Damasco, 30 de marzo. El presidente sirio Bachar Assad atribuyó hoy a una conspiración externa las movilizaciones populares que sacuden al país desde hace dos semanas, en lo que estaba anunciado como un gran mensaje a la nación y en el que no ofreció algún nuevo compromiso, ni siquiera la esperada derogación de la ley de emergencia.

De inmediato, cientos de personas se volcaron a las calles en la suroriental ciudad de Latakia, donde varias personas resultaron heridas por disparos de las fuerzas de seguridad a los manifestantes que coreaban !Libertad, Libertad!, informaron activistas de derechos humanos sirios.

También se produjeron nuevas protestas en la sureña ciudad de Dera, donde los manifestantes exigieron la dimisión del presidente al grito de ¡Lárgate!

La oposición llamó a nuevas protestas para el próximo viernes, mientras el gobierno intensifica las medidas de seguridad para detener las manifestaciones.

Hay una gran conspiración en contra de Siria dirigida desde fuera del país, dijo Assad ante el Parlamento, y aunque no aclaró quien está detrás de este complot, señaló que el objetivo es fragmentar y hacer caer a Siria e imponer una agenda israelí.

En su primer discurso público desde empezaron las protestas el 15 de marzo, que fue transmitido por cadena de televisión, el mandatario, de 45 años, se manifestó favorable a las reformas como un deber del Estado, pero aclaró: no somos favorables a las disensiones.

Assad dijo que lo importante es mejorar el nivel de vida en el país, y adelantó que las prioridades de su próximo gobierno, que se conformará tras la renuncia del primer ministro Mohamed Naji Otri, el martes, son la lucha contra la corrupción y la creación de más puestos de trabajo.

La asesora presidencial Bhutaina Shaaban aseguró hace una semana que el presidente Assad anunciaría importantes reformas, incluso el domingo adelantó que levantaría el estado de emergencia, instaurado cuando el partido Baas llegó al poder en 1963.

La oposición reclama, entre otras demandas, amplias reformas que incluyan libertad de opinión, respeto de los derechos humanos y modificación a la ley sobre partidos políticos.

El discurso de Assad fue calificado de terriblemente decepcionante por Human Rights Watch, mientras Amnistía Internacional lamentó que el gobernante árabe hubiera desperdiciado una oportunidad real de levantar el estado de emergencia, en tanto que Washington consideró que el discurso defraudó las expectativas del pueblo sirio.

Comicios presidenciales a fin de año en Egipto

El Consejo Supremo de las fuerzas armadas que gobierna Egipto anunció la realización de elecciones presidenciales dos meses después de que se celebren las legislativas, previstas para septiembre, durante la presentación de una declaración constitucional, que entrará en vigor durante el periodo de transición hasta la restauración de un poder civil.

Esta declaración, una especie de Carta Magna, retoma elementos de la Constitución Política del derrocado Hosni Mubarak, suspendida en la actualidad, y le añade enmiendas aprobadas en referendo de hace unos 10 días.

Los principios de la sharia, la ley islámica, seguirán siendo la principal fuente de la legislación egipcia. Afirma que Egipto es un Estado democrático basado en el principio de la ciudadanía y confirma que el Islam es la religión del Estado, pero retoma las disposiciones que impiden la creación de partidos de tipo confesional.

No injerencia, piden en Bahrein

De otro lado, la oposición chiíta de Bahrein llamó a Irán a abstenerse de toda injerencia” en su país, y a Arabia Saudita a retirar sus tropas, mientras la policía mató a un manifestante de 15 años, luego de que las fuerzas de seguridad ingresaron con aplanadoras a la localidad de Saar, para remover carteles y monumentos de la población.

Mientras, el presidente de Yemen, Ali Abdulá Saleh, hizo una nueva oferta a los manifestantes que exigen su destitución, en la que propone permanecer en el cargo hasta que se realicen elecciones pero transfiriendo sus poderes a un gobierno provisional, dijo una fuente de la oposición, que rechazó la oferta al considerarla un intento de prolongar la supervivencia del régimen.