Nadie como sus poseedores para salvaguardar su existencia y permanencia, afirman
Domingo 26 de enero de 2014, p. 9
Testimonios varios, coincidentes todos –en lo medular– en la oposición a que el son jarocho sea declarado patrimonio cultural de la humanidad, se virtieron en la mesa que ex profeso se efectuó en el Centro Nacional de las Artes (Cenart).
En ocasión del vigésimo aniversario del Cenart y en el contexto del Segundo Encuentro del Son Jarocho, varias personalidades conocedoras de esta manifestación musical opinaron ante la posibilidad de que este elemento de la cultura no sólo regional sino nacional, sea incorporado en el catálogo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que contiene las manifestaciones artísticas sui generis.
Previa a la audición que varios grupos ofrecieron a los paseantes sabatinos en las amplias instalaciones del recinto cultural, los participantes de la mesa expresaron su inconformidad de que el son, que ya es patrimonio de la comunidad jarocha, en especial de la región del Sotavento, pase a ser del dominio, se podría decir universal, pues nadie como sus poseedores para salvaguardar su existencia y permanencia.
Se habló del rechazo a cualquier iniciativa que provenga de las autoridades gubernamentales y al aprovechamiento que de ello obtiene el sector turístico y, desde luego, los organizadores, los principales beneficiados, en tanto que los pobladores y los ejecutantes son como pasajeros de segunda.
Hay muchas desventajas
Se dijo, de fiestas populares como La Candelaria, a celebrase en Tlacotalpan, población que ya padece las desventajas de haber sido declarada como joya arquitectónica, pues como lo planteó Julio César Corro, en el llano hablar de por allá, está cabrón; ahora hasta para cambiar una ventana hay que pedir permiso
.
Por lo que hace a la fiesta se cae hasta en incongruencia como el hecho de acompañar a la Virgen en su paso de la iglesia a la panga que la pasea por el río, con música de mariachi, y esto por el hecho de que la fiesta deja de ser de los lugareños y quienes deciden son fuereños.
También se mencionó que la festividad ha decaído.
Antes que de la humanidad, el son es patrimonio de la comunidad jarocha y que nos pregunten
, señaló Samuel Aguilera, quien también puso en duda que el Estado tenga un plan de salvaguarda.
Se coincidió en que es mejor hacer patrimonio al fandango.
Para Rafael Figueroa, de la Universidad Veracruzana, la cuestión en la preservación de estas expresiones populares es pensar cómo salvaguardar al son jarocho; en tanto, Salomón Bazbaz, director de Cumbre Tajín, citó que en otras fiestas como la de los voladores de Papantla, la comunidad se ha encargado de su conservación, estos esfuerzos, dijo, tienen que partir de iniciativas ciudadanas y puso como ejemplo el que los papantlecas tengan ya un terreno de dos hectáreas, donado por el gobierno, para sembrar el palo volador.