Sociedad y Justicia
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En el primer trimestre de 2013 había un millón 541,88 varones sin trabajo: CEIICH

Un hombre desempleado rompe el modelo de masculinidad impuesto, revela estudio

Perdido el poder económico se afecta la salud, así como la vida social y sexual, concluye

 
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de julio de 2013, p. 40

Para un hombre formado dentro del modelo hegemónico de masculinidad, el desempleo representa un gran estrés. Además de las implicaciones económicas, la falta de empleo afecta su salud mental y física, su vida social y su sexualidad. Un hombre que pierde el empleo pierde incluso la erección.

Es esta última una de las conclusiones de la investigación realizada por académicas de los centros de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) y Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México, quienes señalaron que la pérdida del empleo afecta el modelo hegemónico de masculinidad (un individuo proveedor, sexualmente disponible y con cierto grado de poder en algunos círculos).

Olivia Tena Guerrero, investigadora del CEIICH, detalló en entrevista que al verse desempleados, la mayoría de los varones se ven sin poder y estatus (económico y social), presentan problemas de salud y, sobre todo, se sienten sin derecho a mantener relaciones sexuales.

El estudio incluyó entrevistas a profundidad con hombres, quienes aseguraron que no podían permitir que su esposa asumiera el rol de proveedora, porque su papel de mujer era el de madre.

El desempleo es común en México. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo reportó que de 2 millones 469 mil 728 personas en esa condición en el primer trimestre de este año, un millón 541 mil 88 eran varones.

Entre los hallazgos de las universitarias destaca que la pérdida del poder económico cruza por la sexualidad.

Pierden esa sensación de contar con derecho de tener relaciones sexuales con las mujeres, lo expresan así de una u otra forma. En este modelo masculino la erección está llena de significados. Muchos la pierden, sobre todo aquellos que se aferran a recuperar lo que eran.

Tena Guerrero refirió que durante las entrevistas encontraron frases como: Ya no tengo derechos sexuales sobre mi esposa; Es como si mi mujer fuera una prostituta, y en el momento en que no tengo dinero no siento derecho de si quiera acercarme; No tengo dinero para invitarla a algún lugar (hacer el preámbulo amoroso o sexual) y estar con ella como antes.

Esto se presenta porque dejan de ser los proveedores, obligación que aprendieron desde pequeños y que desde su perspectiva corresponde mayoritariamente a los varones. Suponen que el dinero es poder y estatus. Sólo sintiéndose poderosos se acercan sexualmente a las mujeres, al perderlo dejan de relacionarse con ellas (esposa y otras mujeres, en el caso de los que declararon tener otras parejas).

Al dejar de trabajar y en muchas ocasiones dedicarse a la labor doméstica, suelen convertirse en el blanco de burlas de los propios familiares y amigos, quienes les colocan motes como mandilón.

Para el hombre esto es muy fuerte, porque siempre está tratando de demostrar y reafirmar que es hombre, y el trabajo es parte de ese papel en el modelo de masculinidad hegemónico.