La especialista de la Fundación Mexicana para la Salud Hepática (Fundhepa) Margarita Dehesa exhortó a los jóvenes a evitar tatuajes y perforaciones (piercings) en establecimientos que no cumplan con las normas de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), por ser estos procedimientos un factor de alto riesgo para contraer el virus de la hepatitis C (VCH), enfermedad silenciosa y mortal que afecta a más de 1.2 millones de mexicanos.

De ese total, 50 por cierto podrían desconocer que padecen la enfermedad, debido a que los síntomas pueden presentarse hasta 30 años después del contagio.

En el contexto de la celebración del Día Mundial de la Hepatitis, este 28 de julio, Dehesa indicó que cada año 19 mil 300 mexicanos adquieren ese padecimiento, que constituye un problema de salud pública en el país y en el mundo, con 170 millones de personas infectadas.

Entre los factores de riesgo mencionó también el sostener relaciones sexuales sin protección, recibir tratamientos dentales sin cuidados higiénicos y consumir drogas intravenosas o intranasales, aunque sea una sola vez.

Se han infectado quienes recibieron transfusiones de sangre o se les efectuaron intervenciones quirúrgicas mayores o trasplante de órganos antes de 1995 (dado que en 1994 se creó la norma para detectar anticuerpos de VHC en los bancos de sangre), que tuvieron contacto con agujas o sangre infectadas, o aquellos niños que lo recibieron de su madre.

La hepatitis C provoca la inflamación de las células del hígado. Si la infección no se detecta a tiempo, ese órgano se congestiona de manera crónica hasta que aparecen la cirrosis o el cáncer de hígado.

En rueda de prensa, acompañada por Lucía Brown, directora de proyectos de la Fundhepa, Dehesa indicó que 80 por ciento de las personas infectadas no eliminarán el VHC, pero si el paciente se apega al tratamiento antes de que se agrave la enfermedad, puede tener buena calidad de vida. El costo del tratamiento es muy elevado: supera los 300 mil pesos anuales; es muy importante que el paciente se apegue al medicamento que recibe de las instituciones de seguridad social del país.

Brown subrayó que es importante que el paciente tenga un tratamiento integral, que incluye la atención de nutriólogo, sicólogo, gastroenterólogo, hepatólogo, oftalmólogo y grupos de apoyo.

La paciente y coordinadora del grupo de autoayuda Unidos por una Vida Mejor AC, Miriam Castellot, reconoció como un avance la inclusión de ese padecimiento en el catálogo de enfermedades del Seguro Popular, a partir de 2012.

Sin embargo, apuntó, las instituciones médicas aún no cumplen el proceso de acreditación que les permita otorgar medicamentos y tratamientos especializados.

El Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán es el único que cuenta con la acreditación para atender la hepatitis C. Ante ello, destacó la necesidad de que existan en el país hospitales acreditados.

Los hospitales de los estados deben solicitar a la Secretaría de Salud la certificación de calidad, pues se requieren unidades especializadas ante el limitado número de pacientes atendidos por el Seguro Popular. Pidió a las autoridades federales del sector que apoyen a los nosocomios locales, para que en el menor tiempo posible los enfermos puedan ser atendidos en todo el país.