Buscando la vacuna anticorrupción
El nuevo fiscal
Moviendo a México, pero todos quietecitos, ¿eh?
Siguiente tanda, ¡lo electoral!
El PRI reparte culpas
Calderonistas con Margarita
Adiós a Vicente Leñero
Se tambalea ronda uno
Barril de crudo a 60.67
Pemex: que siempre sí
Paramilitares
Arremete la derecha
Silenciar protestas, fin
Impunidad campante
o se hizo esperar la reacción de la derecha xenofóbica estadunidense al decreto migratorio mediante el cual el gobierno de Barack Obama pretende aliviar la situación de unos 4 millones 400 mil extranjeros indocumentados –de un total de 11 millones que, se estima, residen en el país– y suspender provisionalmente la amenaza de deportación que pende sobre ellos: una coalición de 17 estados, encabezada por Texas, presentó ayer una demanda en contra de la Casa Blanca ante la Corte Federal del Distrito Sur de aquella entidad. De acuerdo con el alegato interpuesto, el gobernador electo de Texas, Greg Abbott (republicano), el mandatario carece de facultades para rescribir
las leyes migratorias y ha abandonado su obligación de hacer cumplir las normas aprobadas por el Poder Legislativo.
No más Tlatelolcos: artistas independientes
omo artistas independientes, hacemos pública nuestra preocupación por los heridos, asesinados y desaparecidos de Ayotzinapa, y deseamos unir nuestro arte a toda esa gran ola de repudio que se ha levantado para denunciar la acción cobarde de los gobiernos municipal, estatal y federal en contra de los normalistas.
os huérfanos de la tragedia de Ayotzinapa no están solos en la porfiada búsqueda de sus queridos perdidos en el caos de los basurales incendiados y las fosas cargadas de restos humanos.
nrique Peña Nieto ofreció en cadena nacional poner orden en este desplomado país, combinando programas económicos para los estados más pobres con la restructuración de las policías nacionales, a quienes podremos recurrir simplemente marcando el 911, como en las series de televisión gringas. Identificó como nodos de la violencia a los municipios, proponiendo someter o, incluso, disolver los ayuntamientos en los que el narco domine.
l problema más serio que enfrenta el gobierno de Enrique Peña Nieto es la falta de credibilidad. No es un asunto menor. La confianza es un componente central de la relación entre el Estado y los ciudadanos; sin ella, se oscurece la comprensión de las decisiones presidenciales y el comportamiento del gobierno, así como la percepción de los problemas del presente. En consecuencia, la capacidad de gobierno se reduce de manera considerable. Creo que la expresión más dramática de la desconfianza de los ciudadanos es la posición de los padres de los normalistas de Ayotzinapa, que han rechazado los escalofriantes resultados de la investigación que presentó el procurador, Jesús Murillo Karam, y han sostenido que el gobierno tiene a los estudiantes. De manera que el objetivo de su protesta no es el crimen organizado, la pareja de delincuentes Abarca o la policía local, sino el gobierno federal y el Presidente de la Republica. ¿Qué puede significar esta postura de los padres de familia? ¿Cuáles son las implicaciones de esta atribución de responsabilidades?
i uno se atiene a las crónicas, no exigió largo tiempo de deliberación a los ministros de la OPEP convenir en que –tras por lo menos un semestre de inestabilidad a la baja y algunas semanas de caídas bruscas y continuadas de los precios internacionales del crudo– la cuota de producción del cártel debía ser mantenida en 30 millones de barriles diarios, fijada hace cinco años. Ante una situación en extremo complicada, como la que enfrenta el mercado petrolero mundial, optar por la inacción puede ser una estrategia prudente. Este enfoque fue sugerido, enfáticamente, por los ministros de los países petroleros del golfo Pérsico, encabezados por el saudita Ali al-Naimi. Al llegar a la breve sesión formal, en la mañana del jueves 27 de noviembre, ya todo estaba decidido. Las consultas y los forcejeos, con participación de cuando menos dos exportadores ajenos a la OPEP, tuvieron lugar días antes, en Viena y otras ciudades. Como tantas veces ha ocurrido, parecen haberse enfrentado los petroestados del Golfo, con vastas reservas de crudo y de divisas, con algunos otros exportadores, carentes más de las segundas que de las primeras y ansiosos de mayores ingresos. En la semana transcurrida desde la reunión se acentuó la caída de los precios (aunque hubo algún repunte); se enfrenta, en general, mayor incertidumbre, y han sido muy variadas las reacciones ante lo que casi todo mundo presumía que iba a ocurrir.
