Piketty en México y El Capital en el sigo XXI disponible en español
Buen momento para pensar el futuro del mundo
a noticia del momento, sobre todo pero no sólo en los círculos de economistas, es la presencia en México de Thomas Piketty, famoso autor de El Capital en el siglo XXI. Ha venido para promover la edición en español de esta obra. Recién el 24 de noviembre se lanzó, en México, España, Argentina, Chile y Colombia simultáneamente la edición en español (en total 38,500 ejemplares) del Fondo de Cultura Económica (FCE). El libro es muy extenso: 663 páginas en la edición en español). Piketty ha estado ya en FIL de Guadalajara, estará hoy en la UNAM y mañana en el Senado. Aunque sólo he ojeado la edición en español, veo con gusto que el gravísimo error de traducción en el primer párrafo de la Introducción del libro (la mitad de la cual se publicó adelantada en La Gaceta del FCE de julio de 2014) que hice notar en la entrega del 19/11/14 ha sido corregido. Una primera y grave deficiencia que he notado en la edición es la ausencia de un índice analítico, el que, en una obra de tal magnitud, es un requisito indispensable. Si bien es cierto que la edición en francés, también carece de dicho índice, la de inglés si lo incluye. Tengo entendido que hay ya disponible software que facilita la elaboración de este tipo de índices, lo que hace su falta todavía más lamentable. En cambio, la ubicación de las notas: al pie de cada página en la edición del FCE (igual que en el original en francés), es mucho mejor para el lector que la pésima costumbre anglosajona, que reproduce la edición en inglés de este libro, de mandar las notas al final del libro.
Piketty, como he comentado en las entregas que he dedicado a su libro, derrumba mitos sobre el capitalismo. Dos en particular son los más importantes: 1) Sostiene que la tendencia dominante, casi intrínseca del capitalismo, es a una desigualdad creciente del ingreso y, aún más, de la riqueza, que se concentran particularmente en el 1% de la población. Con ello derrumba el mito fundado por Kuznets de la tendencia del capitalismo maduro a una menor desigualad. 2) Que los ingresos en dicha minicúspide no son, dominantemente, fruto de los méritos sino de las herencias, lo que derrumba la justificación meritocrática de la desigualdad. Dice Piketty en la conclusión de su libro:
“La principal fuerza desestabilizadora se vincula con el hecho de que la tasa de rendimiento privado del capital (r) puede ser significativa y duraderamente más alta que la tasa de crecimiento del ingreso y la producción (g). La desigualdad r > g implica que la recapitalización de los patrimonios procedentes del pasado será más rápida que el ritmo de crecimiento de la producción y los salarios. Esta desigualdad expresa una contradicción lógica fundamental. El empresario tiende inevitablemente a transformarse en rentista y a dominar cada vez más a quienes sólo tienen su trabajo. Una vez constituido el capital se reproduce por sí mismo más rápidamente de lo que crece la producción. El pasado devora al porvenir. Las consecuencias pueden ser temibles para la dinámica de la distribución de la riqueza a largo plazo, sobre todo si a esto se agrega que el rendimiento del capital varía directamente con el tamaño del capital inicial, y que ese proceso de divergencia de las desigualdades patrimoniales tiene lugar a escala mundial (p.643 de la edición del FCE. He modificado ligeramente la traducción de los términos en cursivas para mayor claridad, apoyándome en las versiones en francés e inglés)”. (Véase gráfica)
Sus propuestas, a pesar de su aparente radicalismo, muestran que Piketty considera que el capitalismo va a seguir dominando el planeta por mucho tiempo más (que no le parece mal que siga despojando a las personas) y que basta con la política impositiva para hacerlo menos desigual:
“La solución correcta es un impuesto progresivo anual sobre el capital; así sería posible evitar la interminable espiral [ascendente] de desigualdad y preservar las fuerzas de la competencia y los incentivos para que no dejen de producirse nuevas acumulaciones originarias... Esto permitiría contener el crecimiento sin límite de las desigualdades patrimoniales mundiales que hoy día crecen a un ritmo insostenible a largo plazo, algo que debería preocupar incluso a los fervientes defensores del mercado autorregulado…El problema es que esta solución, el impuesto progresivo sobre el capital, exige un muy alto grado de cooperación internacional y de integración política regional. No está al alcance de los Estados-nación…” (pp.644-645).
Es probable que Piketty (quien reconoce no haber leído El Capital de Marx) no se da cuenta de la gravedad de lo que dice en la primera frase. Quizás piensa en la acumulación originaria como un proceso pacífico, respetuoso de la gente, por el cual algunos individuos se hacen de una masa de dinero que les permite convertirse en capitalistas, pero no lo asocia al despojo violento de la tierra y del agua de los campesinos. No debe conocer la frase de Marx en el capítulo XXIV del libro Primero de El Capital sobre la acumulación originaria: “el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza” (p.646, edición del FCE). Quizás no ha leído al periodista hindú P. Sainath describir el suicidio de campesinos despojados en la India (más de cien mil anuales entre 2003 y 2008). Una vez que uno sale del estrecho marco conceptual de Piketty, las limitaciones de su trabajo se hacen evidentes. No incorpora otras tendencias de nuestro tiempo más allá del crecimiento sin límite de las desigualdades económicas. Por tanto, su optimismo sobre el futuro del capitalismo no está bien fundado. Entre lo que no ve, destaca:
a) La tendencia al fin de la sociedad centrada en el trabajo pagado. No se percata de la creciente automatización (no sólo en la producción de bienes sino también de servicios) que se manifiesta en el creciente desempleo abierto, subempleo y precarización del trabajo. Su optimismo respecto al futuro del capitalismo se funda en ésta y la siguiente omisión. En su libro The Zero Marginal Cost Society (Palgrave Macmillan, 2014), Jeremy Rifkin señala:
“La sustitución al por mayor de la masa de trabajadores y profesionales asalariados está empezando a desvertebrar el sistema capitalista. La pregunta que los economistas tienen miedo de plantear es qué le pasa al sistema capitalista cuando las ganancias de productividad, generadas por la tecnología inteligente, reducen continuamente la necesidad de trabajo humano. Presenciamos la desvinculación de la productividad y del empleo. En lugar de que la primera facilite el segundo, lo está eliminando. Puesto que el capital y el trabajo se alimentan el uno del otro, ¿qué pasa cuando tan pocas personas tienen empleos pagados que no hay suficientes compradores para adquirir los bienes y servicios?” (p.132)
b) La tendencia a la sexta extinción inducida por el ser humano. John Bellamy Foster, Brett Clark y Richard York (The Ecological Rift. Capitalism’s War on the Earth, Monthly Review Press, 2010) señalan:
“Es imposible exagerar el problema ambiental que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. La evidencia disponible sugiere con fuerza que, bajo un régimen de ‘más de lo mismo’ sin disminución sustancial de las causas de la destrucción ambiental, podríamos enfrentar en alrededor de una década un significativo punto de inflexión, conducente a un cambio climático irrevocable y catastrófico. Otras crisis ecológicas y la crisis alimentaria crónica, apuntan al hecho que el planeta y sus ecosistemas han sido estirados hasta el punto de ruptura. El momento de la verdad para la tierra y la civilización humana ha llegado”.
A pesar de lo que no ve, la visita a México de Piketty y la publicación de su libro en español, deben elevar el debate interno sobre el futuro del capitalismo.