auspiciadoras de la tinta sobre papel.
Sea como sea, hubo obras de muy buen nivel en la exhibición-subasta y algunas, como la de Francisco Toledo (Galería Quetzali) no sólo tuvieron un alto precio de salida, sino que generaron puja. Toledo participó ortodoxamente con una tinta sobre papel de 56 x 76: el tema son unas moscas que posiblemente acudieron a un panal de rica miel
, quedando atrapadas en él, como señala la fábula y en este caso la sustancia atrapadora es la tinta.
Arnaldo Coen (Galería Lourdes Sosa) aportó un Zapata que va formando serie con otras obras que él ha realizado a partir de la imagen del archivo Casasola; esta pieza combinó tinta con lápiz de color. La efigie del héroe es tamaño natural, como una presencia. El soporte mide 200 x 100.
Ramsés R. Olaya (Galería EDS) respondió muy certeramente a la invitación realizando un tupido dibujo, muy fino, con movimiento, y aunque no le puso título la pieza, que es abstracta
simultáneamente alude a urbes enloquecidas con las edificaciones vistas desde diferentes ángulos saturando el espacio, en cierta área parece ocurrir un desastre, como el de las Torres Gemelas. Esta fue una de las obras que pusieron en relieve la absoluta autonomía del dibujo.
Otro tanto puede decirse de José Castro Leñero (Galería Óscar Román) cuya esfera diseccionada o más bien integrada de residuales fragmentos, es un interesante dibujo a pluma, como lo es asimismo el dibujo titulado Bola (un nido ahuecado integrado por diminutas mujercitas) de Javier Marín (Galería Terreno Baldío).
Daniel Lezama (Galería Naxica) también procedió exclusivamente con pluma ofreciendo una de sus consabidas figuraciones en las que lo ominoso hace incursión. Su pieza Ofrenda en casa del adivino alude a la belleza de lo feo que ha analizado a fondo Umberto Eco en una reciente publicación.
Las figuras de Emilio Zaid (Galería Traeger) con inclusiones de letraset sobre un patrón de molde para costura: Madonna Express es una pieza cuya iconografía y disposición de elementos obedece a convenciones (o modas) perfectamente actualizadas, Zaid con esta pieza hubiera obtenido premio o mención en cualquier bienal de dibujo de tinte conceptual.
Otros participantes, con obras sin duda atractivas, como el mencionado escultor de origen chileno Víctor Hugo Núñez, decidió no atender los lineamientos estipulados y presentó una tinta-intaglio en cuatro tonos.
Carlos Aguirre (Galería Nina Menocal), quien participó con un diseño de instalación; Agustín González (Galería Arroniz), con un díptico en técnica mixta, y Arturo Rivera (Galería Arte Actual Mexicano), con una pieza realista a tinta y aguada que percibe como pintura tonal, complementaron este ciclo, que según se ha escuchado tuvo extraordinario éxito.