a crisis que estamos viviendo no se parece a otras que han conmocionado al país en las últimas décadas, aunque algunos rasgos parezcan repetirse. La situación actual no está directamente vinculada al colapso súbito de las cuentas públicas, como ocurrió en el umbral de los sexenios de Salinas y Zedillo. Tampoco expresa el malestar de un sector social bien definido, como en el 68. La economía, ciertamente, determina el ritmo y el rumbo del país en un horizonte global que no supera aún el efecto devastador de la gran recesión, pero es la política la que se tambalea, como si de la noche a la mañana su aparente fortaleza se convirtiera en debilidad. Años de violencia extrema cultivada en los intersticios del Estado, allí donde las instituciones debían servir al ciudadano, han gestado una profunda indignación popular que espontánea e inevitablemente se dirige contra los máximos representantes del poder, independientemente de las responsabilidades atribuibles a cada una de las autoridades. El desbordamiento de la protesta tras la tragedia de Iguala prueba la fragilidad de las instituciones, el fracaso de una ruta que no reconoce el desajuste abismal entre las necesidades, los problemas y los sentimientos del país real y el funcionamiento del Estado. Sin embargo, ni las autoridades ni los partidos en el Congreso asumen hasta hoy la gravedad de los hechos y en qué grado erosionan la democracia. Confían en remodelaciones parciales del orden legal pero omiten la reflexión sobre qué país saldrá de esta crisis. Sujetos a las inercias del poder, no perciben la conexión sustantiva entre la desigualdad que define la vida mexicana, la expansión de la violencia criminal y la descomposición de la vida pública. El juicio negativo alcanza a todos los partidos, anulando en los hechos las virtudes de la competencia electoral como fórmula para superar pacíficamente las disputas en curso. Peligrosamente, los ciudadanos se preguntan no ya por quién votar en 2015, sino por algo más grave y preocupante: ¿tiene sentido votar, aunque no hacerlo garantice la victoria sin contrapesos de los usufructuarios del poder?
l 2 de diciembre de 1974 murió Lucio Cabañas Barrientos en un enfrentamiento con el Ejército Mexicano en El Otatal, Guerrero (al sureste de Iguala). Iba a cumplir 36 años el 15 de diciembre.
as recientes elecciones en Uruguay confirman la tendencia del electorado en América Latina y el Caribe (ALC) a votar por la continuidad de los gobiernos antineoliberales, como hemos podido comprobar este año en El Salvador, Bolivia, Brasil y ahora en la patria de José Artigas. Desde 1998, año de la primera elección de Hugo Chávez, hasta la fecha, ni uno solo de ellos ha sido removido electoralmente. Únicamente apelando al golpe de Estado las oligarquías aliadas a Estados Unidos han podido derribar a los más débiles: el de Manuel Zelaya en Honduras y el de Fernando Lugo en Paraguay; procedimiento también intentado infructuosamente en Venezuela (2002), Bolivia (2008) y Ecuador (2010).
e cumplieron dos años de un gobierno que llegó con la oferta de que lograría superar la mediocre tasa de crecimiento promedio anual de los pasados 20 años. Fundamentó su planteo en un supuesto conocimiento del funcionamiento gubernamental y, más importante, en la aprobación de reformas que permitirían que la productividad general de la economía se incrementara. En términos políticos desarrolló un acuerdo entre los tres partidos con mayor respaldo electoral, signado con el fin de darle al país una conducción general capaz de permitir avances sustanciales en asuntos estratégicos.