Entusiasmado y contundente, el pintor zacatecano Rafael Coronel exclama: Ya volví a los personajes populares, a seguir no la tradición mexicana sino la tradición figurativa universal. ¡Ahora todos los pintores nuevos, la nueva época de la pintura en el mundo, es una vuelta al realismo! La pintura abstracta, el arte contemporáneo, las instalaciones, eso ya está desapareciendo. Fue un fiasco, hubo algunos artistas que no lo eran, pero decían que eran.

Coronel parece emerger de los claroscuros de alguno de sus cuadros o de entre la semioscuridad de una de las salas del Museo del Palacio de Bellas Artes. Y de pronto ya se encuentra rodeado del grupo de reporteros que recorre, de la mano del curador Juan Rafael Coronel Rivera, 109 de sus obras pasadas, presentes y, de algún modo, futuras.

Siempre prolífico, a sus 80 años se encuentra en plenas facultades físicas y creativas, pues en sólo algunos meses de este 2011 produjo unos cien cuadros. Puedo trabajar 15 o 20 horas diarias, asegura.

Dieciocho de esa centena de cuadros fueron seleccionados por el curador Coronel Rivera para, junto con otras 91 piezas representativas de todos sus estilos y etapas creativas –en su mayoría óleos y acrílicos, pero también dibujos y algunas esculturas, provenientes de colecciones de México y Estados Unidos–, ser expuestos en Bellas Artes desde el martes pasado.

La muestra se llama Retrofutura: Rafael Coronel, y con ella se le rinde un homenaje nacional por sus ocho décadas de edad y 60 de plasmar un mundo interno y externo en el que predominan los claroscuros, los colores vivos y los retratos de personajes de condiciones y edades diversas, sobre todo ancianos.

Son personajes que casi siempre aparecen de frente, mirando, exigiendo algo al espectador, dotados de una gestualidad teatral o de una expresividad remarcada, la mayoría de las veces en lugares indefinidos.

Importancia del claroscuro

Rafael Coronel (Zacatecas, 1931) recuerda que en sus primeros cuadros aparecen personajes populares, de la calle, de la vida cotidiana, en situación de miseria. Ahora ha vuelto a ellos, como de una manera cíclica, pero en una circularidad renovada, ascendente, en espiral.

Siempre se esfuerza, dice, por dotar a sus personajes de fuerza y carácter, pues no debe haber fragilidad en el tema. Cuando un cuadro tiene un buen tema, lo conmueve a uno. Cuando son temas superficiales y ridículos, como un discurso, tomamos medidas precautorias.

Considera que la vida cotidiana es lo más importante y difícil de sobrellevar. Estos personajes no están haciendo nada, lo único que quiero es que digan algo, en su posición. La anciana de Miami va con dos bastones, porque deambula por una ciudad para viejos, no para jóvenes. México, en cambio, es una urbe muy vital, efervescente, todo mundo corre, va uno a La Merced y ve las montañas de cacahuates y de naranjas, y se emociona uno.

Rafael Coronel, ayer, en el Palacio de Bellas ArtesFoto Cortesía INBA

Patriota (El enano mexicano), 1973, obra de Coronel incluida en la muestra inaugurada en el Palacio de Bellas ArtesFoto Cortesía INBA

Entonces, abunda, la pintura importa por lo que expresa estéticamente, por su posición (del personaje), por el claroscuro, por la diferencia que hay entre ella y usted. Uno siempre toma personajes que tienen un modo de moverse diferente y eso es lo importante.

Escalas en Zacatecas y Monterrey

Dice Coronel que en la exposición hay unos 10 o 15 cuadros que le parecen de los mejores de todas sus épocas y estilos, aunque reconoce que eso es relativo, según las preferencias de cada quien. Me gustan mucho los últimos, porque expresan una calidad de vida ínfima, pero muy optimista. Hay una viejita sentada ahí, muy bañada, vendiendo cebollas y jitomates.

Al explicar el color vivo de muchas de sus piezas, comenta: Es el claroscuro, es la profundidad de la oscuridad y la luminosidad del medio ambiente en que vivimos. Nosotros siempre estamos a la orden de la luz o de la oscuridad. El término medio como que disuelve mucho el tema. Por eso los expresionistas siempre se iban hacia lo oscuro y los impresionistas, hacia la luz.

Aunque sostiene que la definición del arte es un misterio, acepta que para él es una emoción. Yo no percibo lo que aprendí en la escuela, no creo en la experiencia, creo en el instinto, en el primer impulso. Cuando entra la experiencia siempre te dice: no lo hagas, no te vaya a atropellar el coche. Lo mejor es el impulso, para decir las cosas como ahorita, que estoy atrabancado y no sé ni lo que estoy explicando, pero lo hago con mucho gusto.

Las exposiciones retrospectivas, comenta, “se hacen nada más cuando uno ya se va a morir. Por eso le puse Retrofutura, porque en el futuro, en pintura, yo todavía no me siento al pie de la tumba. A mí todavía me funciona todo”.

El pintor zacatecano asegura: Yo lo único que hago es vivir. No me fijo si se va a vender o no un cuadro. Me da lo mismo que se vaya a la basura, a un museo o lo expongan aquí. Lo importante de Coronel es el hecho de estar pintando. Ese es el meollo de mi vida, la pintura, no existe nada más. Claro, uno tiene necesidades, como comer. Pero lo vital, para que pueda circular la sangre, es ponerse a pintar. No salgo de mi casa, yo pinto 15 o 20 horas diarias.

Retrofutura: Rafael Coronel, que fue inaugurada la tarde del martes por Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, estará expuesta hasta el 6 de noviembre próximo y de ahí, durante un año, itinerará en los museos Rafael Coronel, en Zacatecas, y de Arte Contemporáneo, en Monterrey.