EU acepta la separación de la península y Rusia reconoce al nuevo gobierno ucranio
Putin ordena el retiro parcial de las tropas desplegadas en la frontera con Ucrania
Martes 1º de abril de 2014, p. 18
Moscú, 31 de marzo.
Lejos todavía de alcanzar entendimientos que pudieran traducirse en un plan consensuado para facilitar un arreglo político en Ucrania, todo indica que Rusia y Estados Unidos ya se pusieron de acuerdo en dos cuestiones claves: Washington acepta como irreversible la anexión rusa de Crimea y Moscú, a cambio, está dispuesto a reconocer al presidente que elijan los ucranios el 25 de mayo próximo.
Lo anterior se desprende de la reunión que sostuvieron el domingo en París los cancilleres Serguei Lavrov y John Kerry. Aunque no se fijó en papel una suerte de hoja de ruta para poner fin a la crisis, y ni siquiera se mencionaron los avances en la negociación, hay elementos para afirmar que Moscú y Washington, desde posiciones opuestas, buscan una solución diplomática.
De todo lo que trascendió de las negociaciones en París, se podría resumir que Lavrov, tras reiterar que Crimea es asunto cerrado, llevó la propuesta de convertir Ucrania en federación, a través de una reforma constitucional que garantice los derechos de todas las regiones ucranias.
A partir de este planteamiento inicial de su colega ruso, Kerry formuló cuatro condiciones, indispensables desde el punto de vista estadunidense: el retiro de las tropas rusas de la frontera con Ucrania; el despliegue en Ucrania, incluida Crimea (inciso que no admite Rusia), de una misión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa; negociaciones directas entre Moscú y Kiev, y si fuera necesario con mediación internacional, y reconocer como legítimas las elecciones presidenciales en Ucrania.
Queda mucho camino por recorrer y falta involucrar a Ucrania, que se niega a asimilar la pérdida de Crimea y se muestra reacia a cualquier iniciativa rusa. Corresponde a Estados Unidos y a la Unión Europea convencer a las nuevas autoridades ucranias a hacer una concesión fundamental: olvidarse definitivamente de Crimea.
Si lo logran –por ahora, parece muy difícil, pero es inevitable si el gobierno de Kiev quiere evitar que Rusia estimule la secesión de otros territorios de la parte oriental de Ucrania–, ya será más fácil relegar a segundo plano el tema de la federación, que se podría compensar con garantías de autonomía a las regiones del este y de resultar insuficiente, en todo caso, se tendría que votar en referendo y con amplia presencia de observadores internacionales.
Por lo pronto, en lo que parecen gestos que se derivan de las conversaciones entre Lavrov y Kerry, de manera sorpresiva el presidente Vladimir Putin ordenó iniciar el retiro parcial de las tropas rusas concentradas en la frontera con Ucrania, que hoy comenzaron a regresar a sus cuarteles permanentes.
En el mismo tenor, los diputados de la Duma ya no rechazan sostener contactos con sus colegas de la Rada, lo que hasta hoy decían era impensable, en momentos en que el primer ministro Dmitri Medvediev voló a la estratégica península, donde anunció planes para convertirla en una zona económica especial.
Sin embargo, en un gesto que podría bajar la tensión del peor conflicto entre Rusia y Occidente desde la guerra fría, el país europeo replegó parte de sus tropas de la cercana frontera este de Ucrania, maniobra que según Estados Unidos sería positiva si se confirma como un retiro.
El gobierno de Rusia también es consciente de que debe negociar con el gobierno de Ucrania (cuando haya gobierno formado por la vía democrática
, precisó el vicecanciller Grigori Karasin) las controversias derivadas del abandono de Rusia de los acuerdos sobre la permanencia de la Flota del Mar Negro en Crimea –el pago de la renta anual y el descuento en el precio del gas, entre otros aspectos–, ya innecesarios desde la perspectiva rusa.