unque el fenómeno no es nuevo, desde el 11/9 se recrudece la tendencia oficial de corregir, censurar o reprimir a la comunidad científica, pero sólo cuando las cifras y conclusiones apuntan a peligros de corto, mediano o largo plazo que chocan con tecnologías y negocios, como los de la quema de combustibles fósiles, principal pieza de la mezcla energética mundial hasta mediados de siglo, según el Departamento de Defensa (DdD). También se censura los analistas cuando echan por tierra supuestos geopolíticos y estratégicos. Esto ocurre cuando, bajo pretexto de los ataques del 11/09, EU y sus socios en la OTAN, despliegan una vasta ofensiva por el control del petróleo mundial.
El general Wesley Clark, ex-Comandante Supremo de la OTAN, en entrevista con Amy Goodman, recordó que días después de los ataques, en una visita de cortesía al DdD, se enteró de la decisión de atacar a Irak. Poco después, cuando ya EU bombardeaba Afganistán, se le informó que la guerra incluía ¡a siete países!, entre ellos Irak, Libia, Irán y Siria. El diseño sigue en vigor, a pesar de que se aumenta el orden de probabilidad de guerra general, por la incertidumbre inherente a la ampliación de la guerra, por el techo
petrolero y por una economía mundial en caída libre.
Kissinger se indignó cuando la comunidad científica, en voz de Carl Sagan, dio a conocer que simulaciones cibernéticas sobre los efectos de una guerra mundial, con estallidos nucleares de pocos a miles de megatones, mostraban que a la catástrofe por calor, choque y radiación, se agregaba un invierno nuclear
, ocasionado por la enorme magnitud de la masa de hollín lanzado a la atmósfera, interrumpiendo la luz solar por meses y años, desplomando la fotosíntesis y condenando a la extinción lo poco que quedara vivo (planta o animal).
Hoy, cuando se sufre gran deterioro económico y social por la gran crisis, prosigue la costosa modernización y producción de ese arsenal -nuclear, químico, biológico-, aunque se haya demostrado el desenlace terminal al que conduce su uso. El riesgo que conlleva el irresponsable despliegue antibalístico de EU, por su cercanía a la fuerza estratégica rusa y que obliga a un launch-on-warnig, se acrecienta por la explosividad del medio ambiente internacional. La Tercera Guerra Mundial (TGM) es un proceso bélico multifactorial, en curso y, aunque ocurre en cámara lenta, se disminuye la capacidad de freno, por la intensificación, ampliación e incertidumbre bélicas en torno a la reserva mundial petrolera. La TGM está ahí, en los cientos de miles de bajas civiles, en los crímenes de lesa humanidad, en la destrucción de Irak, Afganistán y Libia y en los pedazos de derecho internacional que EU y la OTAN van dejando a su paso.
Es muy riesgosa para la paz mundial, la mentira de Obama y Rasmussen, el secretario de la OTAN, cuando afirman que Protector Unificado
, la operación contra Libia que ya ha lanzado más 30 mil bombas contra ese pueblo, se realiza para proteger civiles
, salvar vidas
y para que los libios manejen su destino
. En medio de la carnicería, de la destrucción de la infraestructura, dicen, à la Goebbels, que la estructura legal
para perpetrar el genocidio por el crudo super-ligero libio, es sólida
. Como Irán y a últimas fechas, China, están en la mira, el peligro de guerra general aumentó: es como si el Pacto de Varsovia, luego de bombardear y matar, como en Irak, a 1.5 millones de civiles en las narices de EU, atacara otro país americano por razones humanitarias
.
La retórica goebbeliana para encubrir la codicia por el petróleo se derrumbó. Pero se usa en medio del atroz sitio de Sirte, un desastre humanitario para 100 mil almas, sin alimento, agua potable y medicina. Ya Moscú dijo que la interferencia en asuntos internos
no está incluida en el concepto de proteger civiles
.
EU y OTAN crean caos estratégico
y la ecuación energética y económica se agrava. Amárrense los cinturones: es alta turbulencia.
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