a tormenta universal que desató la filtración más delicada y voluminosa de la historia tiene su versión vernácula. Más de ocho mil documentos, muchos de ellos de numerosas páginas, fueron entregados a La Jornada, primer diario de Latinoamérica al que se confió ese material y sexto en el mundo, después de The New York Times, The Guardian, Le Monde, Der Spiegel y El País.
Las fuentes primarias de la información que ahora es pública son las embajadas y consulados estadunidenses alrededor del mundo. Todos ellos dependientes del Departamento de Estado, envían en formas periódica y circunstancial información a su matriz, independientemente de que, si el informe resulta con cualquier grado de interés para otra embajada o consulado de EU en cualquier país, les sea remitida también.
Estos cables incluyen información global que se produce, para efectos políticos y de seguridad, en las reuniones que semanalmente sostiene el embajador con representantes en su legación de la llamada Comunidad de Inteligencia, esto es: el propio Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, el Departamento de Justicia, el Departamento de Seguridad Interior, el Departamento del Tesoro, el Departamento de Energía, así como la CIA, la DEA, la DIA, aunque estas últimas dos pertenezcan a los departamentos de Justicia y Defensa. Si el caso lo ameritara, se convocaría a otras representaciones.
De esta reunión, llamada briefing, surge el informe diplomático que el embajador firma con su simple apellido, en este caso Pascual
, o Garza
, en el anterior. Los representantes de las agencias mencionadas, por su parte, envían informes más constantes y detallados a sus propias matrices. Los consulados, que producen naturalmente información estrictamente local pero de alta sensibilidad como, por ejemplo, los ubicados en Ciudad Juárez, Nuevo Laredo o Monterrey, envían informes puntuales que en casos agudos suelen ser muy frecuentes, tanto al propio Washington como a la sede de la embajada en el Distrito Federal y otros consulados potenciales usuarios de la información.
Los informes llaman la atención por su extremo profesionalismo en la redacción, la que a veces cae en detalles aparentemente insustanciales, como describir a la familia del personaje de referencia o su educación o predilecciones personales. Esto quizás responda al principio de que ninguna información debe desecharse y que toda, en un momento dado, forma parte de un contexto que puede ayudar a su mejor interpretación.
Julian Assange aparentemente tuvo acceso exclusivamente a las comunicaciones embajadas-Departamento de Estado y no a las de sentido contrario. Tampoco tuvo acceso a las comunicaciones de los representantes de las numerosas agencias de gobierno hacia sus matrices. Estas dos limitantes son muy lamentables en el proceso de conocer la percepción que tiene Washington sobre países, gobiernos, altos funcionarios y sucesos relevantes en aquellos en que tiene acreditadas representaciones.
El contenido de la información ordenada, discutida, sintetizada en los países sede, tiene a su vez dos orígenes: la información producto del trabajo profesional, sistemático y constante de los funcionarios responsables ante el embajador, que tienen como campo de acción la observación, el estudio de documentos oficiales, medios de comunicación y contactos personales, no pocos con miembros de otras embajadas, de los que derivan conclusiones sobre opiniones, estados de ánimo y percepciones sobre situaciones del momento y a futuro.
El otro origen, sumamente lamentable, es aquella propensión mexicana de entregar información o simples opiniones a un interlocutor extranjero por parte de ciertos funcionarios, empresarios, académicos, comunicadores, militares y, en general, de toda la amplísima comunidad relativamente informada.
Semejante a esta práctica reprobable está la aún peor de vender información, esto es, que a cambio de dinero recibido rutinariamente o de manera eventual se informe sobre apreciaciones propias o sobre peticiones específicas de información de parte de los agentes estadunidenses, que pueden llegar a ser tan delicadas como las actividades, opiniones y vida personal del Presidente.
Hasta antes de la caída del Muro de Berlín la ciudad de México era un caldo de cultivo perfecto para todo este oscuro mundo de la búsqueda y obtención de información entre tirios y troyanos, que después se convertiría en inteligencia. Las representaciones de todo tipo, no solamente las diplomáticas, eran objeto de búsqueda de información en la que no estaban ausentes temas tan marginalmente considerados por una opinión no informada como podría ser la inteligencia industrial.
Otra realidad que era disimulada por el gobierno mexicano era que los bienes de inteligencia nacionales propiamente no existían, no había nada de interés que ocultar. Interesaba Europa del este, Medio Oriente, el sureste de Asia, ni siquiera China estaba en la primera consideración. La URSS, Cuba y, por periodos, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, eran los focos de atención.
Todo esto ha cambiado; ahora sí, México es un punto altamente sensible para el interés estadunidense que le ha dado prioridad a las tareas de inteligencia. Como nunca, hoy sienten amenazado lo que siempre reconocieron como su soft belly. Vientre suave hoy convertido en amenaza más que nunca. En la década pasada el objetivo de su información eran las migraciones, mexicanas y latinoamericanas; después vino, a raíz del 9/11, el tema del terrorismo extracontinental. Hoy, su angustia es la descomposición de México y sus consecuencias, así como el hipotético terrorismo islamita/mexicano procedente de nuestro territorio.
El otro gran tema que antes era parte de la rutina y que ahora ha cobrado gran importancia es el diagnosticar al gobierno en su conjunto, al propio Presidente, a sus órganos principales y a sus titulares u operadores. Esto les es de gran interés, y de ello salimos muy mal librados. Advierten un gobierno débil, obsecuente, dubitativo, sin ideas de altura y sin muchas lealtades o compromisos entre sus integrantes.
Estas son las fuentes primarias de Wikileaks. Del análisis de sus productos surge o debería surgir para nuestro gobierno, más que molestia, una grave preocupación, pues de dicho análisis se transparenta la genuina opinión que Washington tiene de nosotros en conjunto, y que con todas las deformaciones que de una interpretación transcultural pudiera resultar, la verdad es que surge un país y un gobierno acosado y en verdadera crisis.
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