Martes 8 de marzo de 2011, p. 4
Bin Jawad, Libia., 7 de marzo. Cadáveres regados en las calles, rodeados de casquillos; otros tirados en sus casas incendiadas y destrozadas: tales fueron las terribles escenas en Bin Jawad este lunes, luego de dos días de fieros combates.
Los rebeldes afirman que los muertos, incluidos niños, ancianos y mujeres, son víctimas de las fuerzas del coronel Kadafi. Funcionarios del régimen sostienen que las bajas ocurrieron cuando la ciudad fue atacada por los militantes opositores.
Sea quien haya sido el responsable, las pérdidas han alimentado el pánico entre los civiles atrapados en el conflicto. Por primera vez desde el principio de la revolución, quienes huyen no son sólo trabajadores extranjeros, sino libios que se convierten en refugiados en su propia patria.
Además de por el deseo de escapar a la violencia de la guerra, los pobladores se ven impelidos a abandonar sus hogares por una división cada vez más honda entre el este del país –en gran medida fuera del control del régimen– y el oeste, donde Kadafi conserva el dominio.
Las sospechas sobre espías y colaboracionistas han conducido a un mayor escrutinio y obstrucción de movimientos desde los dos bandos de lo que hoy es una guerra civil, y muchos han decidido buscar seguridad con sus familias remotas y clanes antes que la situación empeore.
La gran mayoría de los 200 mil refugiados en Libia han sido extranjeros que escapan por las fronteras hacia Túnez y Egipto. Pero Hamida Muftar, trabajadora social de la ciudad de Al Bayda, señaló que cada vez hay más refugiados internos: Somos afortunados al tener una estructura social en la que las familias se cuidan unas a otras. Pero no bastará con eso; ya tenemos miles de desplazados internos, que muy pronto pueden llegar a decenas de miles si la lucha continúa
.
Los más recientes vienen de Bin Jawad –ciudad cuartel del ejército libio que está de nuevo bajo control del régimen luego de violentos enfrentamientos– y de la vecina Ras Lanuf, adonde los rebeldes se han retirado. Luego de ver la devastación en Bin Jawad, Jalid Solimán dice que puede entender por qué tantos desean irse.
Solimán, estudiante de 22 años oriundo de Bengasi, quien se unió a las fuerzas revolucionarias –los Shabaab–, comentó: “Fue lo peor que he visto. Me dieron náuseas. Había personas que murieron de un modo terrible. En una casa mataron a dos mujeres. Los que no fueron heridos corrían a salvarse; algunos llevaban heridos con ellos.
Muchos murieron cuando el gobierno usó armas pesadas contra nosotros, como Jarad (cohetes rusos), que partieron en dos a algunas personas. ¿Por qué usaron esas armas sabiendo que había mucha gente?
Los Shabaab niegan haber sido responsables de alguna muerte civil. El coronel Abdul Jawad Misawi, a cargo de las defensas antiaéreas, se mostró inflexible. “Los hombres de Kadafi los usaron como escudos humanos. Por esto tuvimos que suspender nuestra misión para recapturar la ciudad.
“Nosotros no queríamos dañarlos –aseguró–. Luego los de Kadafi asesinaron a esa pobre gente.”
En realidad, los rebeldes se vieron forzados a retroceder de Bin Jawad luego de una emboscada en la que perdieron 50 efectivos, y sus posteriores intentos de regresar fueron detenidos por fuego de artillería y ataques aéreos.
Este lunes el camino de Bin Jawad a Ras Lanuf estaba vacío en su mayor parte de los veloces convoyes militares de los días anteriores. Las tropas del régimen avanzaban a marcha lenta hacia Ras Lanuf.
Mohammed Alí Musa, carpintero de 33 años, se iba de la ciudad con su esposa, Minar, y sus tres hijos pequeños. Como muchos otros en la zona, mantenía abiertas sus opciones en cuanto a qué bando se alzaría con la victoria cuando llegara el momento de repartir culpas.
Hubo mucho problema y murió gente. Mi vecino Yaqub Husseini murió. Tenía familia. Cuidaba a sus padres, Dios dé descanso a su alma. No sabría decir con seguridad quién lo mató. Tal vez fue una bala que le dio por accidente.
Al cundir las versiones de que las fuerzas del régimen se acercan, Abdulmutallab Jadri y su familia estaban entre los muchos que abandonan Ras Lanuf.
“¿Qué razón tengo para quedarme? –dijo–. No tengo trabajo y, si los combates llegan acá, será espantoso.”
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya