Luis David Adame en Bilbao, grandeza torera
i a una reliquia de la cultura europea se le quema el techo, en menos de cuatro horas los medios democráticos o lo que se le parezca, lo convierten en tragedia universal de la que todos debemos condolernos y contribuir a reparar a la brevedad. Si se trata del incendio de miles de kilómetros de selva en el Amazonas brasileño, pueden pasar casi tres semanas sin que la humanidad se alarme y pocos se agobien, digamos al grado de tratar de prestar ayuda en los alrededores del siniestro, que es tratado en los medios como un desastre local.
La fiesta de los toros no se diferencia de ese tratamiento informativo que jerarquiza los hechos de acuerdo con los intereses del poder no a su importancia intrínseca, y si aquí uno de los diestros importados que figuran le corta las orejas y el rabo a un torito pasador, la prensa especializada lo difunde al resto del mundo como si se tratara de una gran hazaña. Si un joven torero mexicano supera a las primeras figuras de España y un juez patriotero escatima la merecida premiación que le permita salir en hombros, sus mismos paisanos le ponen peros a su labor y se instalan en los aficionados exigentes que no saben ser con los figurines impositivos y ventajistas.
Luis David Adame (Aguascalientes, 21 años el próximo 6 de octubre), aún con las secuelas en el rostro de los pitonazos recibidos el lunes anterior en que cortó dos orejas, tuvo a bien pegarles un repaso a sus famosos alternantes Ponce y El Juli, ante toros de Garcigrande, el pasado jueves en la plaza de Bilbao, donde repitió gracias a las gestiones de la FIT (Fusión Internacional por la Tauromaquia), poderosa pero poco eficaz empresa de los Bailleres en España y Francia.
Esta vez, las reses favoritas de los que figuran salieron respondonas y exigentes, por lo que ni Ponce ni López consiguieron las predecibles apoteosis a que tienen acostumbrados a los villamilenials este par de ases… inos de la bravura y de la rivalidad, por lo que la torería de Luis David surgió en sendas actuaciones enjundiosas y variadas. La gente, emocionada no divertida, exigía las dos orejas por esta segunda faena impecablemente coronada, pero un juececito menos dadivoso que los de por acá con los extranjeros, decidió soltar sólo una.
Ojalá Luis David, a diferencia de su hermano José y del resto de esa generación mal aprovechada por el empresariado mexicano, tenga a bien competir, frente al toro con edad y trapío que aquí se cría, con el resto de los paisanos que figuran, un tanto adormecidos y desmotivados por la sobreadministración que se cargan. Sería el detonador que tanto urge a nuestra fiesta, agobiada por taurinos sin imaginación más que por antis financiados y legisladores improvisados.
Joselillo, sobrenombre de Laurentino José López Rodríguez, debutó en la Plaza México precisamente el domingo 25 de agosto de 1946, en la decimoquinta novillada, con astados de Chinampas, cortándole la oreja y el rabo a su primero, de nombre Campero, dejando al público sobrecogido y maravillado a la vez, que no obstante la lluvia, los arreglos de ruedo y la larga espera, se quedó para verlo y admirarlo con su segundo. Moriría un año después tras ser corneado por un novillo de Santín.
Pero los toreros capaces de enloquecer en la cara del toro amedrentan a los públicos, que sobrecogidos son incapaces de soportar esta disposición al sacrificio y prefieren el efectismo al estoicismo, a la entrega sin adjetivos. De Carmelo al Glison, pasando por Luis Conrado, este país no aguanta a los toreros cojonudos, y las empresas y los que figuran, menos.