Se realizan recorridos nocturnos, en que ofrecen un gran espectáculo al visitante
Miércoles 12 de agosto de 2015, p. 3
La luciérnaga, que prácticamente se había extinguido en la zona metropolitana del Valle de México, reaparece en la reserva ecológica de la Sierra de Guadalupe después de que agrupaciones ambientalistas, en coordinación con la Secretaría del Medio Ambiente del estado de México, lograron mejorar el hábitat mediante jornadas de reforestación, preservación y mejora del suelo natural.
En la segunda quincena de junio, los meses de julio y agosto, así como la primera semana de septiembre, se pueden ver durante las cálidas noches miles de escarabajos luminosos –también clasificados así por la luz que emiten en vuelo desde el extremo distal del abdomen– que titilan para aparearse y reproducirse. Según la especie de que se trate, el color de comunicación puede ser amarillo, verdoso o rojizo.
La agrupación ambientalista Fraternidad Naturista Ecologista de la Sierra de Guadalupe Mahatma Gandhi (Franature), que ha logrado fotos exclusivas, ante lo difícil que es captarlas con el brillo, aseguró que es en el clímax del verano cuando al madurar las luciérnagas –después de haber comido en su periodo larvario más de 70 caracoles–, conocidas también como cocuyos, presentan la mayor luminiscencia y dan el mejor espectáculo al visitante, guiado bajo reglas estrictas.
Durante un recorrido por la zona, Lucila Vázquez Córdova, coordinadora de Franature, aseguró que esta ONG tiene más de ocho año de realizar, durante esos meses, los recorridos nocturnos para que los visitantes puedan ver a esos escarabajos luminosos y crear o incrementar su conciencia sobre el medio ambiente, concretamente la Sierra de Guadalupe.
Venerado por los mexicas
La ambientalista aseveró que los primeros años de las jornadas nocturnas para avistar al insecto –que fue venerado por la cultura mexica–, les daba la impresión de que la reproducción del mismo iba en decadencia rumbo a su extinción, como ocurrió en el Distrito Federal y muchos municipios mexiquenses, a consecuencia del desmedido crecimiento urbano y los incendios malintencionados de bosque y matorrales.
Recordó que la acción realizada en los años recientes por el gobernador del estado de México, Eruviel Ávila Villegas, de cercar en definitiva las 5 mil hectáreas que quedan de esa área natural protegida, ha permitido reducir los atentados a la fauna y la flora, por lo que la vida de la luciérnaga tiene futuro.
Lucila Vázquez señaló que México cuenta con el segundo santuario de luciérnagas en el ámbito rural, en Nanacamilpa, Tlaxcala, a escala mundial después de Nueva Zelanda, pero comparó que el parque estatal Sierra de Guadalupe, a sólo 60 minutos del Distrito Federal, no le pide nada a aquellos, ya que aquí sí se cuenta con un camino asfaltado que impide al visitante invadir el área del animal
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Añadió que esta reserva natural es el parque más importante de América Latina, según datos del gobierno del estado de México, con base en estadísticas de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Apoyo sin precedente
La dirigente de Franature citó que su agrupación y otras que pugnan por la preservación y mejoramiento de la Sierra de Guadalupe, principal pulmón de la megaurbe, como Guardianes del Ehécatl, han recibido un apoyo sin precedente por medio de la Coordinación General de Conservación Ecológica, que dirige Fidel Velázquez Escalera, y de la delegación del ingeniero Gerardo Valverde, lo que les permite realizar labores ecológicas y crear las condiciones para que las especies endémicas del lugar no se extingan.
Esta área natural protegida –aunque aún no tiene oficialmente ese estatus– es un sitio de residencia o puerto de paso para 135 especies de aves, como los pato canadiense, de Alaska y Estados Unidos que hacen escala en este gran parque para ir al lago Nabor Carrillo o a otros en la gran ciudad o su ribera, así como egato montes, correcaminos, zorras, liebres, serpientes de cascabel, cincuates y ardillones, señaló Vázquez Córdova.
La también tesorera de Franature informó que en otras temporadas del año tienen otros actos nocturnos, como Los sonidos de la noche, en el que con la vibración de cientos de miles de insectos, chicharras, grillos, pájaros nocturnos, murciélagos, águilas, lechuzas, búhos, entre otros, se reproduce un ambiente muy similar al de una selva. Los visitantes salen encantados, más cuando ha coincidido el rebuzno de un burro que confunden con el rugido de un león
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