De sueños, pesadillas y despertares
oñemos que no somos estadunidenses, sino mexicanos, que nuestra tradición se apoya en la gran cultura mesoamericana, con su astronomía y arquitectura prematuras gracias a un sistema de producción de alimentos que era sustentable, rico en nutrientes y base de cocinas exquisitas y variadas, y que la otra parte de nuestra historia proviene de una conquista y colonización discriminatorias pero que no lograron acabar con las culturas originarias que nos dan (todavía) nombre e identidad.
Soñemos que nuestro origen no está en una isla europea, Inglaterra, donde la falta de suelo cultivable impidió producir suficientes alimentos y obligó a desarrollar otras tecnologías que dieron nacimiento a la industria textil. Que no provenimos de un suelo donde las ovejas desplazaron a los campesinos, cuya miseria expulsó a una gran parte de ellos hacia nuevas tierras, del otro lado del océano. Soñemos que nuestros antepasados no llegaron en el siglo XVII arriba del paralelo 30º N (hoy EU) cuyas infinitas extensiones cultivables y las exigencias de su país de origen los convirtieron en exportadores de trigo, volviéndose los proveedores del granero de Europa occidental.
Soñemos que no descendemos de quienes exterminaron búfalos e indígenas por el placer de atinar a blancos móviles con armas de fuego. Que no fue invento de nuestros antepasados la lógica de los monocultivos que agotan las tierras y exige a los cultivadores apropiarse de cada vez mayores extensiones, donde sea en el mundo. Que no somos hijos de quienes, al descubrir que el Planeta es finito y, peor aún, sus territorios suelen estar ocupados y sus pobladores los defienden, terminaron por desarrollar semillas más rendidoras; hasta que nosotros inventamos las transgénicas autodestructibles, para que quien las siembra siempre tenga que volver a comprarnóslas.
Soñemos que no somos quienes venden desechos, prohibidos por nuestras leyes internas, a otros países mediante engaños, o porque son pobres y nuestro modelo de consumo los obliga a adquirirlas. Soñemos que no fuimos nosotros quienes se apoderaron del control de las mentes de casi todos los habitantes del mundo, para que consumieran lo que fabricamos, deliberadamente con limitada vida útil y así renovaran nuestros productos sin parar. Que no fuimos quienes se apoderaron de sus cuerpos y les impusimos modelos de vestido, música, cine… y sobre todo de alimentos, cuyos sabores imitamos según el gusto de cada país y con adictivos imperceptibles, de tal modo que no dejan de consumirlos a sabiendas de que les van a llenar de grasa los músculos y las arterias, de azúcar la sangre (y los corazones enternecidos ante una televisión inmovilizadora que también controlamos nosotros) Soñemos entonces que no somos quienes ganan con todos los cuerpos degradados, a través de la medicina y la farmacéutica de nuestras compañías trasnacionales.
Soñemos que no somos los líderes de quienes se propusieron en muchos países y llegaron a ser como nosotros, creando con ellos la indestructible unión del capital por encima de todos los gobiernos. Que no somos quienes reclutamos los más selectos ciudadanos de cada país para gobernar el Planeta bajo nuestro mando. Que no somos quienes pueden, entre otras muchas cosas, fabricar armas y recuperar el costo de su fabricación y la ganancia de la inversión, inventando querellas en cualquier parte del mundo y vendiéndolas por igual a todas las partes en conflicto.
Soñemos que no somos nosotros quienes empezamos a temer sacar el gas shale de nuestro territorio, por los terribles efectos contaminantes y cancerígenos para nuestra población, asumiendo la brillante decisión de obligar a nuestros vecinos a darnos el suyo con los pueblos que lo habitan, en concesión; hasta que acabemos con estos y en lo que encontramos otro país con un gobierno dispuesto a entregárnoslo por nuestra seguridad que es la seguridad del mundo.
Soñemos que venimos de otros pueblos, otras sangres, otra historia, los que tal vez estén aún vivos, frente a nosotros, en silencio digno, con el perdón en la mano por nuestros desvíos seculares, esperando que despertemos de este sueño de opio en el que, con múltiples medios subrepticios e inconfesables, nos sumieron los cómplices que siempre ha habido en nuestra patria de quienes actúan como dueños del mundo.
Soñemos que nuestros verdaderos y leales compatriotas están esperando que despertemos de la pesadilla mundial para alinearnos en el frente mexicano de resistencia: por nuestra independencia política y económica, nuestra soberanía cultural y alimentaria, por la recuperación de la salud de nuestro pueblo mediante su dieta ancestral, por el cuidado de nuestros suelos, nuestros métodos de pluricultivo y nuestros saberes ancestrales… Tal vez, si despertamos, encontraremos que esto es real y realizable